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Los 100 mejores discos de los años 90 (del 10 al 1)
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Los 100 mejores discos de los años 90 (del 10 al 1)

jueves 05 de mayo de 2016, 11:51h

Después de repasar los 50 mejores discos de lo que llevamos de década (2010-2014), los 100 mejores discos de los años 80 y los 100 mejores discos de los años 60 ahora llega el momento de repasar los mejores discos de los 90. La última década antes de la aparición de Internet, la piratería anivel industrial y las plataformas de streaming, los años 90 vieron la aparición de los últimos grandes movimientos del rock y la consolidación de la música electrónica y el hip hop, mientras que el grunge servía de catapulta para toda la música alternativa que abandonó las radios universitarias por las listas de éxitos.

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10. Massive Attack - Blue Lines (1991)

"Música de baile para la cabeza, no para los pies" Así definía Grantley "Daddy G" Marshall, uno de los tres componentes de Massive Attack, lo que buscaban con 'Blue lines'. Un disco histórico que supuso el origen oficial del trip hop y el sonido Bristol, esa mezcla de elementos del hip hop, la música electrónica, el dub y el reggae jamaicanos y el soul de los 70. Sus orígenes vienen del colectivo The Wild Bunch, un grupo de DJ's en el que se encontraban los tres miembros de Massive Attack, Tricky o Nellee Hooper, miembro de Soul II Soul y que, posteriormente, se convertiría en uno de los productores más destacados del mundo con sus trabajos para Björk, Madonna o U2. Fue Neneh Cherry la que vió todo el potencial de la banda y los puso a trabajar en un disco. El resultado fue el momento en el que la música de baile abandonó la pista de baile para introducirse en las habitaciones (a oscuras) de los domicilios particulares. Sus nueve canciones son muy grandes pero 'Unfinished Sympathy' va más allá hasta convertirse en una de las canciones fundamentales de la historia de la música.



9. Pulp - Different Class (1995)

Pulp se habían formado en Sheffield en 1978 y habían sacado su primer disco en 1983. Sin embargo no fue hasta 1994 con 'His'n'hers' cuando encontraron el éxito. Fue en plena explosión del 'britpop' y a Jarvis Cocker se le veía encantado con el papel que le había tocado, el nuevo Elvis Costello, el cronista cínico y lúcido de todos aquellos años. Era evidente que las letras de Cocker eran una parte fundamental del grupo pero en 'Different class' venían rodeadas por las canciones más redondas imaginables. Desde la gloriosa 'Common people' hasta la perfección de 'Sorted for E's & Wizz', en la que Cocker da su particular punto de vista sobre la cultura rave, y el masivo consumo de éxtasis y speed, 'Different class' encuentra a una banda en la que continente y contenido se dan de la mano de manera celestial. Parece imposible pensar en otra música para contar la historia de fijación de un chico de colegio con una chica llamada Deborah, mucho más popular que él, tampoco hay una melodía más adecuada para hablar de ese 'Bar Italia' en el Soho sonde "va la gente rota" y donde se sirve el mejor espresso de Londres. Un disco en el que la música se ajusta como un guante a las incisivas letras de su líder.



8. Jeff Buckley - Grace (1994)

Hay que tener cuidado con los mártires del rock. Un cadáver joven y bonito puede hacer que el mínimo sentido crítico desaparezca, más si cabe si el cadáver en cuestión sólo dejó un disco completo en vida y es, para más inri, hijo de otro cadáver exquisito, en este caso Tim Buckley. Pero no lo duden, 'Grace' seguiría siendo una obra maestra si Jeff siguiera vivo, gordo, feliz y sacando discos con versiones del 'Great American Songbook'. Es difícil explicar un disco tan profundo y complejo como 'Grace', un disco ambicioso en el que cada instrumento, cada nota está en su sitio y, aun así, la increíble voz de Buckley destaca como un unicornio correteando por la Gran Vía. Su voz no sólo está a la altura de la de su padre, sino que posiblemente es superior, siendo Jeff uno de los vocalistas más increíbles de la historia, a la altura de un Van Morrison, un Elvis o un Robert Plant. Y es que al hijo de Tim le gusta el folk pero también Led Zeppelin, logrando esa extraña (y perfecta) mezcla entre el 'Goodbye and hello' de su padre y el 'Physical Graffiti' de los de Jimmy Page, el primer disco que tuvo en su vida. Como colofón logró robarle, como Jimi Hendrix a Dylan el 'All along the watchtower', el 'Hallelujah' a Leonard Cohen. Pero Jeff Buckley es mucho más que la mejor voz de los años 90, es también el ambicioso compositor de tres canciones tan grandes que duelen y, a la vez, curan, 'Last goodbye', 'Grace' y 'Lover, You Should've Come Over'.



