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Génova y el pulso de Cascos

jueves 16 de diciembre de 2010, 10:34h
Lo que ya se conoce por los pasillos de la madrileña sede popular de Génova como el 'caso Cascos' no se agota, ni mucho menos, en el abierto desafío del controvertido político asturiano a la dirección nacional de su partido para ser candidato en Asturias, sino que hunde sus raíces en temas especialmente delicados y que se remontan a bastantes años atrás, temas respecto a los que ya se frotan felices las manos en el PSOE, donde se vería casi con entusiasmo el regreso de Cascos a la primera línea política, por la lluvia ácida que ello podría suponer para el PP en cuestiones especialmente sensibles.

Parece fuera de dudas que, con buen sentido, el líder del PP, Mariano Rajoy, resiste las presiones del ala más extrema de su partido, insensatamente proclive al retorno de Cascos a primera línea de acción política, para lo que cuenta con el entusiasta apoyo de la ultraderecha mediática, esto último por razones que en Ferraz conocen bien y que, de salir a la luz, serían sin duda aprovechadas por el PSOE y sus sectores afines. Uno de los principales dirigentes de Ferraz afirmaba, pocos días atrás, en un almuerzo con periodistas más o menos afines, que la candidatura de Cascos sería la mejor noticia del momento para el PSOE, "un auténtico balón de oxígeno" en un momento en el que sin duda lo necesita el partido del Gobierno, cuando los niveles de popularidad de Rodríguez Zapatero han caído a mínimos históricos.

Lo cierto es que Rajoy, un político que tendrá otros defectos pero a quien ni los peores enemigos niegan relevantes cualidades de inteligencia y honradez, bien asesorado además por no pocos de los mejores dirigentes del PP, parece mantener una postura firme frente a las inoportunas y peligrosas ambiciones del hombre que, cuando era nada menos que vicepresidente del Gobierno, puso todos sus esfuerzos en deteriorar a su correligionario, entonces titular de Fomento, el muy serio y honrado Rafael Arias-Salgado, para, una vez conseguido su objetivo, "descender" desde las alturas de la Vicepresidencia precisamente a la titularidad de ese Ministerio.

Las interioridades del PP son muy complejas y sería por ello temerario hacer pronósticos sobre lo que pueda suceder con las ambiciones de Alvarez Cascos,  pero lo que puede asegurarse, y resulta bien significativo, es que en la dirección del PSOE se recibiría con entusiasmo el regreso del tan controvertido político asturiano a la primera línea de la contienda política. Si la vieja sabiduría popular advierte que "del enemigo, el consejo", la dirección nacional del PP haría probablemente bien en mantenerse firme frente a las ambiciones de Álvarez Cascos y dejar meridianamente claro que en el PP manda Rajoy y sobre todo, lo que Rajoy significa en términos de honradez y credibilidad para la gestión de los asuntos públicos. Para ello es preciso que Rajoy demuestre que quien le echa un pulso, lo pierde.
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