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Regreso al pasado

Regreso al pasado

miércoles 12 de septiembre de 2012, 19:41h
Como las desgracias nunca vienen solas, a la crisis se le suma esta vez una sequía que puede dar al traste con la débil economía que sustenta buena parte de la estructura agraria andaluza. Estos días me he quitado de en medio de Sevilla y los paso en mi pueblo natal, Arjona, en plena campiña jiennense donde la cruda realidad de un otoño escaso de lluvias y un invierno sin posibilidades de trabajo amenaza con dejar sin sustento a buena parte de sus familias. Un invierno en el que buena parte de las familias que viven todo el año de los meses de la recolección de la aceituna pueden quedar abocadas a la miseria más absoluta. Dicen los expertos que este año la campaña, que suele comenzar a primeros de diciembre y se alarga hasta finales de enero,  puede durar escasamente quince días ante la escasez de fruto. Ello no solo provocaría la falta de un recurso fundamental para miles de jornaleros cuyas familias consiguen embolsarse con la recolección el dinero suficiente para aguantar unos meses, sino la imposibilidad de alcanzar las peonadas suficientes para cobrar el PER. Las perspectivas, por lo tanto, en el sector agrícola andaluz son nefastas tanto para patronos como para obreros. Más para los segundos que para los primeros. Y afectarán a miles de servicios que dependen del consumo de éstos. Malos tiempos para la lírica del oro líquido por más que suban ahora los precios.

 Resulta curioso como desde la distancia se relativizan aquellas cuestiones que consideramos trascendentales. Mientras en España renace el sempiterno debate autonómico suscitado por la Diada independentista de Barcelona, mientras en Andalucía seguimos rizando el rizo sobre los presuntos actos delictivos de Sánchez Gordillo tachados por su camarada la consejera Cortés no como robo sino como apropiación indebida, en los pueblos del interior de Andalucía a la gente se la trae al pairo estas discusiones políticas, puros ejercicios de demagogia que son cuentos chinos comparados con la cruda realidad del pan nuestro de cada día que deben llevar a sus casas.  No quiero pecar de agorero, pero si el tiempo no lo remedia y nuestros dirigentes no adoptan algunas medidas de excepción, no me extrañaría volver a ver en algunos pueblos en los que el monocultivo del olivar es la única fuente de ingresos, que se volvieran a reproducir escenas de los años 50 y 60 del pasado siglo con familias enteras haciendo las maletas para buscar en otro lugar, ya sea Madrid, Barcelona, Alemania o Suiza, un futuro que su propio país le niega. Con el agravante, además, de que ni el Gobierno central ni la Junta de Andalucía  disponen ahora de la liquidez necesaria para pagar subvenciones y dádivas a fondo perdido.

Y mientras el panorama se presenta desalentador, nuestros políticos siguen mareando la perdiz de las acusaciones mutuas sin aportar ni una sola solución a los graves problemas por los que atraviesa Andalucía. La Comisión de Investigación de los EREs fraudulentos se ha convertido en un verdadero pasillo de comedias en el que cada día aparecen nuevos implicados (ahora son los sindicatos UGT y CC.OO.) sin que nadie sea capaz de buscar responsables de la pérdida y el despilfarro de varios millones de euros que nos hubieran venido de perlas para evitar recortes en estos tiempos de crisis. Ya sabemos que aquí nadie va a devolver ni un solo duro de lo que se llevaron, ¡faltaría más! Pero, al menos sería conveniente que nuestros representantes en el Parlamento andaluz fuesen capaces de poner negro sobre blanco los nombres y apellidos de los culpables del robo de dinero público, que, desde luego, no son sólo los Guerreros o los chóferes de la cocaína por ás que se empeñen PSOE y su socio IULV-CA, de acotar ahí las responsabilidades. Ya sabemos que la traca final de Chaves y Griñán, a finales de mes, no aportará nuevos datos esclarecedores y que, como todos sabíamos de antemano, tendrá que ser la jueza Alaya la que busque la cúspide de la supuesta pirámide de la corrupción. Todo ello si no le cortan las alas antes de que vuelva a la carga con sus investigaciones. Algo que aún está por ver.  
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