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Julián Valcárcel, actor: "En materia de cultura es difícil meter más la pata que lo que ha hecho el PP"

jueves 11 de febrero de 2016, 09:55h
Julián Valcárcel, actor: 'En materia de cultura es difícil meter más la pata que lo que ha hecho el PP'
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Es un 'rara avis' como profesional y como persona. Porque el actor Julián Valcárcel compagina su labor con la de abogado, que es con la que realmente llena la andorga, lo que le permite ser selectivo en las artes escénicas, que nunca abandonó, aunque ahora tras la fama que le llegó con la bonhomía de su personaje de Antonio en el anuncio de la lotería de 2014, tiene nuevas propuestas. Su rareza personal le alcanza por lo sesudo y, a la par, didáctico de sus análisis de las más variadas cuestiones -como puede comprobarse en esta entrevista- que para sí quisieran algunos (teóricos) intelectuales. Además, es aficionado a los toros, lo que quiere que no se olvide reflejarlo al periodista: "Ya se sabe que nadie es perfecto, ja ja".

- Un artista tan preocupado por la actualidad como usted ha dicho en alguna entrevista que "a ver si sabemos votar", ¿cómo lo hemos hecho el 20-D?

-A mí me parece que el resultado de las elecciones evidencia –entre otras cosas- que el personal tiene claro lo que quiere. Otra cosa es que los asuntos culturales hayan pesado a la hora de decidir cada cual su voto. Me da a mí la impresión de que poco…

- Y una vez votado, amén de en plenas y eternas negociaciones para formar gobierno, si de usted dependiera, y siempre hablamos de Cultura, pero si quiere lo ampliamos a política general, ¿cuál sería la solución tras este 20-D?

- En asuntos de gran trascendencia –y para nosotros los españoles la Cultura ciertamente lo es porque pertenecemos a una comunidad lingüística de 400 millones de almas y las minas de diamantes no abundan en el territorio nacional- es imprescindible que se alcancen eso que los políticos llaman con rimbombante expresión “pactos de estado”. Algo se ha avanzado, pero queda mucho, muchísimo que hacer. Y no sólo por los poderes públicos, sino también por los particulares, las asociaciones, las fundaciones. Me viene a la cabeza ahora la creación de lo premios Platino de cine: una iniciativa privada precisamente en la línea que digo. Por cierto que esto de los grandes acuerdos puede aplicarse a otras cuestiones fundamentales que andan hoy en boca de todos. Gobernar negociando, con altura de miras, con ideas claras sobre esas cuatro o cinco cosas (sujeto político, educación, cultura, sanidad, relaciones internacionales) y sin excluir a nadie. No es imposible. Hay países de nuestro entorno en los que se hace. Y no les va mal.

- También me costan sus críticas a la política cultural del PP, ¿cuáles han sido sus fallos más graves?

- En materia de Cultura es difícil meter más la pata. Les ha faltado esa altura de miras –que en realidad es una forma de patriotismo, aunque esto no lo entienda hoy casi nadie-, les ha faltado respeto a la creación artística (lo que evidentemente incluye respeto a los creadores), les ha faltado amor a todo aquello que no es mensurable en euros y, por último, les ha sobrado mucha gana de acortijar el mundo de la cultura. Características todas ellas –especialmente esta última- de un modo de hacer política que no son por cierto exclusivas del PP. Es lo que tiene estar a punto de cumplir cincuenta años. Que te acuerdas.

- Incluso ha comentado muchas veces que la tele en tiempos de Franco era mucho mejor con su 'Estudio 1' teatral y otros programas culturales

- Pues sí. La producción televisiva era de mayor calidad cuando los que la hacían no tenían como principal/único objetivo vender pañales, o colonias, o refrescos… o lo que sea que toque en cada momento. Pienso ahora, sin embargo, que en realidad, e idealmente, la tensión audiencia/calidad debería poder ofrecernos productos que fuesen simultáneamente populares y artísticos, pero no… aquí no nos acaba de salir esto. Un breve paseo por las cadenas de televisión llamadas “generalistas” esta misma noche o cualquier otra, no importa, convencerá a cualquiera que no lo tenga todavía claro.

