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Jorge M. Reverte: 'Inútilmente guapo. Mi batalla contra el ictus'

Jorge M. Reverte: 'Inútilmente guapo. Mi batalla contra el ictus' (La Esfera de los Libros)

jueves 08 de octubre de 2015, 23:35h
Siempre me gustó el estilo con el que Jorge Martínez Reverte cincelaba unos libros que, según escribí yo en una ocasión, leo con avidez y (mal)sana envidia. Siempre aprecié su humor, que es ese sentimiento inmisericorde que se ceba en uno mismo, antes que en el prójimo. Sus libros me divertían, siempre me han divertido, todos. Este último, además, me ha conmovido, como solamente te conmueve el relato con escalpelo acerca de algo que bien te puede suceder a ti y le ha sucedido a él. Son muy pocos los que se asoman al abismo y mantienen la sonrisa y el tipo; Jorge lo hace en esta obra valiente por lo desnuda, alentadora por el humor y por el amor, tremenda por la frialdad con la que alguien narra las cosas, ciertamente indeseables, que le han ocurrido.

Me he bebido novelas sobre el periodista Gálvez, un personaje que tiene mucho menos que ver con Jorge de lo que alguno, a primera vista, pudiera pensar, aunque alguna relación, claro, haya. He estudiado con él capítulos de la Historia que siempre me han apasionado, constatando que JMR me revelaba siempre parcelas y aspectos que yo -y casi todos- desconocíamos. Me he embarcado con él en alguna aventura profesional desastrosa, pero que mereció la pena por lo divertido, porque te posibilitaba pasar algún tiempo con el gran hombre.

Ah, porque Jorge es un gran hombre. Un tipo capaz de jugar con el dolor (propio). Una de esas personas a las que no te atreves a molestar mucho, porque seguro que estará haciendo algo grande para que los demás se diviertan, o aprendan. O para que, como ocurre ahora, sepan cómo superarse. Por eso, este libro, titulado ‘inútilmente guapo’, me parece útil. Y guapo. Bello. Te reconcilia con la vida, incluso con los aspectos más duros de ese oficio de vivir. Esa vida que incluye un colectivo de gente que te ayuda, o hasta que no te ayuda, pero que por ahí anda, acompañándote aunque ni te enteres ni se enteren. No siempre se puede agradecer a los que te quieren, porque a veces están a distancia, guardándose de importunar. O incapaces, quién sabe, de esconder su angustia.

Toda batalla, sobre todo cuando es contra un enemigo traicionero, que no te avisa cuando te ataca, tiene su grandeza. Esta es una batalla en 243 páginas. Luminosas. Sinceras. Dolientes. Sonrientes. Tiernas. Durísimas. Humanas ante el sufrimiento casi inhumano.

Lo leí de un tirón, en una noche de angustia, aprensiones y pesadillas en vela. Supe que lo peor que puede pasarte es que te ocurra algo así y no poder mostrar a los otros un camino. Que no te arredras, que nadie se nos arredre. Afortunadamente, Jorge ha podido vencer a las condiciones que algún dedo maligno le señalaba, y lo cuenta. Y qué bien escribe, el muy puñetero: lea sus artículos en El País, esté usted o no de acuerdo. Y lea, claro, este libro de sabiduría definitiva.
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