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Anatomía de un ¿discurso?

Anatomía de un ¿discurso?

jueves 21 de febrero de 2013, 19:47h
Llevo escribiendo discursos para presidentes de empresa, directores generales, directores de marketing o recursos humanos y, por supuesto, políticos unos cuantos años. Escribir un discurso no suele ser fácil; lo peor es adecuar el tono y las palabras al espíritu y carácter del orador. Por ejemplo, un discurso para Urdanga debe tener una serie de elementos, pero debe no-tener otros. Así, no puede ser un texto con sentido del humor primero porque la naturaleza de su caso es poco risible y, segundo, porque el protagonista tampoco parece un tipo capaz de entender humoradas distintas a las del chiste grueso.

Leído en pdf el discurso del presidente Rajoy quedan claras varias cosas, quizás la más importante es que quien haya escrito el documento no ha tenido en cuenta quién lo pronunciaba. No encajar bien continente y contenido con el orador afectan a lo más importante de un discurso: su credibilidad.

Se dice que el de ayer lo escribió Pedro Arriola. Puede ser: la sintaxis es mala, el tono grandilocuente, las justificaciones ramplonas y los proyectos a medio plazo hueros. Por algún motivo que se me escapa, el texto no ha sido corregido por un "escritor de discursos" profesional y se ve en él la mano de algún fiel servidor, dicen que Jorge Moragas.

El discurso del presidente no se ajustaba a las "peculiares" facultades oratorias del orador ni a los temas pertinentes en una convocatoria como el Estado de la Nación. Lo que se hizo fue una mezcla de mitin y wishful thinking con palabras inadecuadas al mensaje. Si a ello añadimos el talante poco autoexigente del orador y la guillotina Bárcenas, obtenemos el discurso vacío y autocomplaciente del jefe del gobierno.

El presidente no se creía lo que leía pero como tenía que parecerlo adoptó un ademán de homilía. Añado que, vista la pésima estructura oral del discurso y la sobrecarga ideológica de triunfalismo en el tono, el autor es un programático o un ideólogo, pero no un profesional de la comunicación oral y menos un experto en discursos, un tipo especial de texto que se escribe para ser recibido oralmente.

Dejó fuera muchos de los temas que hoy por hoy son esenciales: Bárcenas, la falta de cumplimiento electoral, el vaciado del Fondo de Reserva de la seguridad social para retrasar -que no evitar- el rescate de España y que ha escandalizado incluso a la prensa alemana. El discurso estuvo lleno de trampas baratas para mezclar el aceite -la situación española real- y el agua en forma de comité de la unión europea que, simplemente, no tocaba pero convenía por aquello de tirar balones fuera.

Una gran parte del discurso fue la letanía sobre la herencia recibida, pero no hubo una explicación de porqué no cumplió lo que comprometió ni tampoco de cómo lo que ha hecho, contrario a lo prometido, ha podido ayudar a mejorar España (que no lo ha hecho: http://www.diariocritico.com/opinion-analisis/manuel-pascua/debate-estado-nacion/429085).

Un discurso deslavazado, mal estructurado y vacío de concreciones que se diseñó para la corrala propia y para que el español medio no acabe de quedarse con los matices y sí con la sal gorda. Términos como "seres humanos que sufren", "bomba a martillazos", "tensión permanente", "ni un minuto de sosiego", "ni brotes verdes ni nubes pasajeras" apuntalan un texto con poca densidad: no nos ha dicho cómo o en qué ha mejorado el país tras un año de su gobierno o qué pretende el presidente hacer este año 2013.

Para suerte del gobierno y desgracia del resto de España, frente a Rajoy un Rubalcaba tan poco creíble como el orador principal, con un discurso fofo y descentrado, alejado de focos como Bárcenas o crecimiento inmediato o Fondo de Pensiones o, simplemente, un nivel de endeudamiento no visto en nuestro país desde hace 100 años (1910). En momentos me pareció que Rubalcaba estaba fuera de juego, acaso con la cabeza en otra parte.

Y puede que, visto en otro plano, el espectáculo paupérrimo del Estado de la Nación haya sido fiel reflejo del verdadero estado de la nación: estamos perdidos, vamos dando bandazos en las políticas económica, laboral, sanitaria y judicial. Y, para colmo de males, nuestros dos líderes más visibles están tan caducados como fuertemente aferrados a sus escaños.

@manuelpascua
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