Repsol, Lukoil y una de piratas
domingo 23 de noviembre de 2008, 18:52h
No es fácil escribir en términos profesionales informativos del affaire Repsol, que parece llamado a resucitar todos los demonios familiares de nuestra difícil convivencia interna como país. Estos días se han escrito y publicado cosas tremendas, tanto por los que desearían ver a Rodríguez Zapatero arrastrado por las calles, como por los que, al otro lado de la cruel y recurrente historia de las dos Españas, que por cierto no son siempre las mismas, se han lanzado a la hagiografía de presentarle como un redivivo Manuel Azaña, cuyos huesos probablemente se estarán revolviendo de justa cólera en la sepultura. En un país como éste caben desde luego las mayores paradojas, como esta luna de miel entre Rodríguez Zapatero y Luis del Rivero, en la que Miguel Sebastián oficial de astuta y eficaz “madame” y que no pasa de estar en el ámbito de esa tantas veces repetida y afortunada advertencia del Crispín de Benavente: “Entre todos hemos creado muchos intereses y el primer interés de todos es salvarnos”.
Pero el asunto va más lejos y empieza a cobrar matices que, para los más inclinados a la experiencia de la historia, recuerda indeseables cuestiones de los años veinte del pasado siglo. Escribe Carlos Segovia que “el rey Don Juan Carlos se ha interesado por el caso y coincide con ZP en que es una mala señal para un país tan importante para Rusia un portazo español a Lukoil”. Me resisto a creer que sea cierto, no tanto por lo que dice alguien tan habitualmente cuidadoso en la información, sino por lo que subyacería en la veracidad de ese dato.
Lo escribiré de una sola vez, consciente de las implicaciones y de las consecuencias. La supervivencia de los valores políticos, sociales y económicos de la Unión Europea depende, en grado esencial, de parar los pies al imperio mafioso de la Rusia de Putin, donde no hay democracia, ni libertades reales, ni la vida vale más que lo quieran los nuevos capos, y desde donde se envían experimentados asesinos a eliminar desafectos en cualquier lugar del mundo, como se ha visto. Y ese parar los pies al terror tiene una de sus barreras esenciales en la energía. Sin independencia energética, sin control propio y completamente estanco a Rusia de las fuentes y gestión de la energía, la satelización de Europa, que es el objetivo central y el eje estratégico de la política del temible sátrapa de Moscú, será inevitable.
Ya se, ya se que no es prudente escribir lo que antecede, pero acudiré al refugio del genio literario de Quevedo: “¿Siempre se ha de pensar lo que se dice?¿Nunca se ha de decir lo que se piensa?”. Consciente de los riesgos de escribir lo que se piensa –ya lo han pagado con sus vidas disidentes y periodistas independientes rusos– es necesario advertir que lo que está en juego en el caso Repsol es mucho más que otra ingeniosa pirueta de Luis de Rivero, que se limita a estar en lo suyo, siempre amigo del poder por aquello de que “sólo a la sombra del poder se hacen buenos negocios”.
Vagit Alekperov, el presidente de Lukoil, no es un “magnate” ruso, en ese lenguaje introducido sólo para adaptarse a las formas del Occidente libre, sino uno de los principales “capos” de la arquitectura mafiosa levantada por Putin. Esto no se compensa por esos pintorescos argumentos que circulan estos días de que la entrada de Lukoil aportaría diversidad, seguridad y competencia al suministro energético español. ¡Hombre, claro! Y Alfonso Capone aportó diversidad y competencia al mercado norteamericano del alcohol, la prostitución, la extorsión y las drogas.
¿Se trata en cambio, como se dice por Madrid, de algo menos trascendente y más concreto, como salvar a SACYR de la quiebra y de las implicaciones financieras de la misma? La operación tendría entonces mucho de aquello de matar moscas, o murciélagos si se quiere, a cañonazos. ¿Y entonces, para equilibrar un poco y tranquilizar a Sarkozy, se entregaría por fin Iberdrola a EDF? Rusia, Francia, Italia… ¿no merecería la pena que los ciudadanos se preguntasen cuál es la contraprestación de un reparto tan pleno y de tan singular naturaleza? ¿pero no es la energía el principal de los sectores estratégicos de la economía e incluso un factor determinante de soberanía? O no… cuestión de oportunidad en tiempos cambiantes…
El prestigioso Financial Times hace una lectura menos dramática y más picaresca del asunto Repsol. Para hacerse con el 29% de la petrolera Repsol, Lukoil ofrece una prima del 100%, lo que viene muy bien a SACYR que necesita vender su 20% para reducir deuda que viene de la crisis inmobiliaria, y no digamos a La Caixa, que controla directa e indirectamente otro 14%, porque toda mejora de liquidez es bienvenida en los tiempos que corren. Pero tampoco Lukoil carece de problemas y Financial Times no acaba de ver el buen fin de una operación que, además, tendría que limitarse a un máximo del 29% para evitar el obligado lanzamiento de una OPA para la que Lukoil no es fácil que estuviese preparada.
Y por si fuera poco, entra la política por medio. El jefe de la oposición, Mariano Rajoy, ha anunciado su voluntad de hacer todo lo que esté en su mano para impedir la entrada de Lukoil en Repsol, algo que considera inmoral, por tener como objetivo real el arreglo de los problemas de Luis de Rivero en Sacyr, y que, al debilitar la soberanía española en un sector tan estratégico, nos convertiría en “país de quinta división”. José Blanco se apresuró a culpar al PP de haber privatizado en su día Repsol y cogiendo el rábano por las hojas, añadir que, privatizada Repsol, la venta a Lukoil es “una decisión de sus accionistas”. Y aunque parezca mentira, el ingenioso exegeta de la Cumbre de Washington como una decisión de “más Estado y menos Mercado”, se quedó tan ancho.
Bien es cierto que no es sólo José Blanco el experto en exóticas simplificaciones de la realidad económica, porque desde las filas de la oposición tampoco suele ser afortunada en este campo la secretaria general Dolores de Cospedal. Y no lo fue ciertamente este último viernes, al trasladar el conflicto al nivel de “una más de las veleidades del Gobierno, que en su día hizo que Sacyr comprara el 20% de Repsol y que hoy tiene un problema encima de la mesa (…) por el endeudamiento de una empresa, un problema que puede afectar a miles de trabajadores”. Si se permite, en tema tan serio, la amable broma ¿para cuando la política económica como “asignatura troncal” para los altos cargos de los partidos políticos?
En cualquier caso, el asunto Repsol – Lukoil – Sacyr dará que hablar y escribir largo y tendido. Y es inevitable preguntar qué opina al respecto el vicepresidente económico Pedro Solbes, siempre evasivo en los conflictos, pero que inevitablemente tendrá antes o después que pronunciarse. Seguiremos el tema.