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Hay presupuesto para una bomba pero no para investigar

viernes 02 de octubre de 2015, 09:08h

El pasado jueves 24 de septiembre Rajoy inauguró, junto a Susana Díaz y el alcalde de Cádiz, Jose María González “Kichi” el puente de la “Constitución de 1812”, conocido popularmente como el de La Pepa. Allí estaba también la ex alcaldesa del PP Teófila Martínez, quien afirmó “que se podía morir tranquila” porque había cumplido su promesa.

La expresión no es suya. Está en los Evangelios. Dice San Lucas que en Jerusalén había un anciano justo y temeroso de Dios que había recibido una revelación del Espíritu Santo que le había dicho que no moriría sin ver en el Templo al Mesías. Y un día lo vio allí con sus padres y exclamó que ya podía morir tranquilo.

Pienso que a Pedro Morenés, ministro de Defensa del gobierno Rajoy, le pasó este pensamiento por su plateada cabeza en Getxo el pasado 27 de junio cuando presidió la entrega de la Bandera de Combate a la fragata Blas de Lezo. Toma el nombre la fragata del marino pasaitarra Blas de Lezo y Olabarrieta considerado el mejor estratega marino de su tiempo y el hombre que salvó el imperio marítimo hispano contra los ingleses en Cartagena de Indias. Con seis buques consiguió vencer a la escuadra inglesa de Vernon compuesta por 135 navíos. Le llamaban “patapalo” y “medio hombre” pues en las diferentes batallas perdió una pierna, el ojo izquierdo y el brazo. Tuerto, manco y cojo, el hombre debía ser un fenómeno.

Pedro Morenés está físicamente completo a diferencia de Lezo pero formó parte del Consejo de Administración de la empresa Instalaza, fabricante española de bombas de racimo, encargadas de dejar a la gente como Blas de Lezo, hasta que el gobierno socialista anunció la destrucción de todas estas bombas ya que habían sido declaradas ilegales. Morenés más que de Getxo es de Neguri. Segundo de los hijos del vizconde de Alesón y nieto del III marqués de Grigny, VIII conde del Asalto, grande de España, II conde de Peña del Moro y V barón de las Cuatro Torres. Y se le nota.

Neguri deja impronta. Decían que al hijo tonto, lo dedicaban a la política y al listo a la empresa, al banco o a la economía. No fue el caso de Emilio Ibarra al que un gallego listo, FG, con ayuda de Rodrigo Rato le quitó el banco BBV y casi lo meten en la cárcel por tonto y por la petición del fiscal de prisión por delito continuado de falseamiento de las cuentas anuales con sus depósitos secretos en varios paraísos fiscales. Y es que los patriotas españoles son así. De haberle capturado al Lehendakari Aguirre en 1937 los antecesores de estos prohombres no hubieran esperado al amanecer para fusilarlo, pero si le expulsaron de La Bilbaína y del Marítimo del Abra. Y todavía no han pedido perdón por sus fechorías.

El caso es que Pedro Morenés fue Secretario de Estado de Defensa, siendo ministro Eduardo Serra, en el gobierno Aznar y con Mayor Oreja, Secretario de Estado de Seguridad. Un hombre listo de la casa. Tras la victoria del Partido Popular en noviembre de 2011, Rajoy lo nombró ministro de Defensa y ahí sigue cuidando de los secretos oficiales con argumentos de tendero.

Con todos estos antecedentes es normal que el ministro flipara este 27 de junio .Que en el muelle de cruceros de Getxo se entregara la Bandera de Combate, uno de los hitos más importantes en la vida operativa de un buque de guerra, ejerciendo de madrina Ana de Orleans, duquesa de Calabria, y habiendo sido confeccionada la enseña y ofrecida por el Real Club Marítimo del Abra y Real Sporting Club, es para un negurítico no dormir en un mes. Por su parte el comandante señaló que con la entrega de la bandera la dotación del buque “se comprometía a servir a España en cualquier situación, izándola únicamente cuando la patria lo demande, con el más alto sacrificio si fuese necesario”. Pocos días después Morenés preguntado sobre el tema contestó que “si en Cataluña todo el mundo cumple con su deber no hará falta que las FFAA tengan ningún papel”. ¿Y si los desobedientes catalanes no cumplen con su deber?.

