Gol a Rajoy en propia puerta

No puede el Partido Popular prescindir de sus figuras más aperturistas, las que le llevarían a ser un verdadero partido de centro. Josep Piqué, polémico como todo el que pone personalidad en su trabajo, es una de esas figuras. La única voz posible para el PP en Cataluña, donde tanto se han equivocado las voces más duras ‘de Madrid’. Quien crea que con gente como Alexis Vidal Quadras, un furibundo antinacionalista en una Comunidad nacionalista, se pueden mejorar los resultados electorales en Cataluña, se equivoca. Quien piense que una involución en el Partido Popular es lo que conviene, por mucho que lo pregonen algunos voceros mediáticos, vive, sin duda, en el error, y así lo indican de manera inequívoca todas las encuestas.

Lo que ha ocurrido con Piqué y con su ‘número dos’, Francesc Vendrell, es un gol por la escuadra  que le han colado a Mariano Rajoy. Un paso atrás en la línea constructiva de propuestas que se estaba marcando el líder de la oposición, olvidados ya algunos pasos errados, como el insistir en la exigencia de “actas, actas” sobre las negociaciones con ETA. Ignoro quién ha puesto esta piedra en el camino de Rajoy hacia La Moncloa –los dimitidos culpan sin disimulo a Angel Acebes, el secretario general de los ‘populares’--, pero no tengan ustedes duda alguna de que piedra es, y de considerable tamaño. 

Piqué  es persona de talante y trayectoria centrista, que ha hecho un largo recorrido político, que ha ocupado varios ministerios importantes, que ha hecho lo que ha podido para reparar los errores de bulto que su partido, el PP, ha ido cometiendo en Cataluña, comenzando por aquella recogida de firmas para el referéndum contra el Estatut, y continuando con la presentación de un recurso, también contra el Estatut, ante el Tribunal Constitucional.

Si el PP ganase al PSOE en las elecciones generales, ¿quién iba a proponer un pacto a los nacionalistas catalanes para que apoyasen la investidura  de Rajoy? ¿El sector ‘duro’ resultante de esta crisis? Naturalmente, lo que ha ocurrido aleja la posibilidad de ese pacto. Y me atrevería a decir que, falto de sus figuras más moderadas, Rajoy se ha distanciado un paso del sillón de La Moncloa. Ni más, ni menos.