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España avanza hacia su séptimo fracaso colectivo en Educación

martes 30 de junio de 2015, 07:36h

Independientemente de que el ministro de Educación, Cultura y Deporte, se llame Wert o Méndez de Vigo, los resultados de las pasadas elecciones modificando sustancialmente el mapa autonómico, amenazan seriamente el futuro de la última -la séptima- reforma educativa de la Democracia realizada, en esta ocasión, por el gobierno de Rajoy.

La situación, no deja de ser alarmante, ya que desde que el 15 de junio de 1977 se celebraran las primera elecciones democráticas en España, las reformas educativas se han sucedido sin solución de continuidad y sin la más mínima posibilidad de un consenso de mínimos que permitiera a España contar con una legislación que asegurara el futuro en una materia que todos coinciden en afirmar que es la base del desarrollo y la modernización de un país; en definitiva, de su futuro.

Así las cosas y con la mirada puesta en las próximas elecciones legislativas, todo parece indicar que la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) se uniría a la LOECE, a la LODE, a la LRU, a la LOGSE, a la LOPEG, a la LOCFP y a la LOU en la lista de estrepitosos fracasos del sistema educativo español, convirtiéndose en un nuevo fiasco colectivo cuyos responsables no son otros que los partidos políticos incapaces de llegar a ningún tipo de acuerdo en esta materia, aunque son muchos los que se arrogan el protagonismo de haberlo intentado.

Y ahí están los dramáticos resultados sobre los que tampoco hay acuerdo: primer país de Europa en términos de fracaso escolar y de mala inserción laboral de sus jóvenes; puesto 26 de 34 países analizados según el último informe PISA y el manido dato que señala que España solo cuenta con una universidad entre las 200 mejores del mundo lo que se refleja en el paupérrimo número de premios Nobel cosechados. Y el drama es que todo ello no parece ser cuestión de gasto ni de ratios de alumnos o de profesores.

Los problemas de la educación en España son, sin duda, de calado y en ello convienen todos los expertos que se han acercado al sistema educativo español, aunque resulta inútil la globalización de los mismos.

Todos coinciden en señalar que la endogamia universitaria, por poner un ejemplo, nada tiene que ver con la politización de la enseñanza secundaria o primaria o la política de I+D, y la solución de todos esos problema, y más, requiere entrar en el detalle y buscar soluciones parciales e incluso individualizadas, una vez que se haya elaborado y consensuado un pormenorizado análisis de la situación, algo que no se ha hecho, después de más de treinta años de Democracia.

Lo que sí resulta cierto es que el frente anti LOMCE toma cuerpo y partidos como el PSOE, Convergència o PNV retoman las críticas a la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) y piden que se paralice para el curso que viene, cuando está prevista su ampliación a la ESO. El propio secretario general del PSOE, Sánchez, ha afirmado en repetidas ocasiones que si el PSOE llega al gobierno tirará abajo la Ley.

Andalucía, Asturias o País Vasco han paralizado medidas como las evaluaciones externas de la etapa de primaria. La Generalitat, por su parte, admite que regatea la Ley, evitando el desdoblamiento de la asignatura de conocimiento del Medio en dos materias, Ciencias Sociales y Ciencias Naturales mientras la Junta de Andalucía rescata Educación para la Ciudadanía, eliminada en la LOMCE, en la parte del horario que diseñan las autonomías.

Ni el más excéntrico y despistado de los analistas y observadores especializados en España podría estar en desacuerdo con que la educación es la gran asignatura pendiente de la Democracia española, el gran problema del que cuelgan casi todos los graves problemas económicos con los que se enfrenta y se ha enfrentado nuestro país, incluyendo el paro y que no deja de ser la consecuencia de la ineficacia de un sistema educativo jalonado por sonoros fracasos desde que se pusiera en marcha en 1985 la Ley Orgánica del Derecho a la Educación, primera norma de la Democracia referida a la enseñanza.

Desde entonces, España parece haberse instalado cómodamente en el furgón de cola de las democracias europeas en materia educativa y ha cosechado todo tipo de fracasos hasta convertirse en referencia de lo que no debe ser la educación en un país con aspiraciones y así lo viene certificando la OCDE cada vez que hace públicos los informes PIAAC y PISA.

Carlos Díaz Güell es editor de tendenciasdeldinero.com

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