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Mar Cambrollé: "Los transexuales no somos personas atrapadas en un cuerpo equivocado"

Mar Cambrollé: 'Los transexuales no somos personas atrapadas en un cuerpo equivocado'
martes 16 de mayo de 2017, 10:28h

La Plataforma por los Derechos Trans ha redactado una propuesta de 'Ley sobre el derecho a la libre determinación de la identidad y expresión de género y la no discriminación de las personas trans'. El objetivo de este proyecto de ley es registrar una ley estatal y específica que reconozca los derechos de las personas transexuales y promueva políticas públicas que fomenten la igualdad y combatan cualquier forma de discriminación. La presidenta de la plataforma, Mar Cambrollé ha celebrado el hecho de haber conseguido que tanto los políticos como los medios de comunicación verbalicen las palabras 'trans' y 'transfobia', pero recuerda que es el momento de pasar de los gestos a la acción. "Hemos sido las grandes maltratadas de la dictadura, pero también somos las grandes olvidadas de la democracia; por ello necesitamos una ley específica que dé respuesta a las reivindicaciones del colectivo", ha manifestado a Diariocrítico.

¿Cuáles son las principales reivindicaciones que plantea esta ley integral?

El proyecto de ley de la plataforma se fundamenta en dos pilares fundamentales: entender la transexualidad como una expresión más de la diversidad y no como una disforia de género, y la libre determinación de la identidad y expresión del ser, es decir, que se reconozca que las personas transexuales son sujetos de pleno derecho a la hora de decidir quiénes son. Estas ideas están avaladas por el derecho internacional y por disciplinas médicas como la psicología o la sexología, que reconocen que las personas transexuales saben quién son sin que un tercero tenga que avalar o decidir su identidad. En esta ley destaca la presencia de un marco jurídico que fomenta políticas públicas encaminadas a favorecer la inserción laboral porque los transexuales sufrimos exclusión laboral y necesitamos políticas activas de empleo. A este respecto, la ley propone reservar un cupo laboral del 1% en empleo público y privado. También consideramos que es urgente actualizar nuestra ley de reconocimiento registral porque atenta contra los derechos humanos, convierte un trámite administrativo en un procedimiento médico y excluye a los menores e inmigrantes. Nuestro proyecto de ley tiene como referentes a otras europeas como la de Irlanda, Noruega, Malta o Dinamarca. La ley pionera en España fue la aprobada por el parlamento andaluz en 2014, a la que siguió la que se aprobó en Madrid en 2016 y recientemente se ha aprobado otra en Valencia. En España, somos 46.000 o 47.000 personas transexuales, de las que el 10% serían menores. Los menores no tienen derecho a elegir o decidir quién son porque la ley actual (Ley de Identidad de Género), que se aprobó en 2007, establece el límite de los 18 para manifestar la identidad que se siente, y creemos que no debe haber un límite. También planteamos medidas en el ámbito educativo o sanitario para que se respete la identidad manifestada. En Andalucía, desde que se aprobó la ley autonómica de 2014, la tarjeta sanitaria se adecúa al nombre con el que la persona se identifica, pero esto no ocurre en otras comunidades, por lo que estamos ante un problema de desigualdad territorial que requiere una ley estatal, para que no se viva mejor en unos sitios que en otros. Necesitamos que la ley reconozca la identidad de las personas, que el registro sea un trámite sencillo y transparente y no exija condición médica alguna.

En el Congreso se está tramitando la primera ley integral por la igualdad LGTBI. Esta ley habla de la transexualidad y plantea unas reivindicaciones similares a las de este proyecto de ley, ¿por qué hace falta entonces una ley específica?

