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San Isidro: valentísimo Rafaelillo en una decepcionante corrida de Adolfo Martín

San Isidro: valentísimo Rafaelillo en una decepcionante corrida de Adolfo Martín

-Aclamada vuelta del murciano con Castella y Escribano silenciados por falta de enemigos

lunes 30 de mayo de 2016, 23:00h
Un auténtico derroche de testosterona por parte de Rafaelillo, un jugarse la vida de verdad de la buena ante un peligroso 'adolfo' fue lo único emocionante del festejo en el que la que el encierro, cumplidor en los caballos en casi todos los casos, no ofreció otra catadura que nula clase y vulgar nobleza, por lo que Sebastián Castella y Manue Escrbano pasaron casi desapercibidos.

Se presumían emociones fuertes a lo largo de toda la tarde, merced, teóricamente a un encierro de corte torista, que con su también teórica casta enfrentada a la teórica torería de sus antagonistas ofreciera un espectáculo interesante. Mas no fue así, la grisura y el aburrimiento fueron e denominador común de un festejo de encefalograma plano. Con la ya mencionada excepción de ‘Malagueño’ –un nombre que ha dado magníficos toros a Adolfo Martín-, que destacó no por su casta, ni bravura, en eso fue como todos sus hermanos, sino por su peligro. Al que hizo frente con gallardía y toneladas de valor Rafaelillo.

La belleza de estampa de ‘Malagueño’ provocó una ovación cuando apareció con su guapura propia de los Albaserrada por chiqueros. Pero fue un espejismo, lo único positivo del bicho, al que Rafaelillo, saludó con mandonas y bellas verónicas genuflexo para enseñarle quién mandaba allí, porque intentar enseñarle a embestir era misión imposible. Tras tomar tres varas, la última galopando desde lejos, pero sin demasiada entrega, se la jugaron José Mora y Pascua Mellinas con los garapullos, siendo obligados a desmonterarse.

Y después llegó la explosión valerosa de Rafaelillo, con una lidia en parte a la antigua, sobre los pies aguantando gañafones por ambos lados y cruzándose para ver si le extraía algún muletazo ortodoxo, lo que milagrosamente logró, incluso con tres hondos naturales. El murciano e atrevió a varios desplantes y a tocar los pitones a su enemigo, mientras el público se ahogaba de tanta emoción.

Lástima que una vez más, como el año pasado ante un miura, Rafaelillo marrase a espadas (pinchazo y estocada desprendida) y la petición no alcanzó peso para la oreja, pero si para una ovacionadísima vuelta. El coletudo nada había podido realizar con el que abrió festejo, reservón aunque noblote.

Como el primero de Castella –una figura que ha tenido la decencia de anunciarse con este hierro torista del que huyen el resto de los mandamases del escalafón-, de similares características, el rancés sí debió hacer algo más que muletazos de buen dibujo, pero citando desde la M-30 y metiendo pico. Repitió en el flojísimo quinto, con un punto más de codicia al inicio de la faena -el toro, claro-, aunque ajustándose algo más dejando algún trazo elegante -el torero, claro-.

Tampoco el lote de Manuel Escribano era de triunfo por su sosería, y el coletudo, que se fue a ‘portagayola’ a recibirlos, los banderilleó desigual -mejor o menos mal en el sexto con un vaiente ar al quiebro en tablas que no le salió por dos veces en el otro- y compartió aburrimiento con los tendidos al alargarse buscando agua en sendos pozos vacíos.

Ficha

Toros de ADOLFO MARTÍN, con el trapío del encaste, excepto el más justo 2º; se dejaron pegar en varas; 1º y 2º, mansos y manejables; 3º, 5º y 6º, mansotes, descastados y nobles; 4º, descastado y muy peligroso; todos escasos de fuerzas. RAFAELILLO: silencio tras aviso vuelta tras aviso. SEBASTIÁN CASTELLA: división tras aviso; palmas. MANUEL ESCRIBANO: silencio; silencio tras aviso. Plaza de Las Ventas, 30 de mayo. 24ª de feria. Lleno.

> CRÓNICA DEL FESTEJO ANTERIOR

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