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Rafael Arenas (Societat Civil Catalana): "Puigdemont plantea un conflicto institucional de dimensiones incalculables"

(Andrea Mingorance)

sábado 16 de enero de 2016, 06:00h
Rafael Arenas (Societat Civil Catalana): 'Puigdemont plantea un conflicto institucional de dimensiones incalculables'
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(Foto: SCC)
Societat Civil Catalana (SCC) nació en 2014 con el objetivo único de frenar el independentismo creciente en Cataluña. Desde el pasado septiembre, Rafael Arenas preside esta asociación tras recoger el testigo de Josep Ramon Bosch, investigado por supuestas amenazas contra destacados independentistas. Sin embargo, el discurso de Arenas se centra en buscar el diálogo para solucionar el tema catalán, siempre dentro de la legalidad y de lo que permite el ordenamiento español. En este sentido, el portavoz de SCC carga contra el recién investido Carles Puigdemont, porque plantea continuar con la hoja de ruta anulada ya por el Constitucional. Ante esto, Arenas hace un llamamiento para que los catalanes se manifiesten contra lo que considera un Gobierno que les priva de sus instituciones democráticas.

¿Cómo valoráis desde SCC el acuerdo final entre Junts pel Sí y la CUP?

Lo consideramos un fraude democrático porque implica una cesión sustancial, aunque no formal, de diputados de parte de la CUP a Junts pel Sí, algo que prohíbe el reglamento del Parlamento de Cataluña. Entendemos que esto es un fraude a los electores, que legítimamente depositaron una papeleta para una lista y que ahora ven que sus diputados van a incorporarse materialmente a otro grupo parlamentario.

Por otra parte, el hecho de que se establezca una barrera frente a los partidos no independentistas es una señal negativa si lo que se pretende es construir diálogo. Y, por supuesto, en el fondo, es un acuerdo que va a continuar con la hoja de ruta secesionista, como se vio a posteriori, fuera de la legalidad y fraccionando a la sociedad catalana. Por tanto, lo valoramos muy negativamente.

Si se hubieran repetido elecciones catalanas, ¿creéis que se hubiera movido algo el equilibrio entre el bloque del sí a la independencia y el del no?

No lo sabemos. Las elecciones se repetirían al cabo de dos meses y, tal y como evoluciona la política catalana y española, en dos meses pueden pasar muchísimas cosas. Se han publicado análisis que dicen que el grupo de Convergència, la marca con la que pudiera concurrir, sufriría una bajada importante. Pero, claro, una especulación a dos meses vista es siempre arriesgada. Con honestidad, podemos decir que no sabemos qué hubiera pasado.

¿Qué opinan del nuevo president Carles Puigdemont?

Nuestra valoración es también negativa. El señor Puigdemont hizo un discurso de investidura en el que se explicitó que seguiría la hoja de ruta que marca la absolución del 9 de noviembre, anulada por el Tribunal Constitucional. Ha hecho explícito que no se considera vinculado al ordenamiento constitucional, lo cual es completamente inadmisible en un estado democrático y de derecho, que vuelve al Antiguo Régimen. Plantea un conflicto institucional de dimensiones incalculables, por tanto, nuestra valoración, por desgracia, es negativa.

Vosotros sois una organización que promueve activamente el 'no' a la independencia. Ahora ya hay un gobierno catalán orientado hacia que Cataluña se separe de España, ¿consideráis que la batalla ya está perdida?

No, en absoluto, si consideráramos eso no estaríamos aquí. Hay que pensar que la mayoría de la sociedad catalana no es independentista. Todos los datos nos dicen esto, como los datos electorales: en la última cita electoral, los independentistas obtuvieron un 48% de los votos frente a un 52% que optaron por opciones no independentistas, y ese 48% supone apróximadamente un 36% del censo electoral. Por tanto, si pensáramos que la situación está resuelta, con una minoría independentista, no tendría sentido nuestra actividad.

Aquí lo que asistimos es a una situación en la que la ley electoral ha llevado a que los nacionalistas independentistas tengan una sobrerrepresentación que utilizan sin ningún rubor para apropiarse de las instituciones y aprovechar recursos públicos para su propia propaganda. Nosotros estamos convencidos de que hay que ponerle fin, que más pronto que tarde se visualizará lo que hemos dicho: que los catalanes no somos independentistas.

¿Cuáles serán vuestros siguientes pasos? ¿Qué acciones contempláis?

