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‘Si los ángeles disparan’, un montaje de Iván Ugalde que revisa para el teatro la masacre de 1990 en Puerto Hurraco

‘Si los ángeles disparan’, un montaje de Iván Ugalde que revisa para el teatro la masacre de 1990 en Puerto Hurraco

miércoles 01 de julio de 2015, 19:41h

Cualquier español mayor de 40 años sin problemas de memoria, asocia el término ‘Puerto Hurraco’ a la matanza que dos hermanos llevaron a cabo en el pueblo pacense de ese mismo nombre que tuvo lugar la noche del 26 de agosto de 1990. Las circunstancias que rodearon el asesinato múltiple -nueve muertos y doce heridos graves- perpetrado por estos dos hermanos, con la ayuda de otras dos hermanas que convivían también con ellos y a las que muchos consideraban inductoras del crimen, dejó helada a toda España en un verano que volvió a recordarnos que el afán por la posesión de la tierra y la sed de venganza no era cosa tan remota en nuestra historia. A todo eso se le había llamado la España profunda porque, de alguna manera, el episodio parecía insertado en el ADN de lo español. Hace unos años Carlos Saura abordó en el cine ese capítulo de nuestra historia reciente en ‘El séptimo día’, inspirado en la matanza de Puerto Hurraco, y ahora Iván Ugalde dirige este montaje que hace otro tanto en una obra tan corta -apenas 60 y pocos minutos- como intensa y estremecedora, en El Umbral de Primavera, uno de los teatros más personales del ámbito de Lavapiés.

El montaje de Ugalde se titula ‘Si los ángeles disparan’ y está basada en ‘Garrulos’, de Jorge Moreno, obra ganadora del IV Premio de Textos Teatrales Jesús Domínguez de la Diputación de Huelva 2013. Como si de un moderno western se tratase, Ugalde ha montado el escenario en medio del patio de acceso al Umbral de Primavera, consiguiendo desde el primer momento que los espectadores se sientan parte de los habitantes de Puerto Hurraco, ya que la acción entre los cuatro hermanos discurre a dos palmos de sus narices. Y, si a ello añadimos que las puertas metálicas de acceso al teatro se cierran a cal y canto con el doble propósito de evitar que algún público despistado intente acceder a la sala una vez iniciado el espectáculo, y, por otra, que los allí presentes se sientan en una encerrona ficticia como si fueran parte de los habitantes de la pedanía de Badajoz donde se desarrollaron los luctuosos sucesos en aquel verano del 90, el director consigue que la experiencia vivida sea difícil de olvidar para quienes pasen por allí.

El comienzo de la historia parte del sonido evocador de la guitarra eléctrica de Rafael Domínguez, cuyas notas nos transportan a paisajes mil veces retratados en los filmes clásicos del Oeste americano, y que van desde John Ford a Sergio Leone, trasladados aquí a una atmósfera onírica y densa del pueblo extremeño de Puerto Hurraco. Allí, los cuatro hermanos Izquierdo, componentes de una misma familia, y que están encarnados por cuatro estupendos actores Manuel Domínguez (un magnífico Emilio); Ana Feijoo (estupenda Ángela leyendoa su hermana lacrónica periodística de los sucesos); Paco Puerta (un Antonio pusilánime e influenciable)y Vicky Peinado (Luciana, la más manipuladora de las dos hermanas, y pseudoreligiosa, que llena de velas y estampas todos los rincones de la casona eternamente oscura de los Izquierdo), que instiga a sus hermanos a no demorar más el plan: “Un tiro y se acabó, y si hacen falta más, más”. Insertos en un ambiente rural, aislados de todo y de todos, van a perpetrar una venganza que llenará de sangre el pueblo. Alimentados por la locura, la sinrazón y la memoria, los hombres cargan sus escopetas, decididos a cambiar las tórtolas o las codornices, las liebres o las perdices por los hombres, las mujeres y los niños del pueblo. Para Luciana, la máxima instigadora del plan de rehabilitación de la memoria familiar, “¡A defender la tierra y la propiedad privada...!y losdel pueblo a callar; como siempre, callarán”. Es el momento de que hablen las escopetas de caza -las Franchies, como las llaman los hermanos-, de que la letanía de disparos -‘pum, pum, pum’- acallen los canturreos de los pájaros, las canciones de los niños y los comentarios de sus padres. El baño de sangre está servido y la venganza se ha consumado.

