Antonio Aguilar y José Emilio Vera, soberbios en 'Pedro y el capitán'
martes 25 de noviembre de 2014, 18:41h
Antes de entrar al 'OFF de La Latina', el personal de
sala advierte al espectador que vaya
ocupando silenciosamente sus asientos porque sobre el escenario ya hay dos
personajes en acción. En la radio suena
un tango orquestado, quizás de Piazzolla,
y sobre el escenario, ya de bruces, 'Pedro
y el capitán'. Ese es el título del drama que el escritor uruguayo
Mario Benedetti publicó en 1979. Se
trata de un tenso diálogo entre dos hombres, torturador y torturado, en la
tenebrosa oficina de un militar. El capitán habla y habla, intentando que Pedro
conteste a sus provocaciones, preguntas, increpaciones, amenazas, pero Pedro
calla. Su silencio es un escudo con el que protege su dignidad de hombre
torturado y encapuchado. Solo cuando el capitán le quita la capucha, Pedro pronuncia su primera palabra, porque
considera que es solo a partir de ahí donde empieza a tener un mínimo de
dignidad, al poder hablar cara a cara con el torturador.
Poco a poco, la fuerza y la convicción de Pedro hacen
estremecerse al capitán, hombre todavía
con un hálito de sensibilidad, pero con la voluntad implacable de hacer que
Pedro delate a algunos de sus compañeros
de fatiga contra el régimen. Pero Pedro prefiere la muerte a la traición.
'Pedro y el
capitán' es una obra en cuatro
actos, que probablemente hace alusión al horror vivido en la segunda mitad de
los años 70 del siglo pasado en la República Argentina, durante la cruel época
de la dictadura militar, aunque en el drama no se hace nunca una mención explícita de ello. Mejor aún, porque
eso hace más universal la obra de Benedetti llena de fe, de moral, de ánimo, pasión,
emoción, estremecimiento, crueldad (¿qué es la tortura sino, el más cruel de
los sadismos?), temor, dolor, odio, desprecio, razón e ideología, que ponen a prueba los límites del coraje y la cobardía, la capacidad de
sacrificio, y miden la brecha -distinta en cada ser humano- entre traición y libertad.
Pero también en este drama hay cabida para la ternura, la
poesía, la evocación, los sueños y el amor (deliciosa esa escena, en el cuarto
y último acto de la obra, en que Pedro evoca como el mejor momento el suave tacto
de la mano de su mujer, Aurora, en la playa). Son las únicas armas de Pedro
para combatir, ya casi muerto, las duras pruebas de la picana, la bañera, los
golpes sin medida, y todo el resto de elaborados y sofisticados métodos de tortura que muestran hasta qué
punto un hombre es capaz de deshumanizarse y convertirse en un ser peor que la
peor alimaña.
Teatro
de verdad
Ochenta minutos de teatro, puro teatro, con dos actores
para mí totalmente desconocidos hasta
ahora, pero que pongo en letras de oro en mi agenda personal porque los dos
están absolutamente convincentes,
sublimes, llenos de verdad y de vida en sus respectivos papeles. Ellos son Antonio Aguilar (Pedro, el torturado) y
José Emilio Vera (el capitán torturador). La
dirección de la obra, que ha llevado al escenario la compañía cordobesa Círculo
Teatro, corre a cargo de Blanca Vega y Tomás P. Sznaiderman. Ambos han planteado una escenografía minimalista, con
un modesto escritorio sobre el que hay un flexo encendido y una silla en la
que, cuando no está en el suelo, permanece maniatado el activista detenido y
torturado. Sobre ambos, una sola luz, a
modo de lámpara, que hace aún más tétrico
el ambiente lúgubre y siniestro que
tiene cualquier sala de torturas.
La escasa música que suena en momentos
clave de la obra es siempre en forma de tangos orquestados y pronuncia, en su
justa medida, la tensión de la acción
que se vive entre los dos personajes.
Una obra mayor que se representa hoy
en una pequeña sala, que da cabida a 70 espectadores, y que el pasado sábado a
las 20:15 h. (único día en que se representa en el Off la obra de Benedetti, la
llenaban totalmente. Muy pocos de ellos pudieron reprimir más de una lágrima
porque la vida, la verdad, estaba discurriendo
dramáticamente ante ellos. Me quito el sombrero en señal de respeto y
admiración ante dos actores como un rascacielos neoyorkino. De verdad, apunten
estos dos nombres: José Emilio Vera y Antonio Aguilar. Más temprano que tarde,
darán mucho que hablar.
Y para quienes no puedan acudir a
esta sala OFF de La Latina, situada en
el número 4 de la castiza calle de Los Mancebos, no por el precio "inasequible"
de la entrada (10 ?, si se compra por internet), sino por imposibilidad
material, que sepan que Alianza Editorial, en su colección de bolsillo, tiene
una edición también al alcance de cualquier economía para que no haya un solo
lector que desconozca este estremecedor 'Pedro y el capitán'.
Columnista y crítico teatral
Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)
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