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Eduardo Garzón: "Estoy seguro de que si la gente lo entendiera, se sentirían muy identificados con el comunismo"

viernes 03 de junio de 2016, 11:38h
Eduardo Garzón: 'Estoy seguro de que si la gente lo entendiera, se sentirían muy identificados con el comunismo'
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(Foto: Kike Rincón)

Eduardo Garzón es asesor del área de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Madrid, y, en su condición de experto en materia económica, propone una forma alternativa de gestionar y hacer política económica, basada en no rescatar a los bancos sino a las personas. Convencido de la necesidad de cambiar el modelo productivo, no duda en alzar la voz para explicar en qué consiste la Economía crítica o alternativa. Además de analizar para Diariocrítico sus propuestas y la situación económica que atraviesa el país, en el plano político, Garzón confía en que saldrá un gobierno de cambio de las elecciones del 26-J, y cree que no se repetirá el escenario vivido en los últimos meses.

- Vamos a empezar dibujando el contexto económico en el que nos encontramos, ¿cómo analizas la situación actual?

Desde el año 2007/2008, la economía internacional ha entrado en una época de recesión, y ahora estamos en una especie de estancamiento, en la que ni siquiera las economías emergentes de Asia o Sudamérica, que estaban tirando del carro a partir de 2009 o 2010, pueden seguir haciéndolo por una serie de factores internacionales que se lo impiden. Llevamos 7 años de crisis y parece que no se ve la luz al final del túnel. Vemos todos los días cómo los bancos centrales de los países más importantes del mundo no saben qué hacer con respecto a la política monetaria o la política fiscal porque las medidas que están llevando a cabo, conocidas como expansión monetaria (crear dinero de la nada para dárselo a las instituciones financieras, a ver si ponen en ese dinero en circulación mediante créditos a familias y empresas), no están funcionando. El crédito no está reactivándose en casi ninguna parte del mundo, y por tanto, ahora se encuentran en un callejón sin salida, en el que no pueden seguir con esta estrategia, y ya no saben qué hacer. Hay algunas ideas alternativas que se están planteando, pero que de momento parece que no van a llevar a cabo, como podría ser, crear el dinero para dárselo directamente a las familias y a las empresas ‘puenteando’ a los bancos, ya que estos no están poniendo el dinero a su disposición mediante créditos.

- ¿Cómo se debería haber gestionado la crisis económica para no haber ahogado a miles de familias y empresas?

Hay que tener en cuenta que la crisis que estamos viviendo ahora, a nivel nacional e internacional, es resultado de un proceso que viene de muy atrás. Estamos hablando de un modo de organizar la economía que se ha expandido a partir de los años 70 y 80 del siglo pasado, que consideraba que el sistema económico capitalista había funcionado tras la Segunda Guerra Mundial hasta esas décadas. Pero empezaron a vislumbrarse signos de debilitamiento, entonces, la idea que se les ocurrió a nivel internacional, fue poner en marcha una serie de medidas conocidas como neoliberalismo, que consisten en reducir o controlar los salarios de los trabajadores para impulsar los beneficios de las empresas, permitir que las entidades financieras tengan mayor libertad de acción para poder dar crédito o especular en los mercados financieros, permitir que las empresas a nivel internacional pudieran comerciarlizar sus productos con menos trabas, y reducir el tamaño del sector público y otorgar más margen al privado para que aumentara los beneficios y reactivara la maquinaria económica. Lo que ha sucedido es que eso funcionó de forma relativa, con un impacto social que se ha visto reflejado, entre otras cosas, en la reducción de los salarios. Esto se consiguió a través de la estimulación de una serie de burbujas financieras, basadas en expectativas o en la actividad inmobiliaria, como en el caso de España, que en última instancia estaban abocadas al fracaso. Lo que vemos es que se impulsaron una serie de medidas que sólo ‘empujaban’ el problema hacia delante, y en algún momento tenía que estallar. Efectivamente, estalló en diferentes lugares del mundo y en diferentes momentos, pero la explosión total llegó en 2007. A partir de ahí, se podían haber puesto en marcha otras medidas en lugar de las neoliberales, para no detraer tanto las condiciones de vida de la mayoría social, pero a pesar de que dirigentes como Sarkozy habían declarado que había que reinventar el capitalismo porque no había funcionado, vimos que lo que se hizo fue una nueva vuelta de tuerca. Es un modo de organizar la economía que no es científico ni técnico, es sólo una decisión política que ha tenido una serie de costes para la mayoría de la población.