7. Beck - Odelay (1996)

Beck Hansen se había convertido en un fenómeno tras el éxito de 'Loser', incluido en su primer disco. Para su continuación había comenzado a grabar un disco acústico y sombrío que reflejaba su peculiar estado de humor. Pero tras grabar tres canciones, de las que solo se llegaría a utilizar en el disco 'Ramshackle, decidió abandonar la idea del disco acústico y volver al cajón de sastre de estilos de su primer disco. Para ello contrató a los Dust Brothers como productores. Su estilo basado en los 'samples' del hip hop, habían grabado el increíble 'Paul's boutique' con los Beastie Boys, fue fundamental a la hora de conseguir el sonido del disco. Dos de las mejores canciones de 'Odelay', 'Devil's haircut' y 'Jack Ass' se construían a partir de sendos 'samples' de canciones del segundo disco de los Them de Van Morrison, pero en vez de rapear sobre ellos Beck aparecía con dos canciones totalmente nuevas. En 'Odelay' había tiempo para el folk acústico, el punk, la bossa, el funk de 'Where it's at' o la extraña mezcla entre funk y country de 'Sissyneck'. Beck lograba que una misma canción sonara a cosas totalmente diversas pero que, al final, el disco solo sonara a él.



6. Oasis - Definitely Maybe (1994)

En la historia de la música rock hay unos pocos ejemplos de discos de debut que suenan como si fueran un grandes éxitos de una banda que llevara 30 años de carrera. Suelen ser discos directos, en el que cada canción actúa como un 'single' con vida propia y que se suelen poner a repetir según terminas de escucharlos. Algunos ejemplos son el primero de los Ramones, el 'Never mind the bollocks' de los Sex Pistols, el 'Is this it' de los Strokes o este 'Definitely maybe' de Oasis. Noel Gallagher había entrado en la banda de su hermano Liam con la condición de que le dejaran ejercer el control absoluto sobre la banda. Llevaba escribiendo canciones desde sus tiempos como 'roadie' de Inspiral Carpets y sabía lo buenas que eran. Su próximo objetivo era convertir al grupo en superestrellas, las letras eran simples afirmaciones de autoestima. En oposición a las deprimentas letras del grunge y la 'Generación X' Oasis no se odiaban a sí mismos, ni querían suicidarse, lo suyo era vivir para siempre, beber alcohol, fumar cigarrillos y convertirse en estrellas de rock. Con 11 canciones de semejante calibre era normal que lo consiguieran.



5. Portishead - Dummy (1994)

Portishead compartían ciudad, Bristol, e influencias con sus paisanos Massive Attack pero lo suyo era todavía más experimental y, a la vez, más accesible y bello. El hecho de contar con la majestuosa voz de Beth Gibbons también ayudaba. Su música era oscura y cinematográfica, como la perdida banda sonora de una película de espionaje de los años 70. El amor de Geoff Barrow por el hip hop, unido a las melodías confesionales cantadas por Gibbons daban como resultado la música más elegante y cool (en el mejor sentido de Miles Davis) de la década. 'Sour Times', 'Glory box', 'Strangers' o 'Wandering Star' son el equivalente a las obras maestras de Burt Bacharach en la era electrónica.



4. R.E.M. - Automatic for the People (1992)

El octavo disco de R.E.M. llegó en el momento en el que los de Athens se habían convertido en estrellas de rock a nivel mundial gracias al éxito de 'Out of time'. Pero en vez de seguir por ese camino decidieron entregar su disco más sombrío e intimista. Un disco en el que las baladas llevan el peso del disco y en el que la hermosa voz de Michael Stipe brilla particularmente. Es el disco menos directo de la banda, algo que se puede comprobar desde la primera canción (y primer adelanto) del disco, 'Drive', pero, a la vez, es también su disco más bello. Un disco en el que se tratan temas como la mortalidad o el paso del tiempo pero en el que se puede encontrar espacio para la esperanza en brillantes momentos como 'The Sidewinder Sleeps Tonite' o la emocionante 'Everybody hurts'. El mejor disco de una banda que, en aquel tiempo, no había sacado un disco que bajara del notable alto.



