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Esaú y Sebastián Ritter no tuvieron opciones

Octavio Chacón se dobla por bajo al inicio de la faena de muleta con su primer toro
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Octavio Chacón se dobla por bajo al inicio de la faena de muleta con su primer toro (Foto: Plaza1)

San Isidro: torerazo Chacón con el único 'saltillo' salvable de una peligrosísima corrida

Vuelta al ruedo justa para un Chacón que pide paso en grado sumo e injusta para 'Asturdero'

lunes 04 de junio de 2018, 23:20h

La cara y la cruz de la Fiesta. En toros, con una descastadísima y muy peligrosa corrida de Saltillo, más propia de la tauromaquia de hace un siglo, en la que sin embargo lució el primero, premiado de modo excesivo con vuelta al ruedo. En coletudos, con un Octavio Chacón lidiador -y director de lidia capaz- en grado máximo toda la tarde y con Esaú Fernández y Sebastián Ritter con lotes imposibles que le cercenaron cualquier oportunidad de lucimiento. Cara y cruz de la Fiesta.

Octavio Chacón. Apunten este nombre. Un torerazo capaz de lidiar sin inmutarse ni aspavientos todo tipo de corridas duras, como muy bien saben en Francia, que una vez más nos da una lección en algo tan nuestro como la tauromaquia, y donde ha encontrado el sitio que los empresarios españoles le niegan. Y que en el inicio de la, por fin, última semana del ciclo isidril dio un auténtica lección. O, mejor, dos.

La primera con 'Asturdrero', el saltillo que abrió función, el único que se salvó de un encierro complicadísimo y peligroso en grado sumo. Aunque, claro, en algo debió ayudar no sólo el valor seco y sin gestos a la galería, sino la capacidad lidiadora delgaditano. Porque a ‘Astudero’ lo embebió en el capote nada más recibirlo, siempre con templanza, enseñándole a embestir al trapo antes de colocarlo a la perfección para un bello tercio de varas en el que el burel demostró su condición cercana a la bravura en tres varas.

Tras lo cual, el coletudo dibujó tres bellos delantales y una media de categoría. El animal, con su casta y su sentido, era muy exigente y la única manera de lucirse con él era como lo hizo Chacón. De principio con un toreo a la antigua, sobre los pies, pero doblándose por bajo con el bicho siempre engañándole y desengañándole porque jamás le tocó la muleta. Unas series de emoción en redondo, con la pañosa 'planchá' en el hocico del animal, un intento al natural en el que sufrió una colada para volver a la derecha y reventarlo con un espadazo.

Todo ello con facilidad pasmosa, sin darse la mucha importancia que tenía ante un buen toro, pero no merecedor de la vuelta al ruedo que otro de los pésimos presidentes -en este caso Gonzalo de Villa- le concedió mientras le negaba la oreja al coletudo, esas que se regalan a las figuras con toritos de las divisas comerciales.

La segunda lección fue ante el cuarto –un zamacuco de más de seiscientos kilos, peso impropio del encaste-, que ya, como el resto de los saltillos, tenía en sus astas una devanadera y en sus intenciones lo peor de lo peor. La cuadrilla del gaditano perdió los papeles, con percal y rehiletes y el burel, como la mayoría de los de su procedencia aprendió latín. O sea, que nada quería saber de la flámula y sí del cuerpo del torero, que jamás se arredró, y con aplomo, técnica y valor, superó los tornillazos del animal y lo mató de otra certera estocada. Octavio Chacón. Apunten este nombre.

No se puede apuntar nada de sus compañeros Esaú Fernández y Sebastián Ritter, que se libraron de los instintos asesinos de sus respectivos lotes. Aunque no de forma parigual. Porque el primero anduvo corto de ánimo –algo lógico con un espada poco placeado ante esta durísima prueba- y técnica lidiadora en los dos de su lote, muy peligrosos, con los que en ningún momento se dobló por bajo a ver qué pasaba, a los que nunca les puso la muleta ‘palnchá, inentando, por el contrario el estético toreo moderno a bicornes con comportamiento de lo que eran habituales hace un siglo.

Sí le echó algo más de valor Ritter hasta el punto de que su primero acabó huyendo de la pelea que le planteaba, también a la moderna, el colombiano. Aún más testosterona derrochó Ritter con el que cerró tan agrio y oscuro espectáculo –salvo la luminosidad de Chacón-, un mansazo total con ínfulas de asesino al que el matador se enfrentó con gallardía en la misión imposible de poderle, ni por abajo ni por arriba, incluso víéndose perseguido y derribado desde el platillo a las tablas cuando el bicho le desarmó aunque por fortuna el colombiano se escapó de la cornada por un milagro inexpiclable física y metafísicamente.

FICHA

Toros de SALTILLO, muy justos de trapío excepto 4º; mansos, descastados y muy peligrosos excepto el encastado 1º, premiado con vuelta al ruedo. OCTAVIO CHACÓN: vuelta tras aviso, ovación. ESAÚ FERNÁNDEZ: silencio; pitos tras dos avisos. SEBASTIÁN RITTER: palmas; silencio. Plaza de Las Ventas, 4 de junio. 31ª de Feria. Media plaza.

Crónica del festejo anterior

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