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Guasa y esperpento en 'Leche y picón', de Javier Padilla

Guasa y esperpento en 'Leche y picón', de Javier Padilla

jueves 24 de marzo de 2016, 19:48h

Hay escenas que justifican todo un montaje teatral del mismo modo que otras lo hacen sobre un largometraje. ¡Cómo olvidar a todo ese gentío transitando por las escaleras de Odessa en ‘El Acorazado Potemkin’ de Eisenstein, o el encuentro de Ingrid Bergman y Humphrey Bogart en el Café de Rick, de ‘Casablanca’, de M.Curtiz! En el teatro muchas veces sucede otro tanto. Por ejemplo, en ‘Leche y picón’, de Javier Padilla, en un montaje dirigido por Gaspar Campuzano, con Ana Oliva (Doña Margarita) y María Duarte (Manuela, su criada, Frasquita y la Hermana Leonor). En ella, las dos actrices protagonistas se alejan de Cádiz en un bote, remando con una escoba, que recuerda el sonido cíclico de las olas en una mar en calma, con el lejano y hondo sonido de una habanera, y, desde el mar divisan la Caleta, el Trocadero,... y casi besando La Habana, se vuelven para esquivar una tormenta...

Solo esa maravillosa escena, digo, justifica el montaje de ‘Leche y picón’, pero es que la obra que estos días puede verse en el Off de La Latina es más, mucho más. Es todo un repaso a parte de nuestra historia en pleno siglo XIX vista por dos figuras tan femeninas como quijotescas que, a través de una memoria grotesca, deformada y febril van pasando factura a algunos de los hechos determinantes en la historia de España en ese siglo que comenzó con la invasión francesa que originó la Guerra de la Independencia y terminó con los últimos vestigios del imperio español al otro lado del Atlántico, en “las Américas”, como se decía entonces.

Todo empieza en los carnavales de 1846, el año en que la Reina Isabel II, con solo 16 añitos de edad, va a contraer matrimonio con su primo don Francisco de Asís de Borbón, duque de Cádiz. El matrimonio -como a nadie se le escapa- fue de conveniencia, como todos los matrimonios reales de esa y casi todas las épocas, y acabó como el rosario de la aurora. En esas, Doña Margarita, junto a su criada Manuela, van haciendo un repaso de la primera mitad del siglo XIX, pero no olvidemos que las dos mujeres están en un sanatorio de enfermos mentales, y, además de Cádiz, así es que la guasa, el retintín, el esperpento valleinclanesco y la gracia mezclan asuntos militares, religiosos, políticos y populares en una historia tan lúcida como disparatada, tan aguda como deforme, tan real como cualquier otra visión histórica.

Y así, en poco más de 60 minutos, y bajo el sonido de tambores que redoblan, cornetas que apuntan melodías, o flautas infantiles que tocan aquello de “…cuando Fernando VII usaba paletó, paletó…, usaba paletó”, desfilan en procesión histórica, además de ‘ElDeseado’ y la propia Isabel II, los Cien Mil Hijos de San Luis, los carlistas apostólicos, liberales, monárquicos, la Grande Armée, el Almirante Nelson y su escuadra, La Pepa (la Constitución de Cádiz), el Duque de Angulema o Pepe Botella, entre otros muchos personajes de la época. Entre ama y sirvienta surge “todo lo que se cuece”, es decir ‘leche y picón’, que es a lo que equivalía la expresión en la época, como dice Margarita.

La patria común de los españoles asistió en esa primera mitad el XIX a episodios esperpénticos, corridas de toros, juegos infantiles, aventuras reales de fiestas populares que trataban de enmascarar una realidad tan grotesca como la imaginada por ama y criada, entre los muros de ese hospital psiquiátrico que, a la postre, constituía la mejor atalaya para divisar lo que se cocía extramuros.

Y para dar vida a todo esto, se bastan dos actrices, Ana Oliva y María Duarte, ataviadas al uso de la época, que con un biombo y una silla, que no paran de mover y moverse a su alrededor, un pequeño baúl, un soporte de jaula, un viejo reloj sin manecillas,... y mucha, mucha imaginación, construyen un montaje a las órdenes de Gaspar Campuzano, que debiera ser de obligada visión para alumnos de Secundaria y Bachillerato en toda España. Y, si encima lo complementan con el ‘Trágala, trágala’, de Íñigo López de Haro, (http://www.diariocritico.com/ocio/teatro/critica-de-teatro/tragala-tragala/476566), que pudimos ver la temporada pasada y que ha vuelto a los escenarios madrileños también esta, miel sobre hojuelas.


‘Leche y picón’ de Javier Padilla

Dirección: Gaspar Campuzano (de La Zaranda)

Intérpretes: Ana Oliva y María Duarte

Compañía: Tras el Trapo Teatro

Off de La Latina, Madrid

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