‘Demonios’: válvulas de escape en la pareja

Lars Noren (Estocolmo, 1944), plantea en sus obras dramáticas conflictos personales que, en buena medida, reflejan una tensión social, mucho más general, que afecta a toda una sociedad, la de nuestro tiempo, a la que parece costarle mucho digerir los efectos secundarios de las relaciones personales. En ‘Demonios’, desde luego, la tolerancia, la comprensión, la empatía y el respeto brillan por su ausencia y así, claro, luego sucede lo que sucede…

Cuando, en un día normal-como todos-, Frank llega a casa, se encuentra todo patas arriba. El desorden y el caos invaden todo en un piso moderno, confortable, diáfano, con los elementos mínimos y con grandes espacios para hacer algo más cómoda la existencia a los dos únicos moradores del apartamento, Franky Katarina, que ya rozan la cuarentena, y que llevan nueve años conviviendo como pareja y no tienen hijos, ni muchas perspectivas de llegar a tenerlos.

Al entrar al apartamento,Frankbusca un lugar donde dejar una bolsa de papel. Lo que lleva en ella no es la compra, sino las cenizas de su madre, que acaba de morir, ha sido ya incinerada, y aguarda la llegada del hermano de Frank para celebrar el entierro. Pero este, aduciendo algún contratiempo, dice por teléfono a su hermano que no va a poder llegar hasta eldía siguiente y eso trastoca los planes de la pareja. Su relación, como puede deducirse de sus primeras palabras, es frágil y tortuosa, casi infernal.

Jenna y Thomas son los vecinos del piso de abajo; son de la misma generación que Frank y Katarina, pero tienen dos hijos y su existencia es aún más anodina y previsible que la de los vecinos de arriba. El arroz que Jenna pide prestado a sus vecinos es el punto de partida de una reunión de las dos parejas en la que salen a relucir las mezquindades, las frustraciones y hasta las desviaciones sexuales de ambas. La aparentemente idílica relación de la pareja de jóvenes padres se ve así contaminada por la relación infernal que mantiene la otra pareja y da lugar a un montón de situaciones verdaderamente bochornosas entre los cuatro personajes.

La experimentada mano de Fuentes Reta (Cuando deje de llover, HardCandy, etc.) plantea un montaje descarnado, diáfano, sin más elementos de los necesarios para que el conflicto surja directo y sin subterfugios. Tanto la escenografía (Juan Sanz Ballesteros y Miguel Angel CosoMarín), como el diseño de luz (Joseph Mercurio) y de sonido (Iñaki Rubio), apuntan también en esa misma dirección. El único toque de sofisticación lo aporta el vestuario (Laura Renau), especialmente en el personaje deKatarina, particularmente caprichosa y sensual.

Con todo, tengo la impresión de que cuanto sucede en escena no está muy cerca de la sensibilidad del español de mediana edad que, muy posiblemente, canaliza sus frustraciones y contratiempos por vías que llegan más allá de las cuatroparedes del apartamento que habita (bares, terrazas, gimnasios y últimamente, sobre todo en el trabajo y aledaños -reuniones, conferencias, seminarios, etc.-…), no como sucede en los países nórdicos, donde la climatología limita este tipo de expansiones. Claro que esa es una opinión muy personal para justificar un cierto distanciamiento del espectador con lo que se plantea en escena.

‘Demonios’
Texto: Lars Noren
Traducción y Adaptación: Francisco J. Uriz
Dirección: Julián Fuentes Reta
Intérpretes: Alberto Berzal, Paola Matienzo, Ruth Díaz y David Boceta
Producción: Giulia Bonnat
Teatro Galileo, Madrid
Hasta el 19 de marzo de 2017