Nosotros celebramos que haya una ley integral de igualdad LGTBI, pero las necesidades específicas de las personas transexuales necesitan una respuesta específica. Dentro del colectivo LGTBI, los transexuales hemos tenido una situación de desigualdad social porque, por ejemplo, la exclusión laboral no existe en gais y lesbianas y sí entre los transexuales. Los gais y lesbianas no necesitan un cambio de identidad ni que se reconozca su identidad en centros penitenciarios, hospitales o colegios. Necesitamos una ley específica, en primer lugar, por el reconocimiento, es decir, que se reconozca que las personas transexuales hemos sido ciudadanos de segunda desde que se aprobó la Constitución; y además el Estado debe reparar el daño que ha causado en las personas transexuales, que hemos sido discriminados y excluidos. La ley que está en trámite recoge algunas de nuestras demandas, pero la que nosotros presentamos es más amplia y además marca ese carácter simbólico de reconocimiento y reparación y establece que la identidad no tiene que ver con la orientación sexual. Uno de los mayores errores que estamos arrastrando las personas transexuales es confundir orientación e identidad. Necesitamos una ley específica para una comunidad que acumula los índices más altos de suicidio, de exclusión laboral y de desarraigo familiar. En España, hemos avanzado mucho en los últimos 8 años, con la incorporación de las familias en la defensa de la identidad y esto ha ayudado a la visibilidad de una realidad que siempre ha estado ahí. Nuestra ley no resta, viene a sumar y no niega la validez de la ley LTGBI, pero pone el acento en la necesidad de una ley específica, que además no supone un coste para las arcas públicas aunque establece medidas sancionadoras. En Andalucía y en Madrid hay dos leyes diferentes para los colectivos LGTBI y ‘trans’, por lo que se trata de extender estas buenas prácticas al resto del estado.

Destacas los avances que suponen las leyes autonómicas aprobadas en Andalucía o Madrid, pero precisamente hace unos días tuvo lugar una protesta de diferentes colectivos como COGAM, Fundación Daniela o Arcopoli, que denunciaron la inactivad de la Ley, 2/2016, de 29 de marzo, de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y no Discriminación de la Comunidad de Madrid. La ley existe pero no se cumple.

En Andalucía tampoco fue un proceso inmediato, es decir, no se aprobó la ley y al día siguiente se estaba cumpliendo. Es necesario que se haga un seguimiento para velar por el cumplimiento de estas leyes y que se ejerza presión social. La ley es una herramienta para la administración pero sobre todo para los usuarios, que deben ver en ella una forma de exigir su cumplimiento. Lo mismo puede ocurrir con la ley LGTBI que se está tramitando, puede que no haya voluntad política, pero ahí está la demanda social y la fuerza de los movimientos.

En el proyecto de ley de la plataforma se denuncia la situación actual de los menores transexuales, ¿no se debería esperar a la mayoría de edad para decidir quién se es?

En el caso de los menores transexuales, partimos de la Carta Internacional del menor que establece que, por encima de todo, debe prevalecer el interés superior del menor. Aquí las familias tienen mucho que hablar y además pueden hacerlo desde la experiencia. En España, la asociación Chrysallis, de la que forman parte más de 500 familias de menores transexuales, puede avalar cómo sus hijos e hijas son más felices desde que se respeta su identidad. Respetar su identidad no es operar u hormonar a los niños, es simplemente eso, respetar. También deberíamos echar un vistazo a lo que se hace en otros países como Holanda o EEUU y qué repercusión tiene. En el caso de una niña transexual que no quiere vello facial o que su voz sea más grave, o un niño transexual no quiere mamas, existen inhibidores hormonales, que no son una terapia de reemplazo hormonal, no son hormonas. Son inhibidores que además son reversibles si hubiera arrepentimiento por parte del menor. En Holanda se ha hecho un seguimiento a 127 niños transexuales hasta la edad adulta y ni un solo caso se ha arrepentido. En cualquier caso, creo que las familias tienen que hablar en esto. Lo positivo de estos inhibidores es, por un lado, el ahorro de sufrimiento a los menores, y por otro, el ahorro en cuanto a intervenciones futuras que son más agresivas e innecesarias. Creemos que a partir de los 14 años pueden pasar de los inhibidores a la terapia hormonal, y, en cuanto a las intervenciones quirúrgicas mantenemos la idea que plantea la ley, es decir, que se puedan hacer a partir de los 18 años. Tener un derecho no implica la obligación de ejercerlo, no lo olvidemos. Se trata de proteger a los menores y favorecer el libre desarrollo de su personalidad en igualdad de condiciones que el resto de los niños no transexuales.

En el caso de los menores intersexuales, aquellos que nacen con variaciones de las características sexuales, la reclamación es la inversa: esperar a la mayoría de edad del menor, en lugar de realizar intervenciones quirúrgicas en la infancia

En cuanto a los menores intersexuales no hablamos de esperar a la mayoría de edad sino hasta que el menor manifieste cuál es su identidad. La identidad, según el aval de la pediatría y la sexología, está muy relacionada con el momento en el que empezamos a verbalizar las palabras, 2 o 3 años, y parece que es estable a partir de los 7 años. Lo que no tiene sentido es intervenir a un bebé recién nacido que no ha manifestado nada. La intersexualidad no tiene nada que ver con la transexualidad, tienen en común que la genitalidad definida o indefinida no determina la identidad.

