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Madrid distorsiona la realidad informativa

Madrid distorsiona la realidad informativa

sábado 07 de marzo de 2015, 10:46h
Antes que la actual emisora hemos tenido cuatro "Radio Euskadi" en funcionamiento. La primera en Bilbao nacida con el mensaje de Gabon del Lehendakari Aguirre en la Navidad de 1936. Caída Euskadi, pasa a Barcelona. En el exilio y en tierra vasca, se monta la tercera en Mouguerre cerca de Bayona que la cierra Miterrand por presión de Franco y la cuarta, en Venezuela funcionando trece años transmitiendo en onda corta con un programa de media hora desde Santa Lucia (Valle del Tuy).

En el mitin de cierre de campaña de la Casilla en junio de 1977 anunciamos su cierre. No teníamos la quinta Radio pero si la libertad de expresión suficiente para dejar aquella quijotada del Grupo EGI de Caracas funcionando todos los días a más de siete mil kilómetros de distancia.


En su génesis cinco personas clave. Alberto Elósegui, abogado, con un sentido de la noticia y de la información que no he visto a nadie. Su nombre de guerra era Paul de Garat. Había trabajado con Gabriel García Márquez y Plinio Apuleyo Mendoza en la revista Momento. El donostiarra José Joaquín Azurza en la parte técnica. Le llamábamos Jota Jota y era como una IBM. Se había tenido que ir de Donosti perseguido por la policía por haber interferido Radio San Sebastián un día de regatas y colado un mensaje abertzale con el grito reivindicativo de ¡Gora Euzkadi Askatuta!. Un inmenso delito.


Jokin Inza, el Gordo, de Bergara, un gigantón con un corazón tan grande como su cabeza que sacaba dinero debajo de las piedras para financiar aquel tinglado. Iñaki Zubizarreta, un magnífico arquitecto de las Arenas,  amigo de los adecos en el poder que logró los permisos necesarios y Xabier Leizaola, sobrino del Lehendakari, una persona sensible, un hombre de bien, un bombero cuando la casa se quemaba. Fue presidente del Consejo de Deia. 

Y alrededor de estas cinco personalidades, treinta egikides cada uno ayudando en lo suyo. Pello Irujo, Iñaki Aretxabaleta, Guillermo Ramos, Paul  Aguirre, Félix Aranguren, Mendi, Jon Mikel Olabarrieta,Jon Gómez, Garbiñe Urresti, Julene Urcelay, Maite Leizaola, Aita Patxi, Mendiguren, Mitxelena, Lekue, Olabarri, Atxurra, Gómez, López Mendizabal, Líbano, Amezaga. Unos en la parte técnica, otros recogiendo quinielas, los de aquí de locutores, los de allá de conseguidores, los curas entre semana, los que iban a visitarle los sábados a Ixaka Atutxa, un gudari del Yagi Yagi metido en la selva como un salvaje, con sus perros y  su cabaña poniendo cada día en funcionamiento los transmisores Pedro y Pablo mientras  lanzaba imprecaciones y jaculatorias contra Franco y su régimen. Sin olvidar a quienes  llevaban el Talo (la cinta) a Macuto (lugar de emisión) todos los días, el algorteño Juantxo Ortiz y el andino Pedro Briceño. Gente muy meritoria, anónima, entregada, idealista, fantástica.

Los programas se componían de un editorial, una reflexión en euskera y otra en castellano y las noticias que conseguíamos por cartas, informaciones de agencias, publicaciones, y llamadas. Y así trece años, todos los días.

Una vez nos metimos en la misma franja que la Voz de América y nos llamaron de la embajada estadounidense. Otra salió que íbamos a dar el paradero de la secuestrada Patricia Hearst por el ejército Simbiótico de Liberación. Hacíamos daño y con esa argucia querían sacarnos de circuito. En otra ocasión se nos quemó la oficina, estábamos en el tercer piso, y nadie me preguntó como salté de una ventana al brazo de una grúa de un edificio en  construcción colindante.Pero el mayor enemigo que teníamos era lo que llamábamos "la cotorra franquista". Se trataba de  una potente interferencia que la manipulaba una brigadilla del ejército que nos dijeron funcionaba desde Artxanda. El franquismo sabía que los partidos democráticos de Venezuela nos protegían y solucionaban la cuestión con la maldita chicharra. Me imagino que harían lo mismo con Radio Pirenaica y Radio Paris. Cuando algo no gusta se le anula a la brava.

