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OPINIÓN

La cabra montés y la ribera del Júcar

Ximo Azorín y Cipriano Escribano. Asociación para la Conservación de los Ecosistemas de La Manchuela (ACEM)

lunes 13 de julio de 2015, 11:32h


En relación con las quejas de daños producidos por cabra montés en la ribera del Júcar, y las autorizaciones que los Servicios Periféricos de la Consejería de Agricultura conceden para la cazar esta especie, con el fin de reducir los supuestos daños en la agricultura y en edificaciones, desde el movimiento ecologista de la Manchuela, (ACEM-Ecologistas en Acción de la Manchuela), queremos trasladar las siguientes reflexiones.

La presencia de la cabra montés, al igual que otros grandes mamíferos herbívoros, en espacios donde hacía años no se conocían, es un fenómeno cada vez más frecuente que está sucediendo en muchos de nuestros pueblos. En algunos casos debido a una expansión natural de la especie, o en muchos otros o de forma simultánea con los movimientos naturales, ligado a la caza mayor industrial, por animales que se escapan de los vallados cinegéticos, donde previamente han sido introducidos.

Al final se trata de recuperar antiguos territorios en los que estaban presentes (no hace tantos años), pero sin los depredadores naturales asociados a estas especies.

Su presencia actual además se debe a una toda una trayectoria de espacios protegidos en el país, al éxodo rural y el abandono de los trabajos ligados a la explotación forestal, el pastoreo, etc

En definitiva a varias causas, muchas de las cuales han participado en la evolución del monte a una situación parecida a la original, con resurgimento de especies vegetales y animales. No en vano el cercano río Cabriel debe su nombre a la cabra (Capra hispanica). En definitiva es una especie climácica no invasora del monte mediterráneo seco que es el asentado en Júcar y Cabriel.

Este fenómeno para algunas personas se interpreta como algo ajeno, casi como una invasión, (cuando en realidad es justamente lo contrario), está produciendo alarmas infundas y exageradas, muchas veces promovidas de forma interesada. Creando un amplio debate en muchos pueblos, sobre los problemas que están generando y las posibles soluciones, que siempre pasan por ser la misma, el control de las poblaciones mediante la caza.

Pero el problema, es que la caza ha demostrado sobradamente su inutilidad como herramienta para lograr un ecosistema equilibrado. Ha demostrado ser un fracaso en el control de los desequilibrios causados por la proliferación de determinadas especies, siendo además, en una mayoría de los casos más que solución, causante de estos desequilibrios, vía promoción de especies cinegéticas o control de depredadores.

Una práctica habitual en muchos cotos con plan cinegético de caza menor es cebar a los herbívoros o el jabalí, con la finalidad de poder darles caza bajo la acusación de daños a la agricultura, precisamente promovidas por esa actividad ilegal. No digamos nada de los cotos de caza mayor donde se promueven todo tipo de actuaciones para fomentar sus poblaciones como comederos, bebederos, aporte de sal, sembrados con esta finalidad… Otro el ejemplo lo tenemos muy cercano en la situación del conejo, tras años de autorizaciones, de descastes, de control y autorizaciones especiales, se ha demostrado que estas medidas no has sido efectivas.

Está demostrada la inviabilidad ambiental de la caza, pero también se está demostrando su inviabilidad económica, y eso a pesar de las ayudas indiscriminadas a la caza que ha hecho el gobierno de Cospedal, (ayudas de todo tipo, económicas, de promoción, legislativas..), pues está siendo un obstáculo para otras posibilidades de desarrollo, atractivos y usos compatibles con el medio natural. La mejor prevención de los daños a la agricultura, el mejor aliado del agricultor, incluso del ganadero, siempre han sido los depredadores naturales, en el caso de los grandes herbívoros el lobo o el lince, y de los pequeños, zorro, mustélidos y rapaces… Esos son los verdaderos aliados, la garantía de un ecosistema equilibrado. Pero es que además un ecosistema rico en biodiversidad es una verdadera fortaleza a largo plazo de posibilidades de desarrollo y de atractivo turístico.

Ha quedado demostrado que para muchas comarcas rurales el mantenimiento de una buena condición ecosistémica es mucho más rentable que la caza que de otro lado es una clara fuente de economía sumergida. Las soluciones No se pueden dar exclusivamente soluciones simples, (como autorizar permisos para cazar), a situaciones complejas como las dinámicas naturales y su interacción con el hombre. Las únicas alternativas propuestas por las consejerías con materia de medio ambiente, han sido tradicionalmente la caza, y el control de depredadores, a instancias de intereses concretos y a la necesidad de dar soluciones inmediatas.

Para nosotros como hemos reflejado, la solución es más sencilla y a la vez más variada en su visión global, basada en favorecer la biodiversidad, reconstruir los ecosistemas y sus equilibrios. Y para eso hay que contar con los depredadores naturales, y por eso son necesarias medidas para fortalecer sus poblaciones.

En el caso de las áreas donde están presente grandes herbívoros, donde se ha recuperado su presencia, como es el caso de la cabra montés con el que hemos iniciado este artículo, es necesario valorar la reintroducción controlada de su depredador natural, el lobo, o medidas encaminadas a favorecer el proceso de expansión natural.

Es necesario empezar abrir este debate, que principalmente va a contar con la oposición de determinados intereses particulares, especialmente el sector cinegético, dado que para otro sector implicado como la ganadería, se pueden articular medidas para minimizar y compensar su posible efecto. Iniciar este debate puede parecer pueril e incluso despropósito para algunos, pero repoblar multitud de espacios con especies que antes no estaban presentes, como el ciervo, (algunos procedentes de centro europa), cabra montés, corzo, e incluso con otras exóticas como el arruí (procedente de Magreb), o el muflón (extinguido hace 10.000 en la península ibérica), con el único fin de cazarlos, eso sí que ha sido un verdadero disparate que ha conllevado transformaciones e impactos negativos, sobre la regeneración de la vegetación natural y sobre la agricultura.

Es evidente, dada la enorme complejidad e interrelaciones de las dinámicas naturales y su relación con el ser humano, de ser tan ingenuos de pensar que una única medida como recuperar la presencia del lobo, suponga soluciones integrales. Pero sí saber que medidas como esta son necesarias para garantizar un ecosistema sano, y que consideramos necesario, se abra un debate que nos tiene que llevar a cambiar nuestro forma de pensar sobre lo que consideramos animales perjudiciales, las antiguas alimañas.

En todo caso nosotros somos el principal animal perjudicial para la naturaleza, y así, no existen animales perjudiciales, los perjudiciales son los desequilibrios que causamos y recae sobre nosotros la responsabilidad de remedarlos. Y esto es, cuando se pongan a trabajar los nuevos responsables de la consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural, lo que vamos a pedirles, una nueva sensibilidad, una nueva forma de relación con la naturaleza.

Ximo Azorín y Cipriano Escribano
Asociación para la Conservación de los Ecosistemas de La Manchuela (ACEM)
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