Objetivo: meter a Argelia en el plan para el Sahara

Ése es el auténtico motivo de la visita de Miguel Ángel Moratinos a Argelia: arrancar un compromiso del presidente Abdelaziz Bouteflika para un ‘nuevo’ plan de paz para el Sahara, dado que el denominado ‘plan Baker’ y sus secuelas ha quedado finiquitado, volado. Es una evidencia, pero así lo han reconocido ahora a diario e-Xclusivo medios diplomáticos.

Éste es el escenario analizado por el presidente Rodríguez Zapatero y su ex ministro de Exteriores, Moratinos, ya que Trinidad Jiménez no cuenta en este caso concreto: el campamento que se montó cerca de El Aaiún lo hicieron los saharauis ‘sólo’ para reivindicar mejores condiciones de vida. Hasta ese momento, Marruecos lo ‘toleró’, pero el Frente Polisario ‘conquistó’ el campamento y lo que era una reivindicación contra las malas condiciones de vida se convirtió en una reivindicación política a favor de la autodeterminación del Sahara. Marruecos ya no lo aceptó y, pensando que Argelia estaba detrás de esta maniobra política, actuó con la máxima contundencia.

Nos cuentan esos medios diplomáticos que el hecho de que la policía y el ejército marroquíes actuaran tan brutalmente contra los saharauis no sólo en el campamento, sino también en El Aaiún es una prueba de que las conversaciones están acabadas. Y si están acabadas es porque no se ha afrontado bien el problema: no puede haber un plan para el Sahara si no hay una negociación a tres bandas; es decir, con la inclusión de Argelia. Y un compromiso con los argelinos es lo que busca Moratinos, para sondear luego a los marroquíes al respecto.

Ahora bien, nos dicen también que la solución diplomática es más complicada que nunca: sólo Marruecos quiere la autonomía para el Sahara, que es lo que establece el ‘plan Baker’ y que es lo que apoya el Gobierno español. Pero Argelia y la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) sólo aceptan la autodeterminación. Por lo tanto, la labor de Moratinos sólo puede servir para que España y Argelia no se enemisten –nos va en ello muchos intereses económicos-, pero que al mismo tiempo no se moleste el rey Mohamed VI. En definitiva, que no hay solución, y España evitará por todos los medios condenar a Marruecos, no sea que los alauítas abran la espita de la emigración ilegal, entre otras cosas.

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