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'El público', de Federico García Lorca, en un montaje exquisito de Àlex Rigola

'El público', de Federico García Lorca, en un montaje exquisito de Àlex Rigola

martes 17 de noviembre de 2015, 16:57h

El público’ es la pieza de teatro más oscura y vanguardista de García Lorca. Dejó de escribirla en 1930 (a buen seguro, inacabada), en medio de una fuerte crisis personal y artística, y no subió a los escenarios hasta más de medio siglo después, cuando Lluís Pasqual la dirigió en el Teatro María Guerrero de Madrid en enero de 1987, en medio de una gran controversia cultural. Aunque, varios años después, se estrenó una versión adaptada a ópera en el Teatro Real de Madrid, de la audacia y provocación de su texto habla el solo hecho de que han tenido que transcurrir aún casi 30 años más para volver a subir a un nuevo escenario. La versión de ‘El público’, que ahora se representa en el Teatro de la Abadía de Madrid es de Àlex Rigola y es una coproducción entre La Abadía y el Teatre Nacional de Catalunya, que permanecerá en Madrid hasta el 29 de noviembre.

La homosexualidad es el tema de fondo de un texto surrealista, simbólico y metateatral, nada fácil de montar y que Àlex Rigola ha concretado en una dramaturgia valiente, exquisita y atrevida para dar respuesta a ese complejo mundo interior y exterior del poeta y dramaturgo, su realidad inmediata y su inclinación homosexual constantemente reprimida en medio de una sociedad pacata y opresora como era la de la España de los años 30 del siglo pasado.

Pero, al mismo tiempo, ‘El público’ es una reflexión sobre el papel del teatro dentro de la sociedad, de poner sobre el tapete hasta donde se puede y se debe llegar con él: “Hay que destruir el teatro o vivir en el teatro”, como se afirma en el texto y un letrero se encarga también de recordar al espectador, a modo de preámbulo de lo que va a ver en unos momentos, a la entrada de la Sala Juan de la Cruz de La Abadía.

Pasen y vean

En el pequeño hall, antes de entrar a la sala, en las paredes de ambos lados, el espectador se encuentra ya con fotografías y textos de Lorca. Varios actores, vestidos con atuendos azules y con la cara tapada con malla negra, les dan la bienvenida antes de ocupar sus asientos, y dos de ellos van desplegando por diversos sitios de la sala una tela blanca donde se proyectan imágenes de Federico García Lorca montando el escenario para La Barraca. El vídeo es de Eduardo López y el vestuario de Silvia Delagneau.

Una orquestina, situada en el lado izquierdo del escenario, ameniza esos minutos de espera con temas de los años 20 y 30, tocados en directo. La componen teclista, guitarra, bajo, viento (clarinete y trompeta) y baterista. Todos sus componentes son también actores que se incorporarán a la representación. Algunos de ellos también llevan atuendos azules y tienen cubierta la cara con una malla negra.

El espacio escénico -a cargo de Max Glaenzel- lo compone una suerte de montaña de arena dura, unas cortinas plateadas al fondo que cubren todo el escenario y una gran lámpara de cristales que llega casi hasta el suelo.

Sobre el escenario, 14 actores -muchos de ellos, además, interpretan varios personajes-, todos estupendos y muy ajustados a sus papeles, que dan vida a las frustraciones, los sueños, las ensoñaciones y los pensamientos del autor, que enuncian con la profundidad, el reposo y la intención que el poeta dramaturgo sabía dar como nadie al manejar la palabra, el símbolo, la metáfora… Ellos son Nacho Vera, Pep Tosar, Nao Albet, Guillermo Weickert, Laia Duran, David Boceta, Jesús Barranco, Pau Roca, María Herranz, Jorge Varandela, Jaime Lorente, David Luque, Irene Escolar, Juan Codina y Carlota Ferrer (voz del Emperador).

El director de escena (Pep Tosar) dice imperativo: “¡Que pasen!” y, dirigiéndose al público, directamente le pregunta “¿Qué queréis ahora?”… Sobre la escena aparecen tres caballos, dos hombres (Nao Albet y Guillermo Weickert) y una mujer (Laia Durán) desnudos y rebosantes de lascivia. Más adelante, dos nuevos personajes, claramente homosexuales, juegan con la imaginación y las palabras: “Si yo me convierto en un pez luna”, el otro contesta “yo en cuchillo”... “Si yo me convirtiera en tierra”, “yo en agua”, responde el segundo.

La obra está atravesada de principio a fin por un lenguaje barroco, evocador, onírico, surrealista y es, en realidad, el protagonista verdadero de la obra de Lorca, más que los hechos concretos escenificados por los personajes. Importa más lo que dicen que lo que hacen… Y, por otro lado, el metateatro sigue presente con la representación, dentro de la obra, de otra obra -‘Romeo y Julieta’- y se termina hablando, como se empezó, reflexionando sobre el hecho teatral por parte de los mismos actores. Así, estos en la frase final de ‘El público’, dicen al Director de escena: “Señor, ahí está el público”, a lo que aquel replica “¡que pase!”.

Àlex Rigola con un texto tan complicado como este, con tantas y tan variadas pretensiones como encerraba la voluntad de Lorca, y con tantos personajes sobre la escena, convierte ‘El público’ en una verdadera exquisitez estética de principio a fin del montaje en donde todo -desde el primer letrero de acceso a la sala, hasta el último saludo de los actores-, se confabulan para construir un monumento teatral a la palabra, al sueño y a su materialización que, sin duda, habrían llenado de satisfacción al poeta granadino.

‘El público’, de Federico García Lorca

Director: Álex Rigola

Reparto (por orden alfabético): Nao Albet, Jesús Barranco, David Boceta, Juan Codina, Laia Duran, Irene Escolar, María Herranz, Jaime Lorente, David Luque, Pau Roca, Pep Tosar, Jorge Varandela, Nacho Vera y Guillermo Weickert

Espacio escénico: Max Glaenzel

Iluminación: Carlos Marquerie

Vestuario: Silvia Delagneau

Espacio sonoro: Nao Albet

Realización vídeo: Eduardo López

Dramaturgista: Eleonor Herder

Ayudante de Dirección: Carlota Ferrer

Producción: Teatro de la Abadía y Teatre Nacional de Catalunya

Teatro de La Abadía (Madrid), hasta el 29 de noviembre de 2015

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