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Luis Alegre: "Decir que Pablo Iglesias es un macho alfa es no conocerlo"

jueves 01 de junio de 2017, 21:14h
Luis Alegre: 'Decir que Pablo Iglesias es un macho alfa es no conocerlo'
(Foto: Arpa)
Luis Alegre (Madrid, 1977) es uno de los fundadores de Podemos, partido en el que ocupó varios cargos internos antes de alejarse de la primera línea política. Nunca abandonó su puesto como profesor de filosofía en la Universidad Complutense de Madrid y ahora se dedica de lleno a la actividad docente y a escribir. Precisamente, Alegre recibe a Diariocrítico para hablar de su libro 'Elogio de la homosexualidad' (Arpa Editores), en el que reivindica la contribución de los homosexuales en la ruptura del sistema de "celdillas" rígidas que han definido lo masculino y lo femenino.

Tomando el concepto de heterosexualidad que describe en el libro (un conjunto de características y actidudes complementarias a la orientación sexual) , ¿qué indicios le llevan a decir que "la edad de oro de la heterosexualidad está acabando"?

El asunto es todo ese conjunto de características que van empaquetadas de un modo rígido junto a una determinada orientación sexual. Es decir, hay toda una distribución de tareas o lo que yo llamo una especie de manual de instrucciones que prescribe de un modo obsesivo hasta los últimos detalles de la vida y que van empaquetados por la tradición desde tiempos ancentrales. De modo que hay mucha gente que se comporta atendiendo a ese manual de instrucciones en cuya elaboración no han participado. Es muy difícil siquiera darse cuenta de que se está obedeciendo a ese manual.

Yo creo que ahora se entra en una época en la que precisamente también los heterosexuales empiezan a percibir lo que la construcción completa tiene de artificial y, por tanto, lo moldeable que es según la voluntad de los individuos. A eso es a lo que me refiero, a la edad de oro de la heterosexualidad en el sentido de la asunción del paquete rígido absolutamente completo en todos los detalles. La rigidez del concepto y la inamovilidad de todos los elementos que conforman eso que viene a llamarse heterosexualidad es una cosa que está perdiendo eficacia y disolviéndose en cierto modo. Ahora muchos hombres tienen menos problemas para mostrarse más sensibles o vulnerables, por ejemplo, o hay mujeres que tienen más facilidad para manifestar una sexualidad más libre o tener una carrera profesional y vital mucho más independiente de la presencia de un hombre. Todo este sistema de características que rodeaban a la heterosexualidad se está flexibilizando.

¿A qué escenario cree que vamos: al de la multiplicación de "casillas" para recoger la diversidad sexual y de género o a la eliminación de esas categorías?

Lo planteo como dos escenarios, pero por una cuestión expositiva. En realidad, si se piensa detenidamente, son el mismo. En la medida en la que la multiplicación se puede disparar casi infinitamente sería un estricto equivalente de la disolución de las casillas en las que nos empaquetamos todos de un modo homogéneo.

¿Cree que en la actualidad hay diferencia de visibilidad y de trato hacia la homosexualidad masculina y la femenina?

Por supuesto. Hay una diferencia abismal que tiene que ver con que las mujeres lesbianas son víctimas de una doble opresión. Una por su condición de mujeres y otra por su condición de homosexuales. Parte de este paquete general del patriarcado lleva asociado una represión y una invisibilización de la sexualidad femenina. Mientras que la sexualidad masculina se incentiva y se jalea desde la más tierna infancia, se tiende a intentar suprimir la sexualidad femenina.

Las mujeres activas sexualmente o con deseo sexual eran penalizadas o recibían reproches. Estaba muy claramente establecido cuál era la sexualidad de las 'mujeres buenas' -de las madres, las hermanas, las novias, etc.- y la sexualidad de las 'mujeres malas', que son las putas y que se definen precisamente por un deseo sexual permanente. Este intento de ocultar la sexualidad femenina obviamente ha tenido consecuencias muy desastrosas a la hora de visualizar el lesbianismo. El ejemplo que pongo, que probablemente sea el más extremo, es el de la reina Victoria de Inglaterra, que llegó a legalizar o no penalizar la homosexualidad femenina porque decretó que eso no existía, que no podía haber ninguna 'lady' que sintiera atracción sexual por otra mujer.

Es verdad que es una situación intolerable pero, en cierto modo, es un ejemplo de que a veces causas terriblemente injustas producen un efecto positivo. Yo creo que las mujeres en cierto modo han tenido un margen de libertad mayor dentro de la opacidad. Como su libertad era negada y no se veía, han tenido la posibilidad de mantener otro tipo de relaciones con otras mujeres.