- Tu propuesta en esta materia se define como economía crítica o alternativa, ¿en qué consiste?

La economía crítica parte de la premisa de que hoy día en las facultades de Economía o en las tertulias de televisión o en las barras del bar, hay una visión de la economía que suele ser única y muy convencional. Es como si la Economía fuese una ciencia matemática, y en la que la solución a un problema es única y exacta, cuando en realidad, la Economía es una ciencia social que depende de multitud de factores, entre ellos el subjetivo, ya que no es lo mismo entender la economía siendo un multimillonario que siendo un indigente. La economía crítica intenta exacerbar ese carácter plural y heterodoxo de una ciencia, que en absoluto es exacta, sino que tiene multitud de perspectivas. Las facultades de Economía deberían enseñar todas las perspectivas o enfoques de la Economía para que la gente, teniendo toda la información necesaria, pudiera formar su opinión. Ahora sólo se explica una visión de la teoría económica y eso tiene una consecuencia muy negativa, y es que, cuando uno propone medidas alternativas para organizar la economía, suele recibir las críticas de quienes piensan que sólo hay una economía posible. La economía crítica consiste en entender que lo que hoy se está haciendo en materia económica no es la única alternativa posible. Si no se aplican este tipo de medidas alternativas es porque hay unos poderes fácticos, que son la élite económica y política, que no aceptan nada que vaya en contra de sus intereses.

- ¿Cómo se lleva a la práctica este sistema económico alternativo?

Lo primero que habría que cambiar es la Educación, si estamos viendo que la gente que sale de las facultades de Economía sólo tienen una visión, será muy difícil que estas personas cambien su forma de pensar. El sociólogo Thomas Kuhn decía que hay paradigmas de pensamiento que no siguen una línea cronológica, sino que los paradigmas dependen de la relación de fuerzas, y cuando un grupo de poder quiere mantenerlo, hace todo lo posible para que ese paradigma impere, aunque vaya en contra de la realidad y no sirva para explicar lo que ocurre. Kuhn decía que los paradigmas mueren, cuando mueren las personas que creen en ellos. Sin embargo, hemos visto cómo ha cambiado la forma de entender el mundo y la economía desde el año 2006 al actual, y creo que la gente se está dando cuenta de que no sólo hay una forma de organizar la sociedad y que las cosas se pueden hacer de otra manera. La mentalidad de la gente está cambiando, pero eso no se consigue de la noche a la mañana. Además de poner la atención en la Educación, se pueden hacer cosas a nivel material, por ejemplo, un hipotético gobierno que quisiera aplicar políticas alternativas y demostrase que funcionan y sirven a los intereses de la mayoría, la gente cambiaría su modo de pensar.

- Cuando se pronuncian los mensajes del miedo tipo: ‘con los de Podemos, nos vamos a convertir en Venezuela’, ‘hay que cumplir los objetivos de déficit por encima de todo’ o ‘si gobierna Podemos se producirá una fuga de capitales’. ¿Está jugando la clase política tradicional, y en especial el Gobierno del Partido Popular con el desconocimiento de la sociedad en materia económica?