- Porque también la tele, según opina usted, hacen lo posible por embrutecer al pueblo, ¿no?

- Sí. Esto es innegable. Pero no exclusivo de esa cadena. Hay una, Tele5, que se ha especializado en despertar los instintos más bajos de los espectadores, pero pienso que en el otro grupo –porque, mi querido amigo ¡sólo hay dos grupos de comunicación potentes en España!- se dan algunos “comunicadores” que con fama de modernísimos y libérrimos harían palidecer de envidia a los sicofantes y demagogos de la antigua Grecia.

- Aprovechando el lenguaje taurino y su amor por este espectáculo, cambianos de tercio: pese a los problemas económicos y ataques gubernamentales, hay un magnífico panorama teatral de obras y actores, ¿a qué puede deberse?

-Con el teatro nunca han podido. Porque con una silla, un poco de espacio y buena voz se puede alcanzar lo excelso, se puede y muchas veces se consigue llegar al alma de los espectadores con muy pocos medios materiales. Esto, por cierto, ha aterrado siempre a los poderosos, porque en el teatro se da una verdadera catarsis. Es un excelente remedio a esa sensación de irrealidad que sentimos al levantarnos cada mañana, echarnos a la calle, intentar trabajar y ver lo que nos rodea. No es nada nuevo: el teatro, no sólo en España sino en todas partes, florece cuando las circunstancias son más adversas para el público/pueblo. Si se piensa, tiene mucho sentido.

- ¿Ocurre lo mismo en el cine, aunque falle, como dice su admirado paisano José Luis Cuerda, la inexistente industria cinematográfica española?

- Sí, pero el cine es otra historia. Porque aunque hay realidades que se van imponiendo poco a poco (la producción específica para internet, los proyectos de bajo coste, etc.), la producción cinematográfica exitosa todavía demanda muchos y buenos recursos materiales. Y mi querido paisano albacetense acierta cuando habla en esos términos, porque aunque el nivel técnico y artístico de quienes trabajan en el cine en España es altísimo, todavía escasean quienes inviertan su dinero y su esfuerzo al estilo del empresario. Esto es: quienes a la vez que arriesgan su capital, crean una estructura y una manera de trabajar que permite la continuidad de los proyectos, la afluencia periódica de ideas, de talento, de creatividad. Y eso aquí –Don José Luis lleva razón- no abunda.

- ¿Ya se ha despojado del famosísimo personaje de Antonio, que le catalogó y le impidió hacer alguna otra cosa? ¿Se puede contar ya lo de su próxima película?

- Sí. Antonio ya está archivado, aunque siempre le tendré un cariño especial. En lo demás, me temo que estamos como siempre: dos proyectos cinematográficos sin firmar. No puedo divulgarlos, bajo pena de capirote. También me han hablado de una serie… pero estamos en las mismas…

- Hemos tocado varios asuntos de su faceta artística, pasemos a la de abogado, ¿cuáles son sus principales problemas ahora?

- Los abogados, como muchos otros profesionales, han visto como en aras de la “liberalización” y “modernización” de sus profesiones, se les obligaba a aceptar novedades que en realidad no han hecho sino redundar en perjuicio de la calidad de su trabajo y en última instancia del interés de sus clientes. Ya sé que no es popular lo que voy a decir, pero alguien debería pararse a pensar si el mercado es realmente el modo óptimo de asignar ABSOLUTAMENTE TODOS los recursos. Lo digo porque la libre competencia quizá no sea la mejor política –al menos no cuando es la única- si se trata de velar por la calidad, por ejemplo, de la defensa profesional de los derechos de las personas dentro y fuera de los Tribunales de Justicia o, por referirnos a otros ámbitos, de la atención a su salud e integridad física, o de la solidez y el estado constructivo de los edificios en que vivimos.

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