Nuestro Grupo Parlamentario y el catalán Joan Saura le han preguntado en varias ocasiones al ministro de Defensa sobre el por qué se niegan a modificar la ley sobre secretos oficiales con el fin de desclasificar automáticamente los documentos clasificados como secretos o reservados. En 1968,en plena dictadura franquista ,se aprobó una ley de secretos oficiales que no establecía un límite temporal para que los documentos históricos sean públicos. Quizás pensaban durar mil años como el Reich de Hitler y este dato no les era importante. ¿Esto qué quiere decir?. Que la ley franquista hace eternos los documentos declarados secretos.

Esto cambió en el año 1984 cuando el ministro Fernando Morán adoptó el acuerdo de abrir todos los archivos y las bibliotecas en menos de 25 años. Y España apareció ante el mundo en la vanguardia de la transparencia, aunque nadie se enteró pues también fue un acuerdo secreto que ni se publicó en el BOE ni hubo referencia alguna de la reunión del Consejo de Ministros. Aun así esto funcionó hasta el año 2010 cuando ocurrió una cosa sorprendente y fue que el ministro Moratinos declaraba secretos 14 temas que constituían toda la política exterior y de defensa y simultáneamente la ministra Chacón propuso desclasificar -que no se desclasificaron- diez mil documentos históricos. Todo este galimatías muy propio de la política PPPSOE supuso no dejar consultar documento alguno, lo que provocó un manifiesto de casi 400 historiadores de 17 universidades del mundo quejándose al respecto. Provocó también que todos los Grupos de la oposición hiciéramos interpelaciones y preguntas para solucionarlo. Y provocó que el relator de las Naciones Unidas para temas de libertad y derechos humanos redactara un informe demoledor : ”en España no se pueden consultar numeroso documentos históricos y no hay criterio para decidir cuáles son”.

Y este no es un asunto solo de los historiadores, es la asignatura pendiente de un país que tiene todo su derecho en saber qué pasó y como se fraguaron las distintas conspiraciones que dieron al traste con la democracia. Un historiador alemán decía: ”No deja de ser incomprensible que el marco político general de la investigación en España pase por una ley de 1968”. ¿No será que no se quiere investigar?.

Interpelado Morenés cuatro días antes de la escena grandiosa de la entrada de la fragata Blas de Lezo en el muelle de cruceros, contestaba sobre estos temas diciendo que antes habían de cumplirse varios requisitos y el más importante “la seguridad del estado” y” la viabilidad económica del trabajo en tiempos de crisis”. Dijo más recordando la contestación de una pregunta por escrito en la que expresó que todo esto no formaba parte de las prioridades legislativas del gobierno. Por lo menos fue sincero. ”Como es lógico, a estas alturas de la legislatura, sigue sin ser prioritario” y añadió, “No se desclasificarán documentos de los que se ignore su contenido porque el Consejo de Ministros no va a correr riesgos que afecten a la seguridad y a las relaciones con otros países. Ahora bien, cuando dispongamos de los medios y la capacidad para estudiar esos contenidos no habrá ningún problema en llevar a cabo la tarea. ¿Y cuál es la tarea?.Pues una ciertamente compleja y que requiere unos medios, sobre todo de personal, de los que no disponemos ahora y de los que probablemente tardaremos en disponer, ya que en el actual escenario presupuestario de la defensa nacional, y teniendo en cuenta los riegos y amenazas que afrontar, discúlpeme la crudeza, esta tarea no es prioritaria”. A los dos meses, este mes de agosto, nos presentaba Morenés un proyecto de ley que concedía créditos extraordinarios por importe de 856 millones de euros en el presupuesto del Ministerio de Defensa para atender a Programas de Armamento.

¿Qué tipo de armamento?. Diez millones para un obús, sesenta para el blindado Pizarro, veinte millones en misiles spike, helicópteros, un tanque Leopard…

Fue Albert Leo Schangler un icono del nazismo alemán, una especie de soldado mártir, mitificado y al que el autor teatral Hanns Johst le dedicó una obra trágica que fue estrenada el día del cumpleaños de Hitler en 1933 y del que llega a decir hablando de su contumacia: ”en cuanto oigo hablar de cultura le quito el seguro a mi Browning”. Esta frase puede resumir perfectamente la actitud de los nazis ante la cultura y se difundió rápidamente. En seguida se atribuyó a varios nazis destacados, pero sobre todo a Hermann Goering, simplificándola en una frase más pegadiza y muy repetida: ”Yo, cuando oigo la palabra cultura, echo mano a la pistola”.

Pues ahí le tenemos a Morenés. En cuanto oye hablar de investigar secretos y de cultura pone a navegar a la Fragata Lezo y aprueba una ampliación presupuestaria para misiles. Y esto ocurrió el pasado mes de junio. ¡Y que Viva Honduras!. O Neguri…

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