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Andalucía en busca de su acción política propia: la historia de un andalucismo varado

jueves 27 de septiembre de 2018, 15:54h

En Andalucía las reivindicaciones nacionales nunca han tenido nada que ver con las aspiraciones de su burguesía, ni de su decadente aristocracia terrateniente.

A diferencia de otros nacionalismos periféricos, el andalucismo es solidario, social, universalista e incluso en los años veinte y treinta del siglo pasado militantes del movimiento obrero, del PSOE en especial, aparecen vinculados al mismo y de hecho es la Diputación de Sevilla presidida por un socialista la que durante la II República le da un impulso eficaz.

El Andalucismo de Blas Infante si bien él, es un notario y muchos de los primeros andalucistas son profesionales, tienen muy en cuenta las aspiraciones de la clase obrera y campesina andaluza y el lema anarcosindicalista de “Tierra y Libertad” apareciendo en sus proclamas e himno de Andalucía como referente y reivindicación de la aspiración más fuerte y peremne del movimiento obrero andaluz, tanto de la UGT y el PSOE como de la CNT, cuál es la reforma agraria.

La pequeña burguesía andaluza urbana es cierto que tiene componentes liberales decimonónicos e incluso republicanos, el propio Diego Martinez Barrio uno de los prohombres de la causa republicana es sevillano. Una tradición que parte de las Cortes de Cádiz y de las proclamas liberales y republicanas del XIX y principios del s. XX, pero la inmensa mayoría de la burguesía y la aristocracia son profundamente reaccionarios. La tierra está mal repartida, predomina el latifundio y este es trabajado por peones en condiciones miserables. La escasa industria se ubica en unas pocas ciudades como Málaga y Sevilla y a la burguesía agraria andaluza le interesa dominar un territorio alejado, mal comunicado y pobre en cuanto a la mayor parte de sus habitantes.

Sin embargo hay varias andalucías. La alta y la baja. Sevilla y el Reino de Granada. La costa y el interior. Incluso comarcas con propiedad agraria repartida. La Andalucía minera y la olivarera. La roja y la profundamente conservadora y caciquil. Esta cuestión ha dañado mucho las aspiraciones andalucistas siempre más arraigadas en la Andalucía Occidental que en la Andalucía Oriental. Sin embargo, varias poblaciones andaluzas están en el mapa del nacimiento del movimiento obrero y campesino, desde Loja hasta Linares pasando por Jerez. Algunas de las agrupaciones más antiguas del PSOE son andaluzas. La CNT y sus antecedentes siempre fueron fuertes en Andalucía. Pero el movimiento obrero andaluz hasta el nacimiento del SOC a finales del franquismo, nunca será nacionalista. De hecho se puede hablar de un difuso nacionalismo popular más cultural que partidario de la separación de España pero seriamente, no de independentismo.

Sin embargo a la hora de analizar la situación política andaluza y ver sus soluciones desde la izquierda y el progresismo hemos de tener en cuenta siempre y al contrario de en otras nacionalidades, regiones y naciones que las reivindicaciones de la clase trabajadora ya sea agraria o industrial son centrales y que la clase trabajadora andaluza siempre es y ha sido solidaria con el resto de sus compañeros de clase del resto del estado, pero sienten que son andaluces y aman Andalucía.

El PSOE si vemos sus acuerdos de congresos y asambleas durante el periodo entre 1916 y 1939 siempre tiene como reivindicación central la reforma agraria. En contra de la leyenda la FNTT (Trabajadores de la tierra) de la UGT siempre estuvo presente en el campo andaluz y el PSOE andaluz participo de los debates profundos en el seno del PSOE entre obreristas y socialistas republicanos. Los caballeristas fuerón muy fuertes pero Don Fernando de los Ríos, prietista, siempre tuvo un sólido bastión en Andalucía en especial en su Granada.

También el PCE ya durante la II República tiene una fuerte presencia para su pequeña importancia numérica, en Sevilla y Málaga, siendo un sevillano José Díaz su secretario general en ese periodo y procedente en este caso de la CNT y no del campo socialista.

Cuando el golpe de estado militar de 1936 se produce son en Andalucía donde tienen lugar las matanzas más trágicas y duras seguramente de todo el estado. Todos los cuadros obreros y obreros cualificados son prácticamente fusilados y en muchos casos con ellos sus mujeres e hijas y numerosas maestras. La gran crueldad de la burguesía y sus hijos falangistas tiene un motivo no solo político o de dominio dictatorial político, se está vengando la reforma agraria que la República inició y la insurrección obrera. Es una represión fundamentalmente de clase.