Absolutamente. En Economía se utilizan tecnicismos que ni siquiera tienen por qué explicar la realidad, pero hacen el mensaje lo más opaco posible para que la gente no lo entienda. Ni siquiera haría falta usar esos tecnicismos, pero los gobernantes de turno los utilizan de forma recurrente para blindarse. La mejor forma de que no critiquen tu postura, es que no la entiendan. Además de los tecnicismos, recurren a trucos tan ridículos como comparar al Estado con una familia, y dicen que si una familia no puede endeudarse, el Estado tampoco, cuando en realidad, son dos cosas completamente distintas. Necesitamos formación y pedagogía con la gente. Yo siempre critico que en la Educación básica e incluso en la superior, no se habla de economía, cuando es algo tan importante como saber cómo se distribuye la renta en nuestra sociedad o entender porque hay gente más rica que otra. Eso no explica porque hay interés en ocultar un sistema desequilibrado, en el que una serie de personas se benefician del status quo, y una mayoría sale perdiendo. Si el Estado facilitase el que la gente tuviera la información y conocimientos necesarios, podrían entender al ministro de Economía o de Hacienda, y podrían formar su propia opinión. Un pueblo ignorante, es un pueblo fácil de engañar, y aquí reside la clave del problema. No se puede tener una democracia sana, si la gente no tiene las capacidades para decidir, con toda la información, cuál es la opción que más les beneficia. Sin embargo, creo que se ha hecho un gran progreso desde el año 2006, aunque queda mucho trabajo por hacer.

- Dices que desde 2006 la gente se ha empezado a preocupar más por la economía y por comprenderla, ¿sólo nos preocupa en épocas de crisis?

Desgraciadamente sí, pero porque como te decía, vivimos en un régimen que intenta por todos los medios que la gente no se preocupe por esto y se preocupe por otras cosas que no pongan en riesgo los privilegios de los poderosos, como el fútbol o la ropa. Todo esto se podría cambiar con un sistema que se preocupase porque la gente entendiera cómo se vive hoy en día. Cuando la gente está desinformada, no le interesa la Economía, si viven más o menos bien o si no saben que podrían vivir mejor, quizás esto último sea lo más importante. Es evidente que la gente que se preocupa es porque lo ha sufrido y ha comprobado que antes vivía mejor.

- Conceptos como la prima de riesgo, el déficit o la deuda pública se han colado en nuestro vocabulario en los últimos años y se han convertido en los ‘fantasmas’ de la crisis, pero según tú, ni el déficit ni la deuda pública son el problema. ¿Cuál es el problema entonces?

En 2012, cuando la prima de riesgo estaba por las nubes, nosotros decíamos que la solución era que el Banco Central Europeo (BCE) empezara a actuar, empezara a comprar deuda pública, pero la gente decía que eso era una barbaridad y que lo que había que hacer era recortar. El 27 de julio de 2012 el BCE actuó porque las fuerzas contestatarias, tanto de izquierda como de derecha, estaban ejerciendo una presión muy importante, y el problema de la deuda pública y el déficit público dejó de ser prioritario. Eso es lo que nosotros defendíamos y el tiempo nos dio la razón. Nosotros decimos que el verdadero problema es la deuda privada, es decir, la deuda de familias y empresas, que no pueden ni invertir ni consumir porque el poco dinero que obtienen, lo dedican a devolver la deuda, entonces es un dinero que no se pone en circulación, y ese es el verdadero problema. No se puede comparar la deuda privada con la deuda pública porque lo público es una administración que crea y utiliza el dinero. El BCE no podría nunca quebrar porque tiene la capacidad de crear el dinero, pero una familia no puede crear ese dinero, por lo que no está en las mismas circunstancias. Es mucho más preocupante esa deuda que la de los Estados, y esto parece que ahora empieza a verse claro, el cómo la actividad económica, estando la prima de riesgo en mínimos históricos recientes, no se recupera, y eso es porque las familias y empresas están endeudas. Para atajar el problema de la deuda privada habría que hacer una reestructuración, que es algo que ha ocurrido en muchos países en diferentes momentos. Esta premisa también la comparten partidos como Unidos Podemos, que dicen que si se descarga una parte de la deuda de las familias y empresas, podrán usar el dinero y reactivar la economía.

- En un mundo globalizado, ¿qué consecuencias tendría para España salir de la Eurozona y de la Unión Europea?

