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Sobre el legado de Pablo Iglesias

jueves 07 de diciembre de 2017, 18:17h

El 18 de octubre en 1850 nacía Pablo Iglesias. Estos días se cumplen noventa y dos años de su muerte, el 9 de Diciembre de 1925. Es pues hora de repasar su olvidado e incumplido legado. No por echarle a nadie nada en cara, (que ya no vale la pena), pues todas y todos sabemos las maniobras que desde la prehistoria de la transición se hizo al objeto de domesticar al PSOE y que Joan Garcés describe magníficamente en su obra “Soberanos e intervenidos” editada por Crítica y que ya va por la novena edición.

Pablo Iglesias era un marxista ortodoxo autodidacta, pues era un obrero dirigente del movimiento obrero marxista y por tanto socialista. Seguidor de Jaures y de Karl Kaustky con cuyas tesis marxistas se alineo frente a las tesis reformistas de Bernstein y defendió las propuestas no colaboracionistas con la burguesía.

Pablo Iglesias no es un teórico a pesar de los cientos de artículos que escribió, sino un educador de multitudes, un pedagogo obrero y un hombre convencido de la necesidad de la organización de dotarse de un partido. Del partido obrero. Un organizador.

Se pueden pues tomar muchas aristas acerca de su legado, pero hay una aportación cierta y es esa el partido obrero.

El binomio sindicato-partido para Iglesias es la clave de bóveda de la lucha de clases y la lucha de clases el elemento imprescindible para construir el estado obrero que para los socialistas debe ser democrático, pero también con los medios de producción y de consumo democráticamente repartidos.
En estos días la malversación del legado de Pablo Iglesias tiene dos tipos de malversadores, uno interno desde dentro del propio movimiento socialista o más bien ex socialista y otro desde las otras izquierdas “modernas” o alternativas, aunque inmersas en el régimen. La interna la representa el felipismo, el blairismo y la tercera vía. Por cierto el felipismo, blairismo y la tercera vía siguen en pie y reeditándose en otros protagonistas. No hace falta profundizar más, pues solo con enunciarlas y haber leído algo, muy poquito, del pensamiento de Iglesias podemos ver que simplemente destruyen su legado y lo consideran anticuado y superado, además son colaboradores de la burguesía y eso ya rompe de sobra con su herencia.

En las nuevas tendencias progresistas y reformadoras o de la “revolución ciudadana” hay algo que difiere sustancialmente de las ideas de Iglesias y es que este no cree en la transversalidad ni el interclasismo, aunque sea novedoso y rupturista, ni en el ciudadanismo. Lo cual es muy diferente de la necesidad de alianzas y de acumulación de fuerzas con sectores de radicalidad democrática y republicanismo, con los que si llegara a acuerdos. Pero el legado de Iglesias es de clase. En lo que coinciden pues la tercera vía y la “nueva izquierda” es precisamente en negar la existencia o al menos difuminar mucho la importancia, de la clase obrera.

Hoy Pablo Iglesias analizaría cuales son los nuevos sectores obreros. Él era tipógrafo, hoy sería seguramente informático. Informático de esos con contrato precario y sin derechos sindicales, como la inmensa mayoría. Los nuevos toneleros o mineros serían cajeras de supermercados, camareras de piso, auxiliares de enfermera, dependientas de Zara o de Mango. Ha cambiado el sistema productivo, claro, pero no ha cambiado la explotación como forma de acumular beneficios por parte del capitalismo. Además si se nos habla de la finanaciarización de la economía como fallo del marxismo, se equivocan también pues Marx ya predijo y anunció el capital financiero y los movimientos de capital hecho este que Michell Husson deja muy clara en una edición resumida del capital que prologa.

Por tanto respetar el legado de Pablo Iglesias nos llevaría a trabajar entre el precariado y aclararle que ellos son clase trabajadora, “worker class” y que por tanto están sometidos y necesitan organizarse y tener su partido del trabajo. O es que ¿Alguien piensa que cuando en Asturias se inicia la explotación del carbón con personas sacadas de las aldeas de montaña, que cuidaban vacas y pequeñas explotaciones agrarias eran conscientes de que eran mineros asturianos y que en 1934 escribirían una de las páginas más gloriosas del movimiento obrero?

La renuncia a la existencia de clase obrera es la primera claudicación y más peligrosa y atentatoria del legado de Pablo Iglesias. La omnipresente clase media, está compuesta por sectores muchos de ellos empobrecidos y gran parte de su frustración es su proletarización y sobre todo la de sus hijas e hijos que deben emigrar como ya hicieran sus abuelas o bisabuelos. Pero claro con otro estatus social. Precisamente en el momento en que se descubre que la movilidad social está en quiebra y no va a retornar.

Hasta los cientos de miles de autónomos sin que ningún sociólogo se lo haya dicho, están descubriendo ellas y ellos solos que son falsos autónomos, En realidad obreros con menos derechos que tuvieron sus padres en ENSIDESA, Altos Hornos de Sagunto o en la Perkins. Cuando los taxistas ven como las multinacionales cambian su estatus y hacen peligrar su empleo y su forma de vida descubren lo que de verdad es el capitalismo.

El legado de Pablo Iglesias es seguramente más amplio. Su herencia más importante es y fue el partido obrero y si el que hay, no lo es o no lo quiere ser ya, construir uno socialista, de clase, que analizando al precariado y los falsos autónomos y autónomas sea capaz de volver a generar ilusión y esperanza a las y los trabajadores, los pobres y olvidadas y no se obvie de en la clase trabajadora ni nadie es extranjero, ni la guerra es jamás algo útil a nuestros intereses.

Carlos Martínez García

Politólogo y ex portuario. Miembro de la plataforma socialista pro PSF.

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