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Pedro Sánchez en el debate de investidura
Pedro Sánchez en el debate de investidura (Foto: PSOE)

Sánchez reta a Iglesias a "explicar" por qué no apoya un cambio de Gobierno

> "Todo esto podría estar en marcha la próxima semana": el candidato socialista pide a Podemos que le deje "arrancar" para que España salga del “bloqueo”

martes 01 de marzo de 2016, 16:34h
Pedro Sánchez ha puesto a Pablo Iglesias esta tarde ante el dilema de apoyar un Gobierno de cambio en el que, le guste o no, también habrá que hacer hueco a Ciudadanos o, de lo contrario, tendrá que “explicar a los españoles” por qué permite que Rajoy siga en funciones varios meses más. La pide que, al menos, le deje "arrancar" porque “hay que sacar a España del bloqueo”. Se le notaban los nervios, pero el candidato a la investidura se ha presentado ante la Cámara con un discurso sólido, exhaustivo en los detalles y sustentado en un acuerdo con Albert Rivera muy difícil de ignorar tanto por la izquierda como por la derecha, pese a que la mano tendida a los populares siempre ha ido acompañada del ‘no’ a cualquier entendimiento más allá de los asuntos “de Estado”. Entre estos ha dedicado especial atención a Cataluña, con una ‘oferta’ que al menos podría abrir una vía de diálogo sin caer en el ominoso referéndum, palabra que ni siquiera ha pronunciado durante las casi dos horas en las que Sánchez -un Sánchez muy distinto al de las sesiones de control- ha atrapado la atención del Hemiciclo y sobre todo la de sus vecinos de escaño, a los que ha recordado una y otra vez que “todo esto podría estar hecho la próxima semana”.

Pedro Sánchez ha sido honesto hasta con los propios militantes del PSOE al admitir que lo que les gustaría es un Gobierno de la izquierda -toda una indirecta a ciertos barones, por cierto-, pero como ha hecho con Pablo Iglesias, les ha recordado que con eso no basta, no hay mayoría, no suman lo suficiente… salvo con el apoyo de socios poco ‘recomendables’.

La única solución es de un Gobierno presidido por el líder socialista pero en el que, según se puede deducir de sus palabras, su composición es negociable. Un acuerdo a tres -PSOE, C’s Podemos- que Sánchez considera inevitable si se quiere sacar a España “de la situación de bloqueo” en que se encuentra. La alternativa, ha advertido a Iglesias, es mantener a Mariano Rajoy en el Gobierno unos cuantos meses más y “explicar a los españoles” por qué no es posible el “cambio” que se les ha prometido.

Sánchez, además, le pide que ese apoyo se materialice este mismo viernes, en la intempestiva y decisiva segunda votación, porque “todo esto podría empezar a hacerse realidad la semana que viene”, ha insistido una y otra vez el candidato a la investidura a medida que desglosaba su programa de Gobierno. La nerviosa reacción de Pablo Iglesias en sus primeras declaraciones ha evidenciado que el aludido ha cogido el mensaje.

Pablo Iglesias sabe que él también se juega mucho mañana y, como ha ocurrido hoy, la expectación es máxima incluso fuera de España, desde donde ha venido a escucharles una legión de medios de comunicación. Su entorno la alimenta con un halo de misterio sobre su contenido que, eso sí, prometen que será poco menos que histórico.

¿Hasta dónde llegará Rivera?

El verdadero misterio es, sin embargo, hasta dónde está dispuesto a llegar a Albert Rivera en esa alianza imposible que busca Pedro Sánchez por la izquierda. Por la derecha, es decir, la abstención del PP, el líder del PSOE calla prudentemente porque su propuesta -y lo ha enfatizado- va dirigida a los “350 diputados” de la Cámara. Mejor no cerrar ninguna puerta.

El discurso de Pedro Sánchez ha estado, por supuesto, sustentado en el acuerdo con Ciudadanos y ampliado con su propuesta de reforma de la Constitución que, por lo visto, no disgusta a Albert Rivera como tampoco, se supone igualmente, el compromiso de satisfacer las 23 exigencias que en su día planteó Artur Mas a Mariano Rajoy con el resultado ya conocido además del inicio de unas negociaciones bilaterales entre Cataluña y el Estado a través de un organismo previsto para eso precisamente pero en letargo desde 2011.

Sobre lo acordado con Ciudadanos ha habido una llamativa excepción o, mejor dicho, presunta omisión de la conflictiva supresión de las Diputaciones, a la que se ha referido de forma tan difusa que nadie ha entendido si se mantiene o se cae del pacto, como parece más que probable.

Un acuerdo cuyo principal obstáculo para acoger nuevos socios será, seguramente, el capítulo económico, incompatible con el programa de Podemos en su mayor parte. No así con el del PP. En el apartado social, en cambio, la interminable cascada de planes de rescate y emergencia para paliar los efectos de la crisis que ha desgranado sería bastante más fácil de encajar.

"Piedra angular"

Sánchez ha querido ser ante todo valiente y ha puesto las cartas sobre la mesa con meridiana claridad. Sólo tiene 90 diputados, el peor resultado del PSOE pero indispensables, como ha dicho, en cualquier juego de alianzas para gobernar. Una verdad que ha exagerado al colocar al partido socialista como la “piedra angular” del sistema político español en el empeño por reforzar su liderazgo en la única salida posible: esa especie de Gobierno de concentración por la izquierda y por la derecha. La gran coalición con el PP está, por supuesto, descartada y las exigencias de ERC y compañía, inasumibles.

Es la cuadratura del círculo, sin duda. Para cerrarlo, Sánchez tiene dos meses por mucho que hoy haya ‘globalizado’ el previsible “fracaso” a que está abocado su ¿primer? intento de convertirse en presidente del Gobierno. Él, al menos, ha cumplido con su deber de cumplir el encargo de Felipe VI… no como otros, una pulla a Rajoy en la que se ha regodeado a gusto.

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