A pesar de ello se nos escuchaba, pues Jota Jota movía la banda, y los marinos vascos por todo el mundo nos enviaban informes de escucha a la sede del Gobierno Vasco en Paris. Era una voz con mil ecos. Toda una época, hoy desconocida.

¿A qué viene esto?.Más de una vez he pensado si no sería bueno poner  en la actualidad en el Gorbea una Cotorra Mediática, tipo Cotorra Franquista, en justa reciprocidad por lo que nos hicieron, y que desde sus ondas anulara toda esa nube tóxica informativa que nos viene de un Madrid ensimismado en sus problemas y que pretende  los hagamos nuestros.

No sé que tenemos nosotros que ver con Bárcenas, Blesa, Camps, Gurtel, Púnica, tarjetas Black, Rato, el Bigotes, Cristina de Borbón, Pujol Ferrusola, los ERE, Chaves y Griñan, el tranvía de Parla, Villar Mir, Núñez, la lista Falciani, Díaz Ferran, Rouco, el Código Calixtino, Elpidio Silva, Ruz, Isabel Pantoja, Kiko, Belén Esteban, Tomás Gómez, Ciudadanos, Monedero, Corinna, el pequeño Nicolás, Arturo Fernández, el rescate, la prima de riesgo, la agencia tributaria,... que día a día nos ofrecen como único menú informativo con tal volumen  que al final llegamos a creer que son "nuestras" noticias y que ante ellas hemos de reaccionar.Seguramente en Francia informaciones como éstas se producen cada día, pero como no nos enteramos de ellas, vivimos tan felices y no se ha creado en Euzkadi un partido de extrema derecha del tipo de Le Pen, afortunadamente, como tienen  ellos en su país  pese a los esfuerzos de Maroto y del PP por montarlo aquí.


Y sin embargo ellos lo tienen. Estoy seguro que sin esa ración diaria de delitos  y corrupciones, que nos llega gratuitamente a Euzkadi el fenómeno Podemos sería un  fenómeno  exclusivamente español y lo veríamos de lejos. La democracia es un régimen de opinión pública y ésta se mueve por estados de opinión y que si no existen, se crean. Es como el aire acondicionado o la calefacción. Se enchufa y  el frío y el calor se combaten. Solo el  hecho de que La Sexta y T-5 sean las televisiones de mayor audiencia en Euzkadi nos ilustra sobre esta deformación de la realidad. La política espectáculo española que cada día necesita raciones  gigantescas de circo está distorsionando nuestra realidad vasca.


El Washington Post narró lo que hizo el violinista Joshua Bell con su Stradivarius de 1714.No había entradas para escucharle en el Symphony Hall de Boston a mil dólares la  localidad. Y decidió hacer la prueba al día siguiente en el Metro. Allí estuvo tocando ante la indiferencia de la gente que pasaba a su lado habiendo conseguido en el día cuarenta dólares. Y el periódico sacaba sus conclusiones en relación con  la consideración  que se le da hoy a las etiquetas de diseñador, al lugar que las cosas ocupan y al valor que tienen en un contexto  o en  otro.


Le escuchaba el 14 de febrero a Pernando Barrena  en Basauri  asegurar que "algunos tienen tanto interés en que el conflicto político no se solucione nunca porque  se han forrado a costa del antiterrorismo". "Robaron a manos llenas y, con ese dinero, pagaban sedes, se apañaba la vida laboral y la cuenta corriente". Y el tipo, después de semejante rebuzno, se quedaba tan fresco. Un Barreda que en la época más dura de ETA  justificaba en sus ruedas de prensa  los asesinatos más crueles en explicación del "conflicto" y del por qué se asesinaba , es hoy un misionero de la paz  señalando a los demás con su dedo acusador cuando mucho mejor estaría callado o dejando ese papel a otro y de biografía más limpia.


Pero estoy seguro que Pernando, preocupado por el fenómeno Podemos, eleva  el tono para hacerse notar y demostrar que a decir burradas no le gana nadie, ni nadie tiene que decirle a él y a los suyos lo que tienen que hacer en su corralito.


En Portugal  dicen que de España solo les llegan malos vientos y malos casamientos, y Don Pernando inmerso en ese contexto hispano, no quiere dejar que no se note su impronta.


A lo dicho pues. Tenemos que poner en el Gorbea, lejos de  la Cruz, una cotorra mediática que nos aísle del patio de monipodio informativo español del que solo nos viene malos vientos y pésimos entendimientos y que nada de esto nos hace falta para ir conquistando un futuro mejor y un día a día más serio.
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