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Nuestro cerebro rechaza el verano o lo ama
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(Foto: Pixabay)

Nuestro cerebro rechaza el verano o lo ama

martes 21 de agosto de 2018, 12:50h

Llega el verano y con él, el calor. Las altas temperaturas hacen que nuestro cerebro rechace el verano, pues afecta indudablemente a la acción del hipotálamo, el encargado de regular nuestra temperatura corporal. Las altas temperaturas hace que nos cueste conciliar el sueño y que el mismo, sea pobre.

El calor sofocante, provoca que nuestro sistema nervioso vaya más lento y se ralenticen nuestras actuaciones, generando cansancio, y mermando la capacidad de atención y de concentración.

Con el fin de paliar esas altas temperaturas, nos exponemos al aire acondicionado, cambios de temperatura de manera muy brusca, propiciando intensos dolores de cabeza.

Por otra parte, durante el verano practicamos actividades que nos son gratificantes, generando sustancias en nuestro cerebro, como es la dopamina que nos motivan. Nos hace sentirnos más relajados y disminuyendo el estrés y los sentimientos depresivos. La dopamina es necesaria para mantener nuestra felicidad, pues es el neurotransmisor que se vincula con el placer, la regulación de nuestras emociones y el movimiento de nuestro cuerpo, por lo que nos disponemos a actuar en l vida cotidiana.

Durante el verano, nos juntamos con amigos, nos tumbamos sobre la arena, realizamos actividades al aire libre, estas pequeñas situaciones, hacen que segreguemos dopamina y nuestra sensación de bienestar aumente. Asimismo, sentarnos en una terraza y consumir una cerveza, sin alcohol, el sabor de esa cerveza según numerosos estudios, hace que liberemos dopamina en el cerebro.

Además, la mayor cantidad de luz hace que aumente el nivel de serotonina y con ello, mejora nuestro estado de ánimo, nuestra autoestima. El sol tiene infinidad de elementos positivos para el ser humano, pues la exposición al mismo, hace que nuestro cuerpo genere endorfinas, las responsables de provocar bienestar.

Por estas cosas, nuestro cerebro se encuentra en una encrucijada, pues mantenemos sensaciones contradictorias, buenas y malas. Lo que si podemos considerar es que las sensaciones positivas apagan las negativas y en consecuencia, adoramos esta estación del año.

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