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Yebes pide la declaración de Bien de Interés Cultural para un refugio subterráneo de la Guerra Civil

jueves 27 de noviembre de 2014, 13:53h

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Excavado a 10 metros bajo tierra, el búnker subterráneo de Alcohete (Guadalajara) se construyó en 1937 para acoger al Estado Mayor del IV Cuerpo del Ejército republicano al mando del anarcosindicalista Cipriano Mera, que huía de los bombardeos a los que la aviación nacional sometía a Guadalajara. Esta magnífica obra de ingeniería militar de las unidades de zapadores de este bando es uno de los vestigios arquitectónicos mejor conservados de la Guerra Civil. 

El complejo tenía tres accesos: uno de ellos cegado, otro es una simple trampilla a ras de suelo y el último consiste en una entrada abovedada en superficie que precede a una larga escalinata por la que se baja al pasillo principal. Es la 'Posición Saldón', nombre en clave que identificó a uno de los tres refugios aislados del frente de los que se tiene constancia en España.

Con el fin de preservar el recinto y dotarlo de una figura de protección que permita su incorporación al catálogo patrimonial de Castilla-La Mancha, el Ayuntamiento de Yebes se ha dirigido a la Consejería de Educación y Cultura para solicitar la declaración de Bien de Interés Cultural para este "testimonio material" de la contienda civil española. 

Es el primer paso, explica el consistorio, para salvaguardar su conservación y, con posterioridad, "proyectar la construcción de un modesto edificio en sus proximidades que acogería el Centro de Interpretación de la Guerra Civil española en Guadalajara". Mediante paneles explicativos, los visitantes tendrían la oportunidad de conocer de primera mano la ingeniería civil que configuró el frente de Guadalajara y el sistema de defensa que se diseñó en torno a la capital de España.

El refugio se organiza en forma de U en torno a tres pasillos y cuenta con un núcleo central en el que se disponen la mayoría de las estancias. Aparte de las diez salas cuadradas de alrededor de 6 metros cuadrados cada una, existe una dependencia que hacía las veces de subestación eléctrica. Esta sala conserva dos transformadores: uno contemporáneo al búnker y otro de datación posterior. Aunque sus usos no están claros, todo apunta a que pudo disponer de dormitorios, enfermería, salas de planos y estación de radio, todas ellas destinadas a oficiales dado que la tropa ocupaba las instalaciones del Sanatorio de Alcohete.

Equipado con elementos de ligera sobrepresión atmosférica y un pozo de ventilación de 12 metros para captar aire limpio que contrarrestase los efectos de los gases tóxicos, este complejo construido a diez metros de profundidad era capaz de resistir la onda expansiva de proyectiles de 155 mm y bombas de 100 kilos. Su diseño era perfecto para garantizar la estanqueidad frente a los ataques con gas puesto que el enterramiento y la quebradura de las galerías en ángulo impedían su fácil propagación. Estaba preparado para alojar a más de un centenar de personas, y un generador de gasoil alimentaba la iluminación interior y el funcionamiento de los sistemas de bombeo de aire y agua.

El alcalde de Yebes valora la "idoneidad y oportunidad" de dotar a este "testigo silente" de la contienda española de alguna de las figuras de protección previstas para los bienes muebles. Ormazábal entiende que "reúne los valores recogidos en la legislación vigente al tratarse de una construcción vinculada a un periodo funesto de la historia reciente de nuestro país", en concreto, la Ley 4/2013, de 16 de mayo, de Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha. 

Para ello, se ha remitido a la Consejería de Educación y Cultura un amplio dossier que explica de forma documental la relevancia que tuvo este refugio subterráneo durante la Guerra Civil y la necesidad de impulsar su conservación.

El refugio de Alcohete fue concebido para dirigir en situación de emergencia y durante semanas a todo un ejército, incluso sin contacto directo con el exterior. Para ello contaba con medios autónomos, conexión telefónica segura y su localización era secreta con el fin de preservarlo de las ofensivas de la aviación y la artillería. 

Además de Cipriano Mera, se tiene constancia documental de que por este lugar también pasaron el general Segismundo Casado y hasta Juan Negrín, último Presidente del Gobierno de la II República.

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