Es difícil prever los efectos o saber qué ocurriría porque no hemos tenido nunca una experiencia similar a la de la Eurozona, con una moneda única enarbolada por tantos países, y que luego se desintegre o se rompa esa unión monetaria, pero lo que está claro es que tal y como está interpretado el euro, es una barbaridad y un callejón sin salida. Es como querer ponerle el mismo traje a personas que tienen envergaduras de cuerpo diferentes; habrá a quienes les siente bien el traje y a quienes le siente fatal. Esto es lo que ocurre en la Eurozona, a países como Alemania, Países Bajos o Austria, le viene muy bien el euro tal y como está concebido, pero a los países del sur, como Italia, Grecia, España y Portugal, les viene profundamente mal. Lo ideal sería re articular el diseño, mal previsto en su origen, para que haya una compensación entre los que salen beneficiados con respecto a los que no. Esto no es nada nuevo, en países como Estados Unidos, no es igual de rico el estado de Nevada que el de California, pero hay un Estado central que, a través de compensaciones fiscales, bancarias y monetarias, intenta rehacer los desequilibrios. La clave sería hacerlo en la Eurozona, pero no se hace por culpa de un diseño institucional fallido. Creo que hay una idiosincrasia muy particular entre los países de la Eurozona, que impide que esto se lleve a cabo. Vemos como los dirigentes de Finlandia o Alemania no paran de llamar vagos a los griegos, incluso a los españoles e italianos, y parece que no hay una verdadera unión política, y eso impide que el proyecto europeo, que podría ser muy potente, se lleve a cabo de forma solidaria. Mientras no consigamos la suficiente fuerza en esa correlación en el seno de la Eurozona, será muy difícil que nuestro país salga adelante con una moneda que no está pensada para nosotros sino para otros países. Yo he planteado que si eso no se puede lograr, una solución podría ser abandonar ese proyecto pero entendiendo que es la última solución en caso de que no haya más remedio.

- Otro de los mensajes con los que se suelen justificar los recortes o la incapacidad para cambiar las políticas económicas es que todo viene atado desde Bruselas y no hay margen de maniobra. ¿Es cierto?

No todo, pero la inmensa mayoría de las medidas económicas están totalmente atadas por la Unión Europa. Esto se debe a que cedimos la soberanía monetaria y no somos capaces de crear dinero ni controlar su capacidad o su volumen, y también acatamos las medidas fiscales, como el hecho de que tengamos que respetar absurdamente un nivel de déficit del 3% del PIB, cuando eso no tiene ningún sustento científico. Hemos cedido nuestra soberanía en muchos ámbitos y ahora toca cumplir y respetarlo, pero la solución o la respuesta que hay que dar es que tenemos que cambiar esto. La idea es ir a dar la batalla en la negociación con la Unión Europea y proponer formas para mejorar la economía, no sólo de España, sino de la UE, pero siempre que nos permitan ser más laxos respetando una serie de reglas. Esto tampoco es nada nuevo, ya que Alemania y Francia han incumplido en numerosas ocasiones todas las reglas de estabilidad presupuestaria, pero España como es un país con menos poder, parece que no se lo van a permitir. Aquí la cuestión es que hace falta echar un pulso a la UE con la idea de demostrar que existen alternativas para mantener un proyecto diferente, pero necesitamos unas reglas diferentes para llevarlo a cabo.

- Otro ejemplo de mensaje del miedo es que con un gobierno de izquierdas el sistema de pensiones sería insostenible

Esas afirmaciones no tienen ningún sentido porque la Seguridad Social tenía superávit incluso en los gobiernos de Zapatero, y que fue a raíz de las reformas laborales y las políticas de austeridad del PP, cuando entraron en déficit las arcas de la Seguridad Social. Esto es algo obvio porque la gente empieza a cotizar menos y se disparan los gastos por prestaciones y desempleo, que hunden la hucha o el saldo de la Seguridad Social. Lo único que sabemos es que si está en riesgo el sistema de pensiones es por las políticas aplicadas por la derecha económica y política, pero no se ha podido ver qué ocurriría si otros partidos aplicasen políticas diferentes. Sabemos cuáles son las soluciones, ya que por ejemplo, mejorando la recaudación dentro del sistema de la Seguridad Social, es posible tener un equilibrio presupuestario, y no tener que recurrir a la hucha de las pensiones, y en el peor de los casos, siempre se puede recurrir a otras partidas presupuestarias. Por lo tanto, no tendría que haber nunca ningún problema con el sistema de pensiones.

