Sonrisas y lágrimas. Sí, como en la legendaria película, ambos sentimientos se fundieron en el justo y merecidísimo tributo a ese pionero del jazz y de la música en directo, en vivo, sin trampa ni cartón que fue el tristemente desaparecido Germán Pérez. La emoción fue denominador común de la noche junto a la calidad de los músicos que actuaron en la sala Galileo Galilei, que durante cuatro décadas regentó junto a su socio Ángel Viejo. Como reconoció éste de inicio, al borde del llanto, agradeciendo la asistencia de un público que llenó el lugar y de los artistas que colaboraron desinteresadamente.
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