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El muro de las lamentaciones de la Macarena

El muro de las lamentaciones de la Macarena

martes 25 de septiembre de 2012, 20:17h
Ni Sevilla es Jerusalem, ni el antiguo Hospital de las Cinco Llagas es el derruído templo de Salomón, pero ambos suelen congregar a su alrededor a cientos de ciudadanos que estrellan contra sus muros sus quejas y lamentos. Ayer, 25 de septiembre, el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, cerraba a eso de las siete de la tarde la treintena de comparecencias que ha acudido durante casi dos meses ante la Comisión de Investigación parlamentaria sobre los EREs fraudulentos. Por la mañana, el ex presidente Manuel Chaves, cumplió su turno sin salirse un ápice del guión preestablecido por la mayoría de los citados del "no sabe, no contesta", dando la penosa impresión de que los políticos que nos gobiernan no se enteran de la misa la media de cuanto ocurre y aprueban sus Ejecutivos. Uno no sabe qué es peor, si tener políticos ladrones que se se embolsen el dinero público, o tan tontos e incapaces que no se enteren de lo que otros hacen con él. El uso indebido y fraudulento de unos mil doscientos millones de euros (la friolera de viente mil millones de las antiguas pesetas, que se dice pronto) de dinero pùblico que han ido a parar a bolsillos particulares de algunos ciudadanos con carné del PSOE que jamás habían trabajado en las empresas subvencionadas, supone un impresionante escándalo que, visto lo visto en la Comisión de Investigación, tendrá que ser dilucidado y castigado por la jueza Mercedes Alaya.

Aunque Pepe Griñan reconoció fallos en la gestión y conductas irregulares e ilegales de algunos miembros de su Gobierno, lo cierto es que las responsabilidades políticas que debería poner sobre la mesa esta Comisión, han quedado diluidas en un maremagnum de leyes y disposiciones que exculpan no sólo a los responsables últimos de la Administración, sino, incluso a muchos a los que la Justicia ha imputado. Griñán se escudó en tecnicismos legales para tratar de salir airoso de las acusaciones que le lanzó el portevos del PP, Carlos Rojas, quien llegó a tenerlo contra las cuerdas. La pregunta de la portavoz de IULV-CA a Griñán en su última intervención para conocer quién se ha llevado la pasta y si hay alguna forma de recuperarla, es la clave de todo este turbio asunto que quedará grabado en los anales de la política andaluza como el caso de corrupción más escandaloso en la reciente historia de la autonomía andaluza. Saber quién se la ha llevado, ya lo sabemos, como también sabemos que nunca se recuperará un dinero cuyo montante es la mitad del rescate que la Junta de Andalucía va a tener que pedirle al Gobierno de Mariano Rajoy a través del Fondo de Liquidez Autonómica, para poder afrontar su actual quiebra técnica.

Pese a la expectación mediática que habían levantado las dos últimas comparecencias, la de Chaves y Griñán, ante la Comisión de Investigación, lo cierto es que donde estuvo lo más interesante de la jornada no fue el las dependencias donde se desarrollaba ésta, sino en los alrededores del Parlamento andaluz. Desde primeras horas de la mañana y hasta bien entrada la tarde, funcionarios, trabajadores de empresas en crisis, colectivos ciudadanos de la Plataforma 25-S y, cómo no, los marchadores y asaltasuper del SAT apoyados por jornaleros y curiosos, rodearon el enorme edificio de las Cinco Llagas gritando consignas, golpeando cacerolas y abucheando a cuanto político se acercaba por las inmediaciones. Un importante despliegue policial cuidó de que no se produjeran incidentes y evitó que Diego Cañamero y los suyos llevaran a cabo su pretendida toma y ocupación del Parlamento andaluz. El muro de las lamentaciones de la Macarena fue el único que escuchó ayer verdades de un pueblo harto de pagar los platos rotos de unos políticos que cada vez representan menos a los ciudadanos. Porque la Comisión de Investigación, que ahora elaborará sus dictámenes, ya sabemos todos para qué va a servir. Sí, efectivamente, para eso mismo que usted y yo estamos pensando. Para justificar unos sueldos y unas dietas de los que se han tenido que quedar trabajando (es un