- Una de las principales reivindicaciones que comparten diversos partidos políticos es la necesidad de cambiar el modelo productivo. ¿Cuál debería ser ese nuevo modelo?

En primer lugar, habría que hacer una transición del modelo energético porque nuestras empresas y familias pagan la segunda factura de electricidad más alta de la Unión Europea. Cuando se dice que nuestras empresas no son competitivas y tienen que reducir salarios, se tiene que pensar que primero hay que reducir otros costes más importantes como la luz. Hay que acabar con el oligopolio energético y permitir que bajen los precios de la energía, y por supuesto, realizar una transición para que la electricidad se genere de forma más eficiente, en términos ecológicos, y más barata. Hay países como Costa Rica en los que toda su energía es renovable, y España tiene un potencial importante para hacerlo. Además, el modelo productivo está basado pequeñas empresas que se dedican al comercio y la hostelería, y grandes empresas que se dedican o se dedicaban a la construcción. Lo que hay que hacer es re articularlo y detectar los sectores más punteros en términos económicos, como el sector químico o el de las energías renovables, que tienen mucho más impacto económico, y preocuparnos y ayudar desde el Estado para que estos sectores salgan adelante, de forma que cuando estos consigan sus frutos, se redistribuyan sus beneficios. En eso se basan casi todos los países desarrollados, el Estado concede facilidades a las empresas para que impulsen sus negocios, pero con la condición de que parte de sus beneficios reviertan a través de un sistema fiscal solidario.

- ¿Qué opinión te merecen las últimas declaraciones del presidente de la CEOE, Juan Rosell, que sostiene que el concepto de trabajo fijo y seguro es del siglo XIX?

Eso es una aberración porque en pleno siglo XXI, y con capacidad para hacer milagros económicos, nos dicen que tenemos que trabajar más y cobrar menos. Esto no tiene ningún sustento y la gente sabe que podemos vivir mejor, incluso mejor que nuestros padres. Si no somos capaces de vivir mejor es porque estamos organizando la economía de una forma que sólo beneficia a una minoría a costa de la mayoría. Por lo tanto, se trata de una cuestión meramente política, ya que la cuestión técnica está solventada y hay estudios y expertos que demuestran que tenemos capacidad técnica. En absoluto vamos a ceder a este tipo de chantajes y propuestas que sólo buscan aumentar el beneficio empresarial porque creen que es la única forma de activar la economía. Está claro que ellos quieren mantener un sistema económico que respete sus privilegios, y en el que la gente trabaje para servir a ese sistema.

- ¿Te consideras comunista, o lo que a día de hoy se entiende por comunista?

Claro, es que depende de lo que a día de hoy se considere ser comunista. Yo soy comunista entendiendo que es una forma de comprender el mundo que busca la mayor solidaridad posible, el respeto a los Derechos Humanos, y conseguir una cuota de igualdad social y económica lo más avanzada posible. Si alguien define comunista como el dirigente de una dictadura que lo que hace es comer niños y sacar a la gente de sus casas, pues no me considero comunista, evidentemente. El término comunista ha sido denostado a lo largo del tiempo, sobre todo en España y en EEUU. En España, por una dictadura de 40 años cuyo enemigo era el comunismo, y había un interés en denostar esa palabra. Ahora, la idea sería recuperar ese término y explicar lo que significa. Estoy seguro de que si la gente lo entendiera, se sentirían muy identificados porque al final, el comunismo se basa en libertad, solidaridad e igualdad, por lo que la gente no podría oponerse a algo así.


- Respecto a la coalición Unidos Podemos, ha habido voces críticas dentro de IU, como la de Gaspar Llamazares, que sostiene que esa unión supone la absorción por parte de la formación ‘morada’. ¿Crees que supondrá la disolución de IU o que se trata de una coalición necesaria?

