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Agur Txiki

viernes 28 de agosto de 2015, 11:32h

Txiki Benegas fue hijo del exilio vasco y de esa Venezuela que acogió en 1939 a cientos de abertzales que huían de un fusilamiento seguro. Su aita había sido seguidor de aquel sacerdote tolosarra Aitzol (José María Ariztimuño) que había fundado la Asociación Vasca Social Cristiana (AVASC) y donde militaba la flor y nata de aquella intelectualidad joven de un abertzalismo puntero en el PNV. Defensor de oradores nacionalistas castigados por las leyes de la República pudo ser el candidato gipuzkoano en las elecciones de febrero de 1936 al Congreso, puesto que ocupó José María Lasarte.

Estas vivencias tan profundas me las resumía Txiki contándome lo que le había impresionado la agonía de su padre cuando éste no hacía más que repetir “Que el barco no llega, que el barco no llega”. Se refería al Galerna, carguero donde subió Aitzol en Bayona y que fue capturado en alta mar en 1936 cuando el jesuita volvía a Bilbao. Prisionero de los sublevados Aitzol murió fusilado ante las tapias del cementerio de Hernani, tras ser torturado en la cárcel de Ondarreta. Y aquel mazazo lo exteriorizaba Benegas-padre en su agonía como aquel ciudadano Kane (Randolph Hearst) repitiendo el nombre de aquel trineo de su infancia Rosebud.

Aquella generación, que había sufrido la expatriación, dejó en sus descendientes una jerarquía de valores que Txiki hizo suya. De ahí que Benegas hijo siempre fuera el gran valedor de la entente política entre el PSE y el PNV.

Mi aita conoció al padre de Benegas cuando estuvieron los dos refugiados en el monasterio benedictino de Belloc en Iparralde. De allí partieron hacia Venezuela cuando fue abierto el Campo de Gurs y tambores de guerra volvían a sonar en Europa. Y mantuvieron una relación personal y familiar hasta que en 1956 la familia Benegas volvió a Donosti.

De aquellos años recuerdo la celebración del cumpleaños de su hermana en Villa San Bernardo en Aldapeta, al lado de La Cumbre. Le habían regalado una caja llena con trucos de magia, pero a Txiki le gustaba uno que nos sometió a consideración. Trajo un ladrillo y pidió a los críos presentes que soplando tiráramos aquel mazacote. Nos quedamos sin aire, pero el ladrillo ni se movió. ”¿Os rendís?” nos preguntó Txiki.” Siiiiiii” contestamos. Y el listo de él puso una bolsa de papel bajo el ladrillo y lo tiró. ¡Eso es trampa!” le dijimos. Pero él se defendía diciendo que soplando había tirado el ladrillo.

Esta vivencia infantil se la he recordado a Txiki un millón de veces cuando trataba de meternos gato por liebre en cualquier negociación que siempre era facilitada por esa relación personal.

La última vez que le vi me contó como en 1974, reunida la oposición al franquismo moribundo en la calle del Segre y estando allí Tierno Galván, Gil Robles, Ruiz Giménez, Felipe González, Peces Barba, Nicolás Redondo, Dionisio Ridruejo y Ajuriaguerra les detuvieron a todos y les llevaron a la Puerta del Sol donde funcionaba la Dirección General de Seguridad y me contaba como a él y a Juan Ajuriaguerra les trataron con especial dureza, cuestión que hizo que la relación con nuestro Juan se acrecentara y facilitara muchas cosas en aquellos inicios democráticos. El artículo reproducido en Deia este miércoles habla bien de esa humana relación y de sus viajes a Bruselas con Juan para negociar acuerdos pesqueros. Y con la boca pequeña comentaba que se habían equivocado apoyando a Rubial a la presidencia de aquel primer ente preautonómico en perjuicio del mejor derecho de un Ajuriaguerra que aceptó deportivamente aquella jugada.

Asimismo solía contar con humor la primera entrevista que tuvieron en La Zarzuela con el Rey en 1978 y de como Ramón Rubial, presidente del Consejo General Vasco a la sazón le dijo a Juan Carlos que él era republicano y que iba a trabajar para derrocarle. Y contaba decenas de anécdotas y vivencias que quedan inéditas pues lo malo de nuestra generación es lo poco que ha escrito sobre la infrahistoria. Mucho sobre la paz y sobre ETA, pero poco sobre lo que ha sido el lubricante de la política que es lo que nos ha llevado a la actual situación, impensable en aquellos años boreales.

Todos los lunes en 'La SER' mantenía una amable tertulia con él moderados por Isabel Cobo y Eva Domaika. Cada uno en su esquina pero tratando que la acritud de posiciones distintas en algunos momentos no desbordara el vaso. Y a él le gustaba ese juego de esgrima donde siempre primaba la necesidad de que las dos grandes familias ideológicas vascas llegaran a acuerdos sustanciales en beneficio de Euzkadi. Esto no quiere decir que no nos enzarzáramos en temas como el GAL, la financiación de partidos o su chavismo inicial, últimamente reconvertido.

Oigo que se le va a hacer un gran homenaje. Lo mereció en vida por los muchos servicios prestados a su partido y al país. Consejo General Vasco, Constitución, Estatuto de Gernika, transferencias y un largo etcétera sin olvidarnos de un Xabier Arzalluz con el que discutía de todo pero manteniendo ese hilo de la amistad respetuosa y de las bromas inteligentes. Corcuera, Araceli, Guerra, Dios, Felipe……El discurso de la Amnistía, lo trituradora que era la política y cómo no le gustaban las primarias.

Fumaba mucho y ese ha sido el gran puñal que ha acabado con él. Mantuve con Txiki la última tertulia el 30 de marzo y hace un mes le mandé un whatsapp preguntándole como estaba y si pensaba volver al aire.” Tengo problemas de respiración y en la radio se nota mucho. Pero si, espero volver. Un abrazo” me contestó literalmente hasta que este martes supimos todos de su fallecimiento.

Con Txiki Benegas se va una parte sustancial de la historia vasca de los últimos tiempos, un político vocacional, un socialista posibilista y una persona entrañable. Un buen tío. GB Txiki…..Que la sociedad vasca te siga recordando como lo haremos los que te seguimos apreciando.

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