Luis Alegre, en una de las primeras ruedas de prensa del Consejo de Coordinación de Podemos/ Foto: Podemos

Ha defendido que España es, en general, un país tolerante hacia la homosexualidad. En ese sentido, ¿cree que las agresiones homófobas o el acoso en los institutos son un efecto residual o son parte de un problema vigente?

No me atrevería a decir que es un efecto residual. Celebrar que España es uno de los países más respetuosos no quiere decir que sea muy respetuoso. Simplemente quiere decir que, desgraciadamente, en el resto del mundo se está peor. En ese sentido, como país que es un poco más libre a este respecto - o, en cualquier caso, bastante por encima de la media- nos corresponde un mayor compromiso con las libertades en general. Por ejemplo, parece mentira que todavía no se reconozca la persecución por motivo de orientación sexual como causa de asilo político.

También menciona en el libro el ejemplo de las zonas rurales. ¿Cree que todavía hay espacios donde existe una reacción negativa general hacia la homosexualidad?

Sí, es obvio, sigue habiendo muchísimos ambientes y contextos en los que es muy duro ser homosexual. Por ejemplo, el ejército, el mundo del deporte -no hay más que ver los poquísimos deportistas de élite que salen del armario- las zonas rurales, los institutos,... Incluso en algunos casos, las residencias de ancianos. Es una cosa que a mi me parece indignante, ver como personas que han podido llevar una vida más o menos libre se ven obligadas a volver al armario cuando llegan a la tercera edad porque les confinan en una residencia de monjas donde tienen que pasar la vejez ocultos.

Ahora mismo está en trámitación en el Congreso una proposición de ley de igualdad LGTBI, que ha causado polémica por uno de sus aspectos. ¿Cómo valora usted que se propongan sanciones administrativas por comentarios en internet que sean ofensivos hacia las personas LGTBI?

A mi me parece que es una ley importante y, sobre todo, es una ley muy compleja. Aborda cuestiones de muy distinto nivel y muchísimos aspectos que yo creo que son claramente positivos. Ahora bien, en el proceso de tramitación se podrán realizar mejoras, para eso sirve la tramitación parlamentaria.

Respecto al asunto concreto que mencionas, se ha llegado a comparar con la Ley Mordaza, lo que a mi me parece un delirio. No es lo mismo sancionar por protestar o expresar una determinada opinión contra los poderosos o los poderes públicos que hacerlo contra los más débiles. Son dos cosas que no se pueden comparar. La homofobia no es una opinión entre otras, no es una opinión que deba quedar amparada por la libertad de expresión, ni muchísimo menos. Ahora bien, dicho esto, considero que las sanciones por parte de la administración deberían ser algo acotado. Yo sí que sería partidario de que la administración tenga una capacidad sancionadora pequeña y cualquier infracción más grave se tramite por vía judicial ordinaria.

Hay una frase que ha llamado mucho la atención del libro que es: "En los últimos años he dedicado todas mis energías a fundar Podemos (...) Ahora, una vez creado he decidido ya dejar que los heterosexuales lo destruyan a partir de Vistalegre 2 (utilizando las ilusiones de la gente para medir sus cosas)". ¿Podría explicar esta afirmación?

Bueno, como muchas otras cosas en el libro, tiene algo de serio y algo de broma. Hay muchísimas cosas en el libro que mantienen ese tono. Pero no deja de haber un poso de verdad, que se refiere más bien a lo dañinas que son a veces estas dinánimas de confrontación -que forman parte del paquete 'heterosexualidad' del que hablábamos- en el seno de instituciones u organizaciones políticas. Es uno de los asuntos en los que yo creo que hace falta avanzar.

Dentro de Podemos mismo se ha hablado de la necesidad de "feminizar" el partido

Creo que Podemos es de las organizaciones que más comprometida está con lo que ha venido a llamarse la 'feminización' de la política. Es lo que planteo en esa frase que ha resultado tan polémica. Básicamente es lo mismo, pero en un tono más provocativo. Como el que tiene todo el libro, vamos.

A nivel práctico, ¿qué significaría para usted 'feminizar' Podemos?

