Hay demasiada sangre llamando a las puertas
viernes 19 de diciembre de 2014, 13:38h
Todo
ha pasado muy rápido, demasiado rápido para poder tomar conciencia de las
tragedias porque las posibles nuevas relaciones Cuba-USA acaparan la atención
mundial. Pero las cifras de los dos horrores está ahí y yo no termino de
entender -siempre me pasa lo mismo y no escarmiento- cómo es posible que estas
cosas sucedan en 2014 y que nadie haga otra cosa que condenar enérgicamente lo que
toque condenar ese día, palabras que no van a solucionar nada, que no van a
cambiar a nada.
Hablo
de la masacre del colegio de Pesahawar llevada a cabo por los
talibanes paquistaníes que mataron a sangre fría a 141 inocentes, niños y casi
niños, a los que iban después dando el tiro de gracia de uno en uno tras quemar
vivos a varios adultos, entre ellos la directora del colegio y una profesora.
Hablo
de la nueva locura del grupo Boko Haram que vuelve a ser el trágico candidato a
la mayor vileza humana tras matar a 35 personas en el pueblo de Gumsuri
(Nigeria) y secuestrar a 185 mujeres y niños. Gumsuri se encuentra en la
carretera que lleva a Chibok, el lugar en el que terroristas de Boko Haram
secuestro a más de 200 niña el pasado abril.
Hasta
ahí las noticias tal cual. Suma y sigue. Niños muertos. Niñas secuestradas. Es
demasiada sangre golpeando en las puertas blindadas de Occidente. Pero en
Occidente están más preocupados de la devaluación del rublo y de su propia
crisis. No entiendo que la ONU no se reúna de urgencia y decida poner fin a la
locura de estos grupos que atentan contra todos los derechos humanos, que están
o deberían estar localizados y que son o deberían ser la vergüenza, sobre todo,
de los países que practican esa misma religión en cuyo nombre llegan a lo más
bajo que puede llegar el ser humano.
Son
los talibanes de Pakistán y la banda Boko Haram. ¿Tan difícil es reunirse y
decidir poner fin a sus desmanes? ¿Tan difícil es decir claramente que estos no
tienen nada que ver con nosotros y que el Corán es un libro sagrado que no
puede servir a estas alturas de coartada para matar a niños o secuestrar niñas?
¿Tan difícil es con tantísimo satélite vigilando nuestras conversaciones saber
dónde se esconde esta escoria y, bajo en el mandato de las Naciones Unidas,
terminar de una vez con tanta asesino? Hay demasiada sangre inocente derramada,
demasiados cuerpos de apenas niñas ultrajados y vendidos en mercados como para
que Occidente -y naturalmente Oriente- se limiten a condenar con palabras y a
rasgarse las vestiduras.