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Orden en control

Orden en control

sábado 14 de agosto de 2010, 19:58h
   El principio de acuerdo logrado entre los controladores y AENA, que aleja definitivamente la amenaza de una huelga en plenas vacaciones de agosto es, sin duda, una magnífica noticia. Lo es para los sufridos viajeros del transporte aéreo que han padecido los retrasos y las suspensiones de vuelos del mes de julio (por el sospechoso incremento de las bajas médicas en las torres de control), y lo es también para los propios controladores, convertidos, por una habilísima campaña del ministro de Fomento, en las "bestias negras" responsables de todos los males y de todas las pérdidas de Aeropuertos Españoles.

   Es cierto que José Blanco debe parte de su valoración en las encuestas a la forma en que, en medio de la crisis económica, ha sabido vender su "autóritas" frente a un sector profesional con el que ningún Gobierno se había atrevido a enfrentarse. Con continuas apariciones, en las que describía de forma pormenorizada los niveles salariales de algunos controladores de la torre del aeropuerto de Madrid, ganó la batalla de la opinión pública.

   A partir de ahí, el Real Decreto que redujo el sueldo de los controladores un cuarenta por ciento fue recibido con aplausos y,  desde diversos colectivos profesionales, sobre todo funcionarios, se exhibieron agravios comparativos y se llegó a pedir más saña.

   Aprovechando la falta de un convenio colectivo, AENA, sabiéndose con el viento a favor, endureció las condiciones laborales. No es que los controladores tuvieran que hacer de gratis las horas que antes cobraban a precio de oro como extraordinarias, no, es que se prejubilaron a los de cincuenta y siete años y la falta de personal hizo que librar, aunque fuera un día entre semana, se convirtiera en un triunfo.

   Las vacaciones ya concedidas se cancelaban con doce horas de antelación por necesidades de servicio o, en medio de las vacaciones,  era preciso acudir al puesto de trabajo para cumplir un "servicio Express".

   Pero ya era tarde para convencer a la ciudadanía de que sus derechos estaban siendo conculcados. Lo de los 200.000 euros de salario medio había calado, convirtiéndose en una ofensa nacional. Eran los malos de la película y pedir solidaridad con una amenaza de huelga en el aire era imposible. Por eso cedieron.

   Exigían a AENA volver a las condiciones fijadas en el Real Decreto del Gobierno, ese en el que se les bajó el sueldo. Parece que les han atendido. Porque, siendo como son unos profesionales extraordinariamente bien pagados no por eso hay que machacarles. Ni a ellos ni a nadie.
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