Espacio escénico

Muy interesante la solución que el director del montaje ha planteado para resolver los distintos cuadros escénicos que se desarrollan en otras tantas partes del caserón de los Izquierdo, al principio, y en la cárcel o el psiquiátrico, después. El escenario permanece en la casi absoluta oscuridad, con varios puntos de luz situados en los extremos y casi coincidiendo con los cuatro puntos cardinales del domicilio, constituidos por unas cuantas velas perfectamente ordenadas en pequeños altares llenos de estampas de santos y, posiblemente también con fotografías de la madre muerta hace ya unos años. Los personajes se van trasladando de un lugar a otro de la casa y en esos puntos (la galería, el recibidor, las habitaciones, el baño...), un foco de luz suave focaliza la atención del espectador para atender al discurso de Emilio, Antonio, Ángela o Luciana que, poco a poco, van tejiendo e incrementando su grado de locura, desatinos y sinrazones hasta lograr que las peores premoniciones se hagan realidad.

El montaje, creemos que es la primera incursión de Iván Ugalde en tareas de dirección -Iván es, originariamente, actor- del que ha salido mucho más que airoso en el empeño, especialmente en lo relativo a la perfilación y ajuste de los cuatro personajes que, aunque urden conjuntamente una tragedia colectiva, tienen cada uno de ellos su propia personalidad, que queda muy bien marcada a lo largo de la historia. Como quedan también definidas sus relaciones con la divinidad y el más allá en esa especie de pseudoreligión, a mitad de camino entre la santería y la más arcaica de las manifestaciones religiosas. Ugalde, en todo caso, no hace de ello mofa ni crítica; simplemente lo expone como un componente más de la tragedia. Lo mismo que esas sugeridas relaciones incestuosas entre los hermanos, Luciana con Emilio y Ángela con Antonio.

Y, por último, el tempo de la acción, lento, implacable, pesado e hiriente, discurre con la precisión de un reloj atómico y ni siquiera la decisión de los personajes de dar comienzo cuanto antes al aquelarre hace que tiemble la mano del director del montaje que ha sabido ver que en ello estriba también uno de los mayores aciertos del mismo. En conjunto, un espectáculo sorprendente por lo bien medidos que están cada uno de sus componentes y por una interpretación coral y personal excelentes en cada uno de los gestos, del habla rural -llena, en muchos casos, de incorrecciones gramaticales- que ellos asumen como propia con absoluta naturalidad.

Un solo pero, que no sé muy bien si responde a las exigencias del guión marcados por la dirección del montaje (Iván Ugalde) o a la voluntad de economizar costes por parte de la sala, a la hora de someter a una temperatura próxima a los 40 grados a actores y espectadores. Los primeros acaban la representación sudando literalmente por los cuatro costados y los segundos, los espectadores, también y, en algunos casos, próximos a la lipotimia (doy fe). Seguro que el público estaría dispuesto a pagar un euro más por la entrada si, a cambio, la refrigeración se pone en marcha. Seguro que por ello no sufre la historia y, desde luego, menos aún el público que acude a verla representada.

‘Si los ángeles disparan’, basada en Garrulos, de Jorge Moreno

Dirección: Iván Ugalde

Música original (en vivo): Rafael Domínguez

Escenografía: Lola García

Iluminación: Jesús Antón

Sala: El Umbral de Primavera (calle Primavera, 11, metro Lavapiés)

Fechas: domingos de junio, 20hs (Prorrogado: Domingos 19 y 26 de julio)

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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