¿Cómo ha cambiado la vida cotidiana de las personas transexuales en España desde que se aprobó la Ley de Identidad de Género en 2007?

Desde que se aprobó la ley del registro civil han pasado 10 años y es necesario modificarla, pero en su momento vino a satisfacer el gran desahucio de identidad que sufríamos quienes habíamos estado viviendo terribles situaciones durante 30 o 40 años. Pasar vergüenza al ir al médico y que digan un nombre con el que no te identificas, tener que dar explicaciones ante un notario, en fin, mejoró nuestra calidad de vida, pero a un coste muy alto. El coste de decir que estábamos enfermos y teníamos disforia de género, que es algo discriminatorio porque nos situaba en personas sospechosas de ser enfermas mentales. Esa ley fue válida en su momento pero ya no lo es, y es urgente cambiarla. ¿Qué ha cambiado? Hay algo de lo que las personas transexuales nos sentimos muy orgullosos: hemos conseguido que se verbalicen desde los medios de comunicación las palabras ‘trans’ y ‘transfobia’ y hemos conseguido que los políticos pongan sobre la mesa las necesidades de nuestro colectivo. Creo que, paradójicamente, hemos quedado difuminados dentro del colectivo LGTBI. Hemos sido las grandes maltratadas de los regímenes totalitarios, pero también hemos sido las grandes olvidadas de la democracia. Creo que es el momento de reconocer y reparar. Me gustaría destacar otra paradoja, que es cómo la campaña de 'Hazte Oír' ha puesto de manifiesto algo sorprendente: el 70% de la sociedad española está a favor del respeto a la identidad de las personas y ha dejado claro que ni el odio ni la ‘transfobia’ tienen cabida en una sociedad democrática. Esta gente de 'Hazte Oír' se ha hecho una contra campaña porque se han encontrado una bofetada social. Y, además, esta vez, se ha llamado a las cosas por su nombre y se ha llamado ‘transfobia’. Lo que no se visibiliza no existe, y lo que no existe, no tiene derechos. Además, si no se llama por su nombre a las discriminaciones, no se las puede combatir.

¿Qué mitos siguen instaurados en la sociedad sobre el colectivo ‘trans’?

El gran mito que rodea a las personas transexuales, que deriva de la concepción patológica de nuestras identidades, es que somos personas que vivimos en un cuerpo equivocado; hombres atrapados en un cuerpo de mujer o viceversa. La gente sigue creyendo que somos personas con disforia de género y la disforia no es una enfermedad de las personas transexuales, es una enfermedad que la sociedad nos impone a las personas transexuales porque no aceptan la diversidad. Yo no vivo atrapada en un cuerpo, vivo en una sociedad atrapada en unos ideales binarios y muy estrictos que no entienden de diversidad. Hay que derribar la idea de que vivimos en cuerpos equivocados porque vivimos en una sociedad que ha estado equivocada con respecto a la transexualidad.

¿En qué situaciones se producen más discriminaciones o agresiones a las personas transexuales?

Una de las mayores violencias que sufrimos las personas transexuales es recurrir al esencialismo que, más que a la biología, responde una ideología binaria que nos asigna una identidad en función de la genitalidad. Es cuando se dice aquello de usted no es una mujer biológica o un hombre biológico. La biología es el estudio de lo que tiene vida, y las identidades trans somos biológicas también, somos parte de la diversidad humana. Ante mensajes transfóbicos como los del autobús de 'Hazte Oír', sabemos que no somos mayoría, pero debemos responder diciendo que la mayoría de niñas nacen con vulva, pero hay otras que nacen con pene y viceversa. Esto no es ideología de género, estamos educando en lo que existe; la ideología de género es imponer precisamente esa condición de género.

¿Qué barreras se ha logrado derribar entre la sociedad?

Una de las cosas que más me ha conmovido es pasar del exilio familiar al amparo y al amor, ese es el gran triunfo que hemos conseguido las personas transexuales. Lo poco que hemos conseguido nos ha costado, pero hemos logrado que la familia no se avergüence de nosotros y que nos apoye. Hemos logrado que los políticos y los medios de comunicación verbalicen las palabras ‘transexual’ y ‘transfobia’.

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