Hemos convocado una manifestación para el día 31 de enero, en la plaza de Sant Jaume de Barcelona, para que los catalanes puedan manifestar su rechazo a un gobieno que actúa claramente fuera de la legalidad y nos priva de nuestras instituciones democráticas. Y continuaremos con lo que hemos hecho hasta ahora: formando en la calle, en los medios de comunicación, elaborando documentos, manifestando nuestra opinión en todos los foros en los que sea posible y dando voz a esa mayoría de catalanes que no son independentistas y que, por unas razones o por otras, no habían encontrado las formas suficientes como para expresar esta idea.

Habla de una mayoría de catalanes refiriéndose a datos de encuesta, pero ¿serían ustedes favorables a que hubiera un referéndum pactado para que se pudiera conocer realmente qué nivel de apoyo tiene la independencia?

No hablo solamente de datos de encuestas. Efectivamente existen encuestas, nosostros mismos hicimos una encuesta que se une a las muchísimas que hay sobre este tema, y ninguna de ellas da mayoría a los independentistas. Consideramos también los datos electorales: en las elecciones autonómicas que fueron planteadas como un plebiscito, se definió quiénes eran los partidos claramente independentistas y cuáles no, y esos partidos independentistas obtuvieron un 48% de los votos.

Si vamos a las elecciones generales del 20 de diciembre, los partidos independentistas tuvieron 1.100.000 votos. Hubo dos millones y medio de votantes catalanes que no votaron a los partidos independentistas. No son solamente encuestas, son, además, otro tipo de datos que se pueden combinar para darnos una imagen fiel de lo que es la opinión del electorado catalán.

Nosotros consideramos que el referéndum no es el término adecuado para conocer la opinión de la gente. Para saber cuál es la opinión de la gente, si son más independentistas o menos independentistas, tenemos las encuestas y los resultados electorales.

Un referéndum, por mucho que nos digan, es un instrumento para tomar una decisión política, no es un mecanismo para conocer la opinión de la gente. Y los independentistas son conscientes de ello porque en el informe sobre la transición nacional elaborado por el propio gobierno de la Generalitat en la época de Artur Mas -es decir, por independentistas- se dice que la celebración del referéndum, con independencia de cual fuera su resultado, significaría que se reconoce al pueblo catalán como un sujeto político que puede decidir su futuro. Por tanto, a partir de ahí, se pediría la repetición del referéndum todas las veces que fuera necesario hasta que se consiguiera el resultado apetecido. Más o menos, como lo de las asambleas de la CUP en lo que se refiere al acuerdo con Junts pel Sí.

Aparte de los posibles instrumentos legales que pueda utilizar el Gobierno español, ¿qué respuesta se debería dar, no tanto a los políticos independentistas, sino a los ciudadanos catalanes que de verdad defienden la independencia?

El primer deber que tenemos con esos ciudadanos es explicar las cosas como son: aquí hay una serie de partidos políticos que ha preferido colocarse al margen de la ley. El independentismo en sí es una opción legítima, lo que ha hecho que lleguemos a la situación de tensión que vivimos ahora es que los independentistas han optado por seguir un camino al margen de la ley.

El primer mensaje que hay que dar, no a los ciudadanos en este caso, sino a los partidos políticos es que fuera del marco legal no hay posibilidad de diálogo político, no hay posibilidad de acuerdo sobre cuál tiene que ser la organización futura de Cataluña o de España. A partir de aquí, si esto se tiene claro, lo que tenemos que hacer es dialogar.

El diálogo en ningún caso puede ser entre la Generalitat y el Gobierno español, porque sería un diálogo institucional que no se ajusta a las previsiones de nuestro ordenamiento. Lo que tiene que haber es un diálogo entre fuerzas políticas y fuerzas sociales, en el que nos sentemos todos y digamos 'bien, ¿qué es lo que queremos? ¿cuáles son los motivos de insatisfacción? resolvámoslos, avancemos por esa vía'.

Pero, tengamos en cuenta también una cosa, la pregunta que me acabas de formular se refiere al 48% de catalanes que prefieren independencia. Se tendría que formular inmediatamente al otro 52% de catalanes que no desean la independencia. ¿Qué se puede hacer por el 52% de catalanes que desde hace años están sufriendo una administración que no les representa y que utiliza las instituciones para su propio fin? Es una pregunta que habría que formular junto a la que se refiere al 48% de catalanes.

Como ha mencionado antes, el acuerdo producido en Cataluña incluye que Junts pel Sí se va a intentar apoyarse en la CUP para conseguir mayoría durante toda la legislatura. Pero, ¿qué creéis que va a pasar con las políticas que no tengan que ver con la independencia?

Esas políticas, yo creo -es una impresión personal- que no es imposible que salgan adelante y no solamente con el apoyo de la CUP. Puede haber otros grupos políticos en la Cámara que, en relación a determinadas medidas concretas, puedan estar de acuerdo. Cuando no estamos hablando de independencia, sino que estamos hablando de otros temas, podría ser factible que se llegara a acuerdos.

