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Zapatero es el problema

jueves 09 de diciembre de 2010, 07:56h
Tal como están las cosas, lo único que puede y debe hacer el presidente Zapatero es marcharse, dejar la presidencia del Gobierno en otras manos (quizá en las mismas en que parece que, de hecho, ya la ha dejado, y que son las de Pérez Rubalcaba), o convocar elecciones anticipadas urgentemente. Este país ya no aguanta más disparates gubernamentales, y la huelga de los controladores aéreos no ha sido más que la gota que colmó el vaso de los despropósitos, y que ha hecho que España haya pasado de ser un país solvente y respetado a una nación bananera que hace el ridículo en los foros internacionales, que tiene la más alta tasa de paro de Europa, que no ha reconocido la crisis hasta que nos dimos de bruces con el abismo, y que ha puesto en riesgo algo tan sagrado como las prestaciones sociales a los pensionistas. España no sólo vive en “estado de alarma legal” sino, y lo que es más grave, en “estado de alarma social”, y la necesidad de un cambio de rumbo es un clamor entre la ciudadanía, e incluso entre muchos votantes del socialismo.

Siento decir esto, porque a José Luís Rodríguez Zapatero le tengo aprecio, es paisano mío, y cuando era un joven diputado leonés auguré  -y él lo sabe porque lo escuchó-  que estábamos ante una persona que tenía una gran carrera política por delante, que incluía su llegada a La Moncloa.  Pero las cosas han cambiado, y el joven presidente capaz de ilusionar a una buena parte de la sociedad se ha convertido en una figura patética, que camina dando tumbos, que no ha sabido rodearse de los mejores, y al que se le ha ido de las manos el timón de la gobernación de España.

No vamos a entrar en un juicio apresurado sobre las virtudes y defectos del actual presidente del Gobierno que, como todo ser humano, tiene sus luces y sus sombras. Incluso podemos ser comprensivos y hasta generosos reconociendo que a Zapatero no le han tocado buenos tiempos y que sus sueños se han convertido, involuntariamente, en fantasías tan absurdas como imposibles. Seguro que los aduladores a sueldo le animan a seguir, aunque con su permanencia al frente del país lo lleve a una ruina aún más profunda e irreversible.

Señor presidente, amigo José Luís Rodríguez Zapatero: mírese al espejo, escuche la voz de la calle, le con frialdad las cuentas del Estado, haga caso a la sensatez del pueblo español, analice su fracaso, y deje cuanto antes de seguir haciendo daño a este país; a este viejo país tan perito en sacrificios, tan valiente frente a las estrecheces, y tan poco merecedor de una política confusa, errática, sin sentido.  Usted hizo lo que pudo pero, por favor, no lo siga haciendo. Se lo pido cordialmente como paisano, y se lo exijo por el bien de todos los españoles.




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