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Las aspiraciones independentistas chocan con la realidad

La pregunta económica del momento: ¿y qué haría España sin Cataluña?

La pregunta económica del momento: ¿y qué haría España sin Cataluña?

> Ninguna de las dos partes saldría ganando, sino que se empobrecerían notablemente

Por Pablo M. Beleña
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jueves 12 de septiembre de 2013, 11:35h
Los debates independentistas en los últimos años se han acrecentado y tomado una nueva perspectiva, dejando la utopía y caminando hacia el realismo político. Otra cosa es lo que sería una Cataluña independiente en el campo económico, sobre todo por lo que perdería España como Estado.

Cuando se inició el debate soberanista ya se analizó y desde Diariocrítico ofrecimos un estudio cuyas conclusiones llegaban a que Cataluña sí tendría potencial de sobra para ser independiente también en lo puramente económico. Aunque no en estos tiempos de crisis, ya que tendría imposible financiarse en los mercados y no podría afrontar el pago de su deuda -considerada prácticamente como bonos basura-, con lo que también le condena a no pensar en separarse de España en algunas décadas, al menos hasta que arregle sus cuentas internas.

Por otra parte, en caso de una división del territorio, Cataluña tendría que asumir también proporcionalmente la deuda del Estado, no la deuda catalana, por lo que quedaría casi con unos 200.000 millones de euros de deuda en total.

Cataluña tiene aproximadamente un PIB de 210.000 millones de euros, con 32.000 kilómetros cuadrados y algo más de 7 millones de habitantes. Dinamarca, por ejemplo, tiene 43.000 kilómetros cuadrados, una población de 5,5 millones y un PIB de 206.000 millones de euros. Es decir, casi lo mismo con menos población y menos territorio productivo. Dicho de otra manera, la economía catalana es fuerte, pero no estaría en una primera línea de los países más ricos de Europa.

En todo caso, la pregunta que ahora nos hacemos es justo la contraria: ¿podría España mantener su nivel económico sin Cataluña? Bien, vayamos por partes. Como es sabido, el Producto Interior Bruto (PIB) es un indicador económico que refleja la producción total de bienes y servicios asociada a un país durante un determinado periodo de tiempo. En 2009, antes de que la crisis presentara su peor cara, España era la quinta economía europea, con un PIB de 1.050.000 millones de euros. Le superaban Alemania, Francia, Reino Unido e Italia, por ese orden.

Pero la crisis que tanto ha golpeado a nuestro país ha hecho que el PIB se contrajera sin freno, llegando hasta los 1.049.525 millones de 2012, el último contabilizado. En 2013, como es sabido, seguirá la recesión, por lo que la cifra bajaría del billón, una cifra simbólica que golpeará la moral de España, por mucho que se espere un crecimiento en 2014.

El caso es que España no sólo perdería los 200.000 millones del PIB catalán, sino también todo el enriquecimiento generalizado como país que genera la actividad económica catalana. Ya sólo perder Cataluña sería como perder el 20% del PIB, lo que supondría una contracción inasumible, pero también se iría incrementando con el paso del tiempo, al perder los lazos económicos, por mucho que se mantenga una buena relación de intercambio comercial.

Además, las grandes firmas catalanas en el sector financiero o energético, tales como La Caixa Catalunya Banc, Banco Sabadell?, Gas Natural Fenosa, del sector de la construcción -Abertis-, compañías alimenticias -Nutrexpa, Gallina Blanca, Cacaolat, Damm, San Miguel...-?, firmas de moda -Mango- o editoriales -Salvat, Grijalbo, Ediciones B, Planeta...- tendrían que decir algo.

De hecho, algunas ya se han pronunciado, como Planeta o Mango. Muchas de ellas dejarían de obtener contratos públicos con el Estado español, por no hablar de los particulares, que abandonarían por desafecto estas relaciones comerciales, además de perder mercado: de vender sus productos con seguridad comercial a una población de 50 millones de habitantes, ahora lo harían para una de 7 millones -la catalana-, y todo lo demás sería conseguirlo ya en un mercado exterior, el español. Y no hay que olvidar que la Unión Europea sería un campo de minas para Cataluña: todo lo que no fuera entrar en ella sería una desgracia para la hipotética nueva nación catalana.

Pero todos estos puntos negativos para las compañías catalanas también tendrían un efecto negativo en España: estas empresas son tejido industrial español que dejaría de enriquecer a las cuentas públicas, así como dejar de aportar impuestos para el sistema fiscal. Los empleos que podrían perderse serían otro punto a tener en cuenta, igualmente desastroso. La conclusión es clara: la independencia catalana no convendría a ninguna de las dos partes, pero, claro, la política es otra cosa, tantas veces peleada con la parte racional que aporta la economía. "Es la economía, estúpido", que dirían en Estados Unidos.

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