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¡Andaluces, levantaos!

¡Andaluces, levantaos!

sábado 26 de febrero de 2011, 10:05h
El lunes, 28-F, se celebra el XXXI aniversario del referéndum que consiguió la autonomía para Andalucía, un referéndum que obtuvo mayoría absoluta en siete de las ocho provincias andaluzas (todas excepto Almería donde el "sí" no alcanzó la mitad más uno del censo total de votos exigido) y que, pese a los impedimentos del Gobierno de la UCD, pese al eslógan de Lauren Postigo ("Andaluz éste no es tu referéndum") y a la kafkiana pregunta colocada en la papeleta, que no entendía ni Dios, ("¿Da usted su acuerdo a la ratificación de la iniciativa prevista en el artículo ciento cincuenta y uno de la Constitución a efectos de la tramitación por el procedimiento establecido en dicho artículo?"), se logró que los andaluces accediéramos al nuevo Estado autonómico por la vía del artículo 151 de la Constitución, la de los llamados territorios históricos como Cataluña, País Vasco y Galicia.

Han pasado más de tres décadas y, a estas alturas de la película, son muchos los andaluces que se cuestionan para qué ha servido el proceso autonómico que tanto costó en su momento, con su duplicación de instituciones y cargos y el manifiesto derroche de un dinero que no hay. Se hablaba de acercar la política al ciudadano, pero al andaluz de Almería o de Jaén, de Huelva o de Cádiz, Sevilla le cae casi tan lejos como le quedaba Madrid antes de 1980. Y si en 1980 Andalucía era una región subdesarrollada, treinta y un años después, y pese a las inmensas ayudas de la Unión Europea para sacarnos de la segunda división regional, continuamos ostentando el récord de parados de Europa (con un índice cercano al treinta por ciento de la población activa) y seguimos siendo de las últimas en nivel educativo, según el informe PISA. Dicen quienes nos gobiernan, que saben ustedes que durante estos treinta años siempre han sido los mismos, que hemos prosperado ¡faltaría más!, que se han reducido las desigualdades ¡naturalmente!, que han mejorado nuestras infraestructuras ¡como en todo el mundo desarrollado! y que somos una región con futuro ¡ojalá!. Es posible. No lo niego. Pero Andalucía carece de un tejido económico fuerte, carece de industrias y su economía se sigue basando en el turismo y la agricultura. Y ambos factores pueden irse al garete sin las ayudas europeas, sin las subvenciones y con unos servicios cada vez más caros y más anquilosados.

A todo esto, la Junta de Andalucía mantiene una red clientelar, forjada durante treinta años, que impide que la comunidad pueda desarrollar su enorme potencial. Aquí, y no es un tópico, existe demasiada gente que vive a espensas de las administraciones públicas (el caso de los "eres" fraudulentos y la negativa del PSOE a crear las necesarias comisiones de investigación tanto en el Parlamento como en el Ayuntamiento de Sevilla, es un ejemplo paradigmático) y son contadas las empresas que se permiten arriesgar sus fondos y su patrimonio para impulsar el progreso de la región. Es cierto, también, que los andaluces jugamos en campo contrario a la hora de los tópicos, que mientras algunos de ellos, como el sol o la alegría, pueden hacernos un favor, otros como la indolencia o las excesivas fiestas, nos colocan en el nivel más bajo de la autoestima respecto al resto del Estado. Hay que luchar contra estos estereotipos como hay que hacerlo contra quienes quieren imponernos su estado único como el mejor de los sistemas políticos posibles.

Puede que este 28-F sea el último (o el penúltimo) de los días de Andalucía presididos por un miembro del Partido Socialista desde hace treinta y un años (Escuredo, Borbolla, Chaves y Griñán). Por primera vez en tres décadas parece posible un cambio de régimen, un vuelco a la tortilla quemada ya por una de sus caras. Dicen las encuestas que más de la mitad de los andaluces lo creen necesario. Si se llega a producir, que aún lo dudo, esperemos que suponga un nuevo despertar del pueblo andaluz similar al que ocurrió aquel 28 de febrero de 1981. Como bien canta el estribillo de nuestro himno escrito por Blas Infante, "¡Andaluces, levantaos, pedid tierra y libertad, sea por Andalucía libre, España y la Humanidad...!" Ya va siendo hora de despertar de un sueño que dura demasiado tiempo y que se ha convertido en una horrible pesadilla.
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