Es algo que no tiene sólo que ver -que también- con esta cosa más obvia que es repartir más cargos de responsabilidad entre líderes femeninos. En este sentido no vamos mal. Pero también es intentar introducir lógicas más de cuidados que de confrontación y más de cooperación que de competencia. Son elementos que en el sistema de casillas a los que nos referíamos al principio vienen más asociados con la feminidad, que es una construcción que no deja de tener algo de artificial.

Pablo Iglesias, Luis Alegre, Juan Carlos Monedero e Íñigo Errejón antes de la 'Marcha del cambio'/ Foto: Podemos

Sin embargo, Pablo Iglesias ha recibido críticas incluso desde dentro por actuar como un "macho alfa". ¿Cree que debería cambiar en algo?

Creo que decir eso es no conocer a Pablo. Es verdad que es un portavoz vehemente, firmemente convencido de lo que dice y esto lo transmite con mucha contundencia, pero quienes le conocemos de cerca nos atraveríamos a decir que es de las personas más sensibles, más comprometidas con la cooperación y con los cuidados. Desde luego más que la media de los políticos.

Sobre la otra parte de la frase, ¿cree que Podemos va camino de su destrucción?

No, no lo creo. Esto está escrito en un momento de confrontación muy fea. Está escrito justo en los meses del proceso de Vistalegre 2, en los que yo estaba realmente frustrado por los términos tan feos de la discusión que se estaba produciendo. Pero yo creo que esto entra dentro de lo normal en un proceso asambleario de un partido y que, una vez resuelto el congreso, las cosas han vuelto a su cauce.

¿Sigue pensando que la actual "camarilla" de Iglesias está haciendo daño al partido, como escribió en un artículo?

Desde luego no oculto mis diferencias con alguna de las personas que tienen responsabilidades en Podemos. Tampoco es saludable ocultarlo. Al mismo tiempo no puedo dejar de agradecerles que sigan en primera línea, con lo costoso que es, porque esto de la política es algo muy exigente e implica muchas renuncias. Yo me he retirado a una vida más tranquila y más féliz que es la de la universidad.

No oculto las discrepancias, y menos en un proceso asambleario. Luego los inscritos votan y las cosas se resuelven como en todas las organizaciones democráticas. Esta gente con la que mostré discrepancias ganaron el congreso por un margen holgado y son la dirección del partido detrás de la cual estamos todos, en mi caso como un inscrito más. Es importante que se pueda discutir sin restricciones, pero después son los inscritos y las inscritas los que deciden. Tendremos discrepancias o no, pero ellos están ahí y yo no.

¿Tuvo parte de culpa estas diferencias en el hecho de que se fuera desligando poco a poco del partido?

No... Entiendo que en términos informativos es imprescindible buscar causas y conectar las cosas, pero en realidad desde que arrancamos con Podemos yo dejé claro que mi compromiso en primera línea era temporal. Duraba lo que duró el ciclo electoral que se abrió con las elecciones europeas y se cerró con las generales. Desde el primer momento dejé claro que mi sustento material no iba a depender de la política, que no me iba a convertir en un profesional de esto y que mi vida estaba en la universidad, con mis clases y con mis libros. En ningún momento he cobrado un sueldo de Podemos, en ningún momento he optado a un cargo público. Soy profesor de filosofía y es lo que voy a seguir siendo. Además, me parece bueno que sea así, que los compromisos con la política puedan ser una cosa fluida y temporal para que haya renovación de la gente.

Sobre todo es que he estado casi tres años con dos dedicaciones a tiempo completo, es una cosa muy exigente que no se puede sostener indefinidamente. Y, desde luego, la dedicación a la que no estaba dispuesto a renunciar era la universidad.

De cara al futuro, ¿se ve volviendo a la primera línea de la política?

No... No lo sé, si mañana estallara otro 15M claro que sería una exigencia ciudadana para todos el dedicar una atención especial en los momentos en los que el conjunto de la ciudadanía nos organizamos para reclamar algo. En ese sentido, nunca se puede decir cuáles van a ser los picos en los que todos los ciudadanos nos tenemos que volcar porque hay una posibilidad de cambio importante. Si ocurriera algo como eso, por un compromiso ciudadano sí volvería a ocupar más atención y tiempo a cuestiones políticas.

¿Cómo valora ahora la política institucional tras haber abandonado esa primera línea?

Creo que la política institucional es muy ingrata y muy exigente. Tiene unos ritmos muy frenéticos que en mi caso contrastan con los ritmos pausados de la teoría y de la academia. Muy especialmente en filosofía, donde seguimos estudiando a Platón y donde no son tan decisivos los tiempos, ni tienes que estar tan permanentemente alerta.

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