Por eso el problema de la tierra es fundamental y lo sigue siendo, tanto es así que cuando las fuerzas de la izquierda (PSOE-PCE e incluso PTE) logran la pre-autonomía ya en la transición y los inicios de la autonomía su principal reivindicación es la reforma agraria además del estatuto. Pero está, la reforma, es prohibida por los jueces del tribunal supremo en Madrid y el felipismo que sustituye el PSOE del partido obrero y republicano de la reforma agraria opta por otro camino y establece una sólida alianza con la clase media y profesional y trata de conformar un tejido empresarial autóctono subvencionado y aparece un nuevo caciquismo construido a base de ayudas públicas y reparto de cargos institucionales o de la nueva administración pública autonómica.

Pero la clase trabajadora andaluza rural que sigue movilizada consigue una reivindicación histórica de los trabajadores del campo cual es el desempleo agrario, los planes de empleo rural y el felipismo hace de eso su baza histórica en el agro andaluz. En lugar de reforma agraria el PER.

Por cierto el PER jamás ha supuesto más dinero de lo que costaron las reconversiones industriales, mineras, los préstamos bonificados para las grandes empresas o no hablemos del rescate bancario incluido el “salvamento” del Banco de Valencia o Bankia.

La solución ahora para el neo-felipismo susanista se basa en el turismo, pues menos mal que el ladrillo se ha ralentizado. Pero el turismo es estacional y sufre numerosos vaivenes. Por otro lado Andalucía ha sufrido también la deslocalización industrial y tan solo en Sevilla ciudad, se encuentra un punto concreto industrial importante con la construcción aeronáutica. Todo ello vuelve a situar la tierra y sus industrias transformadoras en el centro de la cuestión.

La reforma agraria tal vez no sea ya como en el primer tercio del siglo XX y aun siendo así todavía hay grandes latifundios que repartir, por cierto la mayoría de ellos nos son propiedad ya de aristócratas borrachos y caballistas, sino de constructores, o especuladores muchos de ellos de Madrid o Cataluña. Mucho “negro” llegó durante años recientes a comprar olivos.

Ahora también grandes capitales valencianos, murcianos y de centro-Europa invierten, compran y sobre todo controlan la comercialización y exportación de hortalizas y frutas, de aceite de oliva y de cerdos. Una agricultura y ganadería intensiva propiedad de sociedades anónimas que juegan ahora el papel de los grandes propietarios. Por tanto la reforma agraria sigue siendo imprescindible al objeto de reponer a las clases trabajadoras y populares andaluzas lo que es suyo. De ser dueños de su propia comercialización y de dejar de depender de las veleidades de la PAC o política agraria común que la Unión Europea impone en beneficio de latitudes lejanas y que daña y coarta seriamente las posibilidades de cientos de miles de pequeños agricultores e incluso a cambio de subvenciones les obliga a dejar de cultivar. Otro desastre más de la PAC es el reparto de ayudas y subsidios a las fincas agrarias que beneficia a los grandes propietarios pues se priman las hectáreas. Se decía a la Duquesa de Alba. Esa es otra leyenda urbana la Casa de Alba afortunadamente ya no es lo que fue, ni Medina Sidonia, ni el Infantado, ahora los mayores beneficiados son constructores, industriales o fondos de inversión.

Por tanto Andalucía necesita nuevamente de su andalucismo social, universal y de la reforma agraria adaptada al siglo XXI lo cual no quiere decir descafeinada. Además bastantes cooperativas agrarias están demostrando que los pequeños propietarios unidos lo saben hacer mejor y encima dejan en nuestra tierra todo el valor añadido.

Por tanto el mensaje es que la autonomía vuelve a quedar pequeña y la reforma agraria y la tierra siguen estando en el centro de las soluciones. También es solución, la recuperación de un socialismo ligado con su propia historia es decir impulsor del andalucismo y que reivindique la reforma agraria, sin complejos.

Si bien nos tememos que en esta próxima campaña electoral, este no será el debate. Aunque si hay personas que lo proponemos. Andalucía es de los de fuera, bases militares americanas, inversores centro-europeos, cadenas hoteleras multinacionales, puertos chinos, cortijos de ricos de Madrid, apartamentos turísticos de grupos y aplicaciones de fondos buitre, Cajas de ahorro sustraídas por cajas catalanas y con sede en Madrid … Pero a pesar de todo hay un tejido agro-industrial propio, grandes cooperativas e importantes luchas sociales. Sobre todo hay una ciudadanía y una clase trabajadora con ganas.

Carlos Martínez García

Politólogo y ex portuario. Miembro de la plataforma socialista pro PSF.

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