'La voz humana', el clásico de Cocteau, magistralmente recreado por Elejalde y Wagener

Explicar con palabras los sentimientos más íntimos, más profundos es tarea muy difícil, casi imposible. Esa es una empresa solo al alcance de poetas que, con el hallazgo de la palabra precisa, la imagen adecuada o la metáfora evocadora, son capaces de aproximarse al dolor, a la ausencia, al amor o al desamor frente al ser amado. Jean Cocteau, además de dramaturgo, era también un inmenso poeta como puede verse en su obra ‘La voz humana’, que ahora se representa en el Pavón Teatro Kamikaze, en montaje de Israel Elejalde, y con Ana Wagener como protagonista de ese episodio de desamor en el que una mujer, engañada y abandonada por su amado, se aferra a la línea telefónica como único y endeble camino de salvación.

Una mujer, magistralmente interpretada por Ana Wagener, se mueve entre la soledad, el desconcierto, el abatimiento, la confusión y la desolación más íntima y desgarrada. Tensa, en silencio prolongado, desencajada y nerviosa, espera al menos una llamada telefónica por una u otra vía -móvil o teléfono fijo (Elejalde acerca así el drama de Cocteau a nuestros días)-, como única tabla de salvación, de un tan improbable como necesario intento de recuperación del hombre que la ha dejado. La mujer acaba de despertar de un ensueño desesperado, después de haber intentado suicidarse con una ingesta de medicamentos, que no ha dado el fruto que buscaba. Una detonación repentina la levanta de un salto y toma conciencia súbita de la situación, de la espera, de la desesperación…

Antes que Ana Wagener, han sido muchas grandes actrices quienes han puesto su arte al servicio del drama de Cocteau: Simone Signoret, Anna Magnani, Ingrid Bergman o, entre nosotros, Amparo Rivelles e, incluso, y más recientemente, ha sido unhombre,Antonio Dechent,quien asumió el papel de hombre abandonado en una versión de Antonio Campos que pudimos ver hace un par de temporadas en el teatro Lara de Madrid.

La intensidad de la situación que plantea Cocteau en su drama es tremenda y tanto Elejalde como Wagener han sabido tirar de ese hilo hasta el último extremo. El hecho de que todo sucede entre dosúnicos personajes, aunque a uno de ellos -el hombre-, solo se le adivina al otro lado del hilo telefónico, pero nunca aparece físicamente en escena y, por tanto, el espectador solo puede verlo a través de la proyección que de él hace la mujer, capaz de no abandonar su sometimiento, de perder su dignidad, de hacer lo que haga falta con tal de mantener un hálito de esperanza de recuperación de su amado. Ese es el campo de juego en donde la actriz desarrolla su personaje. Dicho de otra forma, se mueve entre el amor y la muerte. Por eso mismo, la escenografía de Eduardo Moreno sitúa una cama/tumba de mármol negro y brillante, que coloca delante de una gran ventana, como símbolo de esa posible tabla de salvación a la que agarrarse, pero también como vía alternativa a acabar con su vida...

Tanto la música de Arnau Vilà, el espacio sonoro de Sandra Vicente y el diseño de iluminación de Pau Fullana contribuyen decisivamente al planteamiento marcado por el director del montaje y enmarcan con agudeza el drama del más profundo desamor que vive la mujer, que parece jugarse todo a una carta: mantener al hombre al otro lado del teléfono o, de otro modo, la partida habrá terminado en estrepitosa derrota.

Tras los estrenos de Leyendo Lorca, La noche de las tríbadas y Una habitación propia -en estas mismas páginas electrónicas puedes encontrar las críticas correspondientes-, La voz humana se suma a‘Femenino Plural’, una programación especial que celebra El Pavón Teatro Kamikaze hasta enero de 2017 que está destinado a reflexionar sobre el papel de la mujer en nuestro tiempo.

‘La voz humana’

Texto: Jean Cocteau

Adaptación y dirección: Israel Elejalde

Intérprete: Ana Wagener

Vestuario: Ana López

Fotografías: Vanessa Rábade

Diseño gráfico: Patricia Portela

El Pavón Teatro Kamikaze,Madrid

Hasta el 6 de enero de 2017