La socialdemocracia aguanta

           El rótulo puede inducir a confusión, porque puede interpretarse como una apuesta incondicionada por la permanencia en el poder del actual equipo gobernante que, desde luego, considero conveniente al menos hasta que pasen las turbulencias financieras que ya no se sabe quién las provoca y quién las aprovecha, aunque lo suponemos. Pero el encabezamiento pretende interpretar los resultados del último barómetro del CIS, que como cualquier otra institución que no obre según los dictados del partido popular y su corte de aduladores y arribistas, es inmediatamente desprestigiada –no así cuando se hicieron públicos los resultados de la encuesta previa a las elecciones municipales y autonómicas-. Tampoco es demasiado sorprendente que los más aventajados discípulos de Aznar, que a mediados de los años noventa   dio licencia en el partido popular para utilizar cuantos medios sirvieran para echar a Felipe González, incluidos el desprestigio de cualesquiera instituciones, aprovechen cualquier ocasión para denostar a personas e instituciones que consideren objetivos a batir para alcanzar el poder. Es lástima que el partido conservador, que tiene valores cívicos muy dignos de alentar y dirigentes muy respetables, permita que portavoces cualificados se apliquen a falsear hechos, a establecer imputaciones y calumnias sin base alguna y a desautorizar a instituciones sobre las que se asienta la legitimidad del Estado democrático.             Precisamente por estas actuaciones, nadie sensato y de buena voluntad puede desear que volvamos a tener un partido gobernante con mayoría absoluta que intente poner a su servicio todos los poderes del Estado. Porque ahora le ha tocado al CIS y a la Audiencia Nacional con el magistrado Bermúdez a la cabeza, como si todos los magistrados fueran venales y corrompidos y fueran a seguir consignas gubernamentales. Mañana puede ser el Instituto Nacional de Estadística, como ya han puesto en solfa al Banco de España o al Tribunal Constitucional . Así se ha ido trasladando a la sociedad española la idea de que todo se mueve por intereses políticos y económicos, y que la honradez es pura entelequia o patrimonio de los tontos. La desafección política y la   alta degeneración moral es la principal consecuencia, y el triunfo político y social de personas corrompidas y de delincuentes convictos, la comprobación de esta situación.             Con una situación como la descrita, quizá habiendo cargado las tintas, hay que recibir con alivio cualquier muestra que aleje del futuro inmediato el poder político absoluto en una sola mano, como es la encuesta citada en la que parece reflejarse el efecto de la candidatura de Pérez Rubalcaba . Unos resultados de mayoría relativa del partido ganador que hicieran obligado el apoyo de otras formaciones políticas garantizarían una acción política equilibrada, con respeto a las instituciones del Estado y con posibilidad, aunque remota, de recuperar para la política el rango y el respeto que merece de la gente cuando se ejercita con probidad y eficacia.             Todo lo descrito en el último párrafo podrá parecer de política ficción, pero existe alguna posibilidad de que ocurra. Por eso es tan importante y genera esperanza que la socialdemocracia recupere el terreno perdido y enmiende o prometa enmendar los errores cometidos.