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Del comedor al desafecto

Del comedor al desafecto

martes 02 de octubre de 2012, 13:11h
Una de las lecciones que podemos sacar de algunas de las manifestaciones que pueblan las calles de nuestro país es el creciente desafecto de los manifestantes hacia la clase política. El movimiento 25S es un claro ejemplo. 

   Vaya por delante que los políticos no son marcianos sino que son un reflejo de la sociedad, de manera que tenemos unos políticos igual de buenos o igual de malos que el resto de los ciudadanos, y que si me permiten, diré que la inmensa mayoría son personas tan honradas como la que más. Pero aunque partamos de esta premisa insisto en la urgencia de que la clase dirigente cronometre su sensibilidad con la calle.

   Por ejemplo, hoy uno de los temas recurrentes de los twuiteros tiene que ver con un excelente reportaje emitido por un programa de televisión, el del Gran Wyomin, en que uno de sus reporteros estrellas y estupendo periodista, Gonzo, ha sacado a la luz que  tanto en el Congreso de los Diputados como en la Asamblea de Madrid la cafetería y el comedor están subvencionados. El quid de la cuestión es que en un momento en que se han quitado las subvenciones y becas para comedor en los colegios a muchos ciudadanos les indigna saber que sus señorías se beneficien de una subvención para almorzar más barato.

   En realidad, esa subvención no es solo para los políticos, porque de esos precios más reducidos se benefician los funcionarios y todos los que trabajan en las Cámaras, incluidos los periodistas. Sin olvidar que esas subvenciones al comedor la tienen también los ministerios en los que los funcionarios se benefician de precios más reducidos del que tenemos que pagar el resto de los mortales que nos ganamos la vida fuera de la Administración. De manera que no se trata de que sean los políticos quienes comen más barato sino que viene de lejos el que en los centros públicos donde hay cafetería o comedor quienes trabajan allí, todos, se benefician de precios especiales.

   Lo cierto es que estas subvenciones que han pasado inadvertidas hasta el momento se convierten en piedra de escándalo dada la coyuntura económica de nuestro país donde hemos alcanzado la cifra de cuatro millones setecientos mil parados, amén de que nos están recortando el Estado del bienestar, y que con las leyes recientemente aprobadas como la famosa reforma laboral en vez de mejorar vamos para atrás. De manera que lo que hay que plantearse es si en los planes de ahorro ministeriales y de centros públicos, ahora que se están discutiendo los Presupuestos Generales del Estado, no se debería de ahorrar de la partida presupuestaria que hace con las subvenciones en los comedores de los centros públicos los precios sean más reducidos.

   Hay miles de familias con todos sus miembros en paro y miles de personas que han traspaso la barrera de los cincuenta años y que se encuentran en el paro sabiendo que ya nadie les volverá a contratar, y miles de jóvenes que están emigrando en busca de una oportunidad. Y como las cosas están como están los dirigentes políticos tienen la obligación, ya digo, de ser extremadamente austeros y sobre todo como la mujer del César no solo ser honrados sino parecerlo.

   El problema de ese creciente desafecto a la política y a los políticos es que termine habiendo un desafecto a la democracia. A mí se me pone el pelo de punta cada vez que leo esas pancartas que dicen "no nos representan" referidas a los políticos. A mí si me representan, lo harán mejor o peor, pero en el Congreso reside la soberanía popular y por tantos sus señorías nos representan a todos más allá de sus aciertos y errores.

   Es momento de que los políticos hagan mucha pedagogía para evitar que la demagogia termine dominando la escena política. Y eso sí, que, además, sean ejemplares.


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