El interés de los ciudadanos tiene que prevalecer sobre dogmatismos, en este caso. Lo que sucede es que, por desgracia, en Cataluña hemos llegado a la situación en que casi todo tiene que ver con la independencia. Osea, ya vemos que sobre la educación se podría llegar a muchos pactos, lo que pasa es que la educación desde la perspectiva de los independentistas es fundamentalmente un instrumento para conseguir un objetivo político, lo cual dificulta que se puedan conseguir acuerdos. Pero yo no lo descarto, fuera de los temas que estén orientados a la independencia.

¿Puede beneficiar al proceso independentista que todavía no haya un Gobierno claro en España?

El hecho de que no haya un Gobierno claro en España trasmite una idea de inestabilidad, que es cierta,y no contribuye a resolver el problema al que nos enfrentamos. Ciertamente, el Gobierno en funciones sigue siendo Gobierno, pero la iniciativa política no la puede llevar, porque tiene las competencias que tiene, tiene la obligación de defender el estado de derecho si se producen actos ilegales, pero seguramente ahora lo que necesitamos en España es un Gobierno que pueda llevar una iniciativa política, que ofrezca soluciones a los problemas, que no se limitan al tema catálán sino a otros muchos.

Por tanto, yo creo que sería una buena noticia que se consiguiera un acuerdo que facilitara un Gobierno para el conjunto de España.

Y de las fórmulas que se están barajando para formar Gobierno, ¿cuál es la que ustedes preferirían?

Nosotros como SCC no tenemos una fórmula preferida. Somos una asociación en la que se integran personas que opinamos muy diferente por ejemplo en temas económicos o de política social. En cuanto salimos del tema independentista y tratamos otros temas, pues no solemos llegar a ningún acuerdo.

Con esto quiero decir, que desde SCC la única posicón que tenemos es que el Gobierno que se forme en España, sea del color que sea, tenga respeto a la legalidad, al marco constitucional, asumiento que los catalanes tenemos derecho plenamente también a todas las administraciones, cosa que de la que ahora no disfrutamos porque la Generalitat no opera como una administración autonómica y hay muchas administraciones locales en Cataluña que tampoco lo hacen. Si esos principios están claros, luego que el Gobierno tenga una orientación más de izquierda, más de derecha o más de centro, pues bueno, a unos integrantes de SCC nos gustará más una y a otros, otra.

Lo digo también porque hay una serie limitada de opciones que no tuvieran que pasar por un acuerdo con partidos nacionalistas

Eso, desde luego, eso sí lo vemos claramente. Cualquier acuerdo que pase por un pacto con partidos nacionalistas nos parecería una mala noticia. Nos desagradaría profundamente y creeríamos que es un error. Aparte de este pacto con partidos nacionalistas, hay otras posibilidades. El Parlamento ha quedado muy fragmentado y, por tanto, hay muchas posibilidades teniendo en cuenta votos a favor, abstenciones, pactos de gobiernos de estabilidad, pactos de investidura,... . Las posibilidades son muchas.

¿Qué le parece que la consulta catalana sea uno de los puntos destacados entre las negociaciones entre PSOE y Podemos?

Nos muestra que el tema catalán ya no es sólo un tema catalán, es un tema español. Esto no se ha visto con la celeridad con la que se ha tenido que ver. Sentíamos a veces en Cataluña que se pensaba en España que el tema catalán nos afectaba solamente a los españoles que residíamos en Cataluña. Ahora se ve que no, ahora se ve que el problema que hay en Cataluña afecta también a la gobernabilidad de España.

Nosotros pensamos que esta línea roja que explícitamente ha colocado Podemos sobre la necesidad de realizar un referéndum de autodeterminación, con un plazo además relativamente corto, es un sinsentido porque, desde nuestra percepción, el referédum supone en primer lugar una victoria de los independentistas y luego una complicación creciente. Sea cual sea el resultado las noticias no serían buenas, como le explicaba antes. Desde posiciones más de izquierda, esto se verá como algo todavía más negativo, pero ya digo que nosotros como SCC en ese debate no entraríamos.

¿Y cómo interpretan el hecho de que el PSOE haya ayudado a ERC y CDC para que tengan grupo propio en el Senado?

Lo valoramos negativamente. Nos hemos puesto en contacto con los grupos políticos representados en el Congreso de los Diputados para expresarles la preocupación porque se pudiera llegar a ese resultado. En una situación en la que esos grupos defienden una posición claramente contraria a la ley y de enfrentamiento institucional, no corresponde que se realice un apoyo como el que se ha fraguado en el Senado y como el que se podría fraguar en el Congreso. Me parece sinceramente un error.

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