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'Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín', bellísima farsa trágica de Facal y Conejero sobre el clásico de Lorca

'Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín', bellísima farsa trágica de Facal y Conejero sobre el clásico de Lorca

miércoles 27 de abril de 2016, 08:58h

“Amor, amor/ que estoy herido./ Herido de amor huido,/ herido,/ muerto de amor…” es el famoso poema en torno al cual García Lorca construyó su ‘Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín’, un texto que ha adaptado ahora Alberto Conejero -La piedra oscura, Cliff (acantilado) y Todas las noches de un día-, y ha dirigido Darío Facal con su sello personal, un tanto atrevido y siempre renovador (Las amistades peligrosas, El burlador de Sevilla…). La versión lleva el subtítulo de “Aleluya erótica, acompañada del Retablillo y otros poemas de Federico García Lorca” que justifica la ligera, pero, a mi entender, delicada y brillantísima intervención del texto original ya que se han incluido fragmentos de El Retablillo de don Cristóbal, además de poemas y otros textos de Lorca, que son introducidos por un personaje nuevo, El Poeta.

Escrita entre 1922 y 1926 y estrenada en el año 1933, ‘Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín’ es una farsa que termina en tragedia, en la que, sin embargo, se mezcla la lírica más delicada con la guasa y lo estrafalario. El personaje principal es Don Perlimplín (interpretado por un inmenso Emilio Gavira), un solterón voluntario, ya de avanzada edad, a quien convence Marcolfa, su criada (Berta Ojea) de que contraiga matrimonio con su vecina Belisa (Olivia Delcán), una jovencita de 20 años, que aun no conoce varón, vestida con pantaloncito corto y que aún juega con el aro en su cintura, y a quien su madre (Cristina Otero) entrega por interés y sin tener en cuenta la voluntad de su hija. Recién casados, Belisa, sin embargo, se enamora de otro hombre y Don Perlimplín pergeña un plan para acabar con su comprometida situación que acabará en tragedia. Hay, además, un quinto personaje, El Poeta, interpretado por Kees Harmsen.

Todos los actores están estupendos, pero es de justicia hacer una mención especial para un excelso Emilio Gavira que dota a Don Perlimplín de una ternura, un amor y una tristeza grandiosos que, en especial cuando, micrófono en mano, (una de las constantes de Facal, esta de recurrir en determinados momentos al micro…) recita “Amor, amor/que estoy herido...” con la emoción y la profundidad de haberlo sido directamente por el dios Cupido.

El montaje, que es un encargo a medida realizado por la Comunidad de Madrid en el año del 80 aniversario de la muerte de Lorca, forma parte de la programación del XXXIII Festival de Otoño a Primavera y es un verdadero acierto de este haber recurrido a dos de los más celebrados hombres de teatro de nuestros días, Alberto Conejero y Darío Facal, para reinventar a Lorca de forma tan exquisita, renovadora y contemporánea a la vez que -estoy seguro de ello- si el poeta resucitara no tendría inconveniente alguno en dar su plácet, y hasta de hacer completamente suyo el espectáculo.

Naif

Cuando el espectador accede a la Sala San Juan de la Cruz del Teatro de la Abadía y dirige su mirada al escenario, le surge la duda de si allí va a haber una representación de guiñol. El original espacio escénico es de María de Prado, y en él hay cinco cartones, de izquierda a derecha del escenario, que simulan otros tantos espacios: una fachada de pisos (casa de Belisa) atravesado, de arriba abajo, por el dibujo de una red roja, que más tarde adquirirá su pleno significado; un jardín con flores que tiene delante una hamaca de rayas blancas y azules, de playa, donde toma el sol Belinda; el tercer cartón representa el interior del salón de la casa de Perlimplín donde puede verse un caballo de madera, y, encima, un letrero luminoso con la palabra “calor”; delante, un sillón rojo de piel y otro cartón pequeño que representa el balcón de la casa del solterón empedernido y, por último, el quinto hace referencia al interior del dormitorio conyugal, con una cama delante.

A la izquierda del escenario, una mesita encima de la cual aparece un torso de hombre con cuernos que sirven de percha de sombreros, donde permanecerá el personaje del Poeta durante toda la obra. Pero no es el único objeto curioso del atrezzo. Aparecen también objetos de corte surrealista en el sueño de Don Perlimplín, como un caimán, varias fotos de hombres musculosos, un gran pene, la foto de Lorca, cinco niños de diferentes razas que tiene Belisa -cada uno de un padre distinto-, y que suben por el balcón de la casa la noche de bodas...

El conjunto está delicadísimamente iluminado por Manolo Ramírez. El diseño del vestuario de los personajes lo firma Ana López Cobos, que mezcla trajes de época (el uniforme de la criada o el vestido de boda de Belisa) con otros totalmente modernos como el bikini y los pantalones cortos con camiseta ajustada y gafas de sol de color de Belisa, o el traje de baño rojo, con capa incluida, de Superhéroe que luce Gavira.

Detallo tanto escenografía y vestuario porque ambos contribuyen decisivamente en la idea del director de pronunciar y contrastar las dos facetas que determinan la farsa y la tragedia del montaje: el humor, que a veces roza lo puro, lo infantil, y la violencia que finalmente desatan los celos de Don Perlimplín. Se trata, en conjunto, de un montaje excelente, un punto arriesgado, como todo lo que hace Darío Facal (pero, no lo olvidemos, el verdadero arte siempre entraña cierto riesgo), que parte de una extraordinaria adaptación de quien hoy es, probablemente, uno de los mayores conocedores de la obra de Lorca, Alberto Conejero, en donde todos los elementos escenográficos están al servicio de un gran elenco de actores, que construyen al alimón un ‘Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín’ memorable.

‘Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín

Autor: Federico García Lorca

Versión: Alberto Conejero

Dirección: Darío Facal

Reparto: Emilio Gavira, Olivia Delcán, Berta Ojea, Cristina Otero y Kees Harmsen

Ayudante de vestuario: Paola de Diego

Música: Room 603

Fotografía: David Díez

Ayudante de dirección: Javier L. Patiño

Ilustrador: Javier García Herrero

Regiduría: Cristina Otero

Producción: Metatarso y Festival de Otoño a Primavera

Teatro de La Abadía. Sala Juan de la Cruz (Madrid)

Cuatro únicas funciones, los días 20, 21, 23 y 24 de abril.

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