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Obsceno

Obsceno

lunes 12 de abril de 2010, 20:30h
Es obsceno, da asco, siento ganas de vomitar ante esta orgía de pelucos de a 2.500 euros, viajes de novios a la Polinesia gratis total, trajes a medida de sastre exclusivo o safaris en Kenia de regalo de la que volvemos a enterarnos mientras en el país son cada día más los que lo pasan fatal para llegar a fin de mes,  o aumenta el chorreo de dinero que sale de las arcas públicas para darle unos meses de supervivencia a un creciente número de parados.

En los varios sumarios abiertos a la vez sobre esta escandalera nacional se consigna las increíbles  propiedades por parte de estos individuos de palacetes de época, pisos de lujo, chalets, plazas de garaje y locales comerciales. Parece que algunos de estos inmuebles han albergado en algún momento centenares de trajes de algún presunto molt honorable y decenas de zapatos de su excelentísima señora, al parecer obsesionada con el fondo de armario de Imelda Marcos. Y todo sucede en un país en el que más de la mitad de la población sueña con llegar a ser mileurista.

Y es que nuestros imputados son de lujo, con caprichitos caros de niños bien y tienen la desvergüenza de cobrárselos de nuestros impuestos.

Aunque tardará parece que los tribunales darán cuenta de ellos. Ya veremos en lo que queda. Tiempo habrá de aplaudir o lamentarse en la medida que se llegue en descubrir del todo tanto latrocinio entre los cargos públicos. Pero lo que parece haber acabado es la asunción de responsabilidades y la rendición de cuentas de quienes encumbraron a tanto presunto chorizo a los sillones presidenciales, de consejeros o diputados autonómicos, de alcaldes o concejales. Al igual que no hubo manera de escuchar a Felipe González pedir perdón por haber amparado a Luis Roldán o a los delincuentes de su partido que montaron Filesa, parece inútil esperar es a que Mariano Rajoy entone un mea culpa como máximo responsable del partido que pidió el voto a los ciudadanos para esta elegante panda de imputados.

El líder de la oposición está tan contento porque Luis Bárcenas y Jaume Matas “ya no están en el partido”. Con lo que parece que se acabó el problema. La lideresa Esperanza Aguirre se pavonea como  –sic- la “descubridora de la trama Gürtel” después de haberse deshecho de un consejero, tres diputados autonómicos y media docena de alcaldes. Ella, como siempre, tan presuntamente implacable con la corrupción. Aunque hasta hace unos meses era la jefa indiscutible del mayor número de políticos implicados en el caso Gürtel de toda España. Los dos coinciden en que era malo tenerlos en las filas populares porque hacían “daño” al partido. Como si los posibles delitos de esta tropa no se hubieran hecho precisamente usando y abusando de los cargos que Rajoy y Aguirre les confiaron. Al igual que los implicados en Valencia, Galicia o Castilla-León. ¿Acaso a ellos ya no les duele lo que parece que hicieron? Pues a los ciudadanos sí.

Todos fueron colocados en las listas por los máximos dirigentes del Partido Popular. Rajoy llegó a decir que su amigo, que lo era, Jaume Matas – con el que compartía vacaciones y yates- era un ejemplo de cómo había que gobernar España. Paco Camps era el espejo de la eficacia del buen gobierno popular. Miles y miles de militantes pasaron meses y meses dando el callo  para convencer a los ciudadanos que les votaran porque eran los galácticos del PP. Los votantes les dieron su papeleta en las urnas y pagaron  impuestos en sus haciendas.  Ahora, a lo que parece, la confianza no puede estar más defraudada. Y una parte de esos han financiado sus ilegítimos patrimonios o engordado sus cuentas corrientes en paraísos fiscales

Hay que hacer una inmensa  pancarta para ponerse detrás, tomar las calles y hacer que una oleada de indignación social acabe con este latrocinio y con la indolencia de los partidos políticos que o lo permitieron, o los defendieron  o no supieron evitarlo. Los que votamos en cualquier elección porque confiamos en la democracia y en la justicia tenemos que acudir en masa. También los militantes de los partidos que tanto creyeron en esos candidatos y lucharon legítimamente porque salieran elegidos. Creían avalar a unos cracks de la política y se han encontrado con que pedían votos para presuntos delincuentes. La política apela continuamente a la ilusión de la gente, trata de enardecerla, se la  hace soñar con un futuro mejor. Cuando se defrauda hay que dar la cara. Rajoy y Esperanza Aguirre tienen que pedir perdón por este escándalo y comprometerse seriamente en que no se vuelva a repetir.
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