3. U2 - Achtung Baby (1991)

'Achtung Baby' fue la reinvención, y definitiva coronación, de la banda de rock más popular de los últimos años. Atenazados por las críticas recibidas con 'Rattle and Hum', los de Bono y The Edge decidieron modernizar su sonido y abrirse a los sonidos del rock alternativo y la música de baile. Con ello llegó también un cambio de imagen en el que la banda, principalmente Bono, dejaba de tomarse tan en serio a sí misma y, por fin, eran capaces de reírse un poco. No más banderas blancas agitadas al público y sí un gran abrazo a la ridiculez de ser una (bien gorda) estrella del rock. Claro que la estrella de 'Achtung baby' fue la guitarra de The Edge. Su sonido se volvió mucho más agresivo y sucio, el más rock de toda la carrera de la banda, y además entregó algunos de sus mejores riffs, como el que abre el disco en 'Zoo Station', o los de 'Even better than the real thing', 'The Fly' o 'Mysterious ways'. Claro que también brilla con igual fuerza en las baladas como 'Tryin' to Throw Your Arms Around the World' o 'One', la mejor canción de la carrera del grupo, y la que abrió las puertas al torrente de creatividad que se encuentra en 'Achtung baby'.



2. Radiohead - OK Computer (1997)

Con su tercer disco Radiohead consiguió la cuadratura del círculo, unir dos mundos distintos, el rock de guitarras de su anterior disco, 'The bends', con la experimentación de otras músicas y mundos que llegaría con su siguiente disco, 'Kid A'. 'Ok Computer' fue ese momento en el que Radiohead emergieron como la banda de rock más importante del planeta y entregaron un disco que gustaba a los fans de Pink Floyd y a los de R.E.M. del mismo modo. El rock clásico y el alternativo por fin se ponían de acuerdo en el que podría ser considerado el 'Dark side of the moon' de los 90. Como los discos de los Floyd es un disco conceptual muy a su manera, no siguiendo una narrativa lineal sino un concepto general. En este caso una sátira sobre la vida moderna, sobre el creciente peso de la tecnollogía en nuestras vidas y en los problemas que ello conlleva. La banda se adelantaba a la revolución de Internet, alcanzaba la perfección como músicos y lograba llevar su sonido a lo máximo en una colección de canciones sin tacha que les convertía en la gran esperanza blanca del rock de guitarras. Por supuesto, ellos rechazarían todo eso y se lanzarían en busca de nuevas fórmulas que perfeccionar pero, en un glorioso momento, entregaron el disco que el mundo necesitaba.



1. Nirvana - Nevermind (1991)

Si 'Bleach', el primer disco de Nirvana, se encontraba claramente anclado en la corriente del grunge, con Mudhoney, los Melvins, el punk rock o los Black Sabbath como máximos referentes, 'Nevermind', su continuación, se centraraba principalmente en las melodías y en el sonido más pop de la banda favorita, por aquel entonces, de Kurt Cobain, los Pixies. Antes abandonaron Sub Pop y, siguiendo las recomendaciones de Kim Gordon de Sonic Youth, firmaron por Geffen y DGC Records. Además el batería Chad Channing fue reemplazado por Dave Grohl y según Chris Novoselic, bajista del grupo, fue el momento en el que todo estuvo "en su sitio". Efectivamente las nuevas canciones eran más pop y se basaban en algo muy propio de los Pixies, como el mismo Cobain admitió, primero eran "calmadas y lentas", luego en el estribillo se convertían en "duras y ruidosas". Para centrarse más en ese sonido la banda fichó a Butch Vig como productor. Juntos comenzaron a grabar un disco del que la compañía discográfica esperaba vender "unas 250.000 copias", una cifra nada desdeñable para un grupo "alternativo". En la actualidad lleva vendidas más de 30 millones de copias. Mucho de ello tuvo que ver con el primer single de la banda, 'Smells like teen spirit', y su vídeo musical, que la MTV no paró de poner. El rock había vuelto a nacer, como antes lo había hecho con Chuck Berry o los Clash, y volvía a ser peligroso y sucio. Lo curioso del caso es que la banda despreciaba tanto las listas de venta como a la propia cadena musical. Aun así en enero de 1992 se produjo un hecho significativo que marcaría la década, 'Nevermind' desbancaba a 'Dangerous' de Michael Jackson del número uno de las listas de discos en EEUU. Los 80 habían muerto, vivan los 90. A día de hoy, más allá de su tremenda importancia histórica, 'Nevermind' se escucha con la misma reverencia que entonces. Puede que a Kurt Cobain le costara entender porque él había triunfado y muchas de sus bandas favoritas como The Vaselines o Meat Puppets no, pero el caso es que, además de estar en el sitio correcto a la hora exacta, su talento era mucho mayor, a la altura de uno de los pocos ídolos que tenía que sí era una estrella del rock, John Lennon.

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