Eso de la disolución no tiene ningún sentido porque estamos viendo que ya se han unido y se sigue hablando de IU porque tiene una autonomía importante en la coalición, Alberto Garzón lidera IU y sigue definiéndose como comunista. Eso quiere decir que hay un proyecto político que se sigue manteniendo y respetando y no ha sido absorbido ni eclipsado. Entiendo que la coalición es una especie de colaboración puntual para este momento político y además compartimos muchas propuestas con Podemos, por lo que la idea es diseñar un proyecto político para los próximos 4 años basado en esas medidas de intersección, pero sin abandonar las que quizás queden fuera, porque se mantendrán después de esos 4 años.

- Algunas críticas apuntan al hecho de que IU no contará con su propio grupo parlamentario y su voz será la de Podemos en el Parlamento, y además, se renunciará de alguna manera a aspiraciones históricas de IU como la República o la salida de la OTAN

En cuanto al tema parlamentario, IU no ha tenido grupo parlamentario propio en estos últimos 4 años sino que ha formado parte de Izquierda Plural con grupos como CHA, por lo que ahora sería lo mismo, pero con otros compañeros de viaje. En cuanto a temas como la defensa de la República, no se abandonan sino que se mantienen en el proyecto de IU, que no acaba dentro de 4 años. Tenemos muchas similitudes con Podemos, entonces, abanderaremos las propuestas comunes para diseñar las líneas de actuación de un hipotético Gobierno. El resto de propuestas no desaparecen ni lo harán, y, de hecho, intentaremos convencer a nuestros compañeros de Podemos de que son necesarias.

- ¿Crees que la asignación a Alberto Garzón del quinto puesto de la lista por Madrid supone una relegación o es un ejercicio de altura de miras por parte del líder de IU?

Por supuesto que es un ejercicio de altura de miras, porque no tiene sentido la discusión por el ir quinto o el décimo, si luego sales elegido. Lo importante es que vas a ser diputado y tener voz en el Parlamento. El tema de la visibilidad o el renombre va por otro lado, porque, por ejemplo, la número 2 de Unidos Podemos por Madrid, sale menos en los medios de comunicación que el número 5, que es Alberto Garzón. El puesto es lo de menos y ya que Alberto Garzón declinaba la posibilidad de ser presidente del Gobierno, daba igual que fuese el 2 o el 5.

- Las encuestas apuntan al sorpasso, si no en escaños, al menos en votos, de Unidos Podemos al PSOE, pero está claro, que pase lo que pase, el PSOE será el aliado potencial para un gobierno de izquierdas. ¿Es reconducible la relación con el PSOE después de lo ocurrido en la última campaña y en estos meses de negociaciones?

Claro que es reconducible porque lo importante no son las rencillas políticas sino las propuestas de política económica, social, educativa o internacional que podamos impulsar. En ese hipotético Gobierno apoyado por el PSOE, se pondrían sobre la mesa los asuntos en los que se pueden llegar a acuerdos, para transformar el país a mejor.

- Está claro que las similitudes con Podemos son mayores que con el PSOE, y hay medidas, en materia económica, en las que el partido socialista difiere completamente de vuestro planteamiento y por tanto no estará dispuesto a aceptar. ¿Se está hablando ya de la forma en la que combinar ideas tan dispares?

No sabemos si el PSOE se opondrá a nuestras propuestas económicas porque eso depende de la correlación de fuerzas, si el PSOE queda por detrás en votos y está en una situación de inferioridad frente a Unidos Podemos, va a tener que ceder en muchísimas cosas, aunque hay aspectos comunes como la oposición al PP, que es importante. En lo económico, que será en lo que difiramos más, el trabajo de negociación será complicado, pero creo que todo dependerá de la correlación de fuerzas y de la posición de cada partido.

- En cualquier caso, ¿tendremos Gobierno después del 26-J o existe la posibilidad de unas terceras elecciones?

Yo creo que no va a haber terceras elecciones porque no se puede marear tanto a la gente y, en el peor de los casos, aunque el Parlamento esté totalmente fragmentado, algo ocurrirá para que salga adelante un Gobierno, por muy débil que sea.

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