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Yo también hice el tonto a 110

martes 08 de marzo de 2011, 10:03h
 El lunes fue el primer día en que entró en vigor la nueva "ley de los cientodiez", esa que dicen ellos  que nos va a ahorrar un huevo de gasolina a los españoles y que yo creo que es una más de las pamplinas prohibitivas a las que nos tiene sometido Zapatero desde que descubrió que podía "putearnos" simplemente con cualquier ocurrencia que se le pasara por su mente mientras hojea El País o Público. El caso es que bastaba asomarse a cualquier atuovía española para comprobar la procesión de vehículos como si fuera un atasco del fin de semana volviendo de Matalascañas a Sevilla. Los españoles seremos muy indisciplinados, muy ácratas, y muy insolodarios, pero el lunes, en las autovías andaluzas las largas colas de automóviles y camiones indicaban que todo el mundo, yo creo que más por miedo a la multa y a perder algún punto que por propia convicción, respetaba el nuevo límite de velocidad. ¡Qué digo que respeteba, la gran mayoría  ni llegaban a los cientodiez, levantaban el pie del acelerador cuando la aguja del cuentakilómetros señalaba cien no fuesen a tener mala suerte y toparse con uno de los cientos de controles móviles que había desplegado la Guardia Civil! Todos parecíamos noveles con la "L" en la luneta trasera del vehículo! Desesperante. Total, para nada. Ni ahorro, ni leches. Sólo para darle el gustazo a Zapatero y sus muchachos de gozar de su mando en plaza y fastidiarnos, una vez más, al resto de los ciudadanos (y ciudadanas, que es el día de la mujer trabajadora).

Sinceramente creo que cada día que pasa los españoles nos estamos volviendo mas sumisos, o más imbéciles, a imagen y semejanza del mister Bean que nos gobierna. Da igual que el paro ronde los cinco millones, da igual que tengamos que salirnos a la calle para echar un pitillito, da igual, que nos congelen las pensiones o que nos bajen los sueldos, da igual que tengamos que cotizar hasta los sesenta y siete años para cobrar una pensión ridícula (si es que la cobramos), da igual que nos suban la luz, el gas y los transportes, da igual que suban las hipotecas, da igual que hayan estafado 650 millones del erario público con los expedientes de regulación de empleo fraudulentos, da igual que, por decreto, coloquen a veinticinco mil enchufados de la cuerda socialista en la Junta de Andalucía, da igual...nos da igual todo. Aquí no se mueve ni Dios. Vaya pandilla de borregos en la que nos hemos convertido por el miedo a perder el empleo, los puntos del carnet de conducir o la tranquilidad.

A mí ésto del ahorro de combustible me suena a puro cachondeo, a una gilipollez más. Ya verán como, cuando comience la próxima campaña electoral, los partidos dilapidan el dinero como si nos sobrara a todos. Verán a Zapatero y Rajoy, a Griñán y Arenas ir en avión o helicópero de una punta a otra de España o de Andalucía, organizar mítines multitudinarios pagándole los autobuses y el bocata a los asistentes, acudir a restaurantes de alto copete, empapelar las ciudades con los carteles de los candidatos y prometer el oro y el moro como si el dinero que ellos se gastan a espuertas no saliera de otro sitio que del bolsillo de todos los españoles, incluidos los parados.

Y ya que no somos capaces de plantarle cara a esta pandilla de inútiles, digo yo que, al menos, podríamos ir de insumisos y saltarnos a la torera muchas de las incontables prohibiciones a las que nos someten, aunque sea de tapadillo. Así, aunque solo fuera por vergüenza torera y autocomplacencia,  estaríamos haciendo un acto de rebeldía contra unos señores que disfrutan haciéndonos la puñeta. Sería el primer paso de una revolución que el pueblo español necesita para recobrar una autoestima que hemos perdido a pasos agigantados en los últimos años y que, de seguir así, acabará por convertirnos en esclavos de un poder para el que cada vez cuenta menos la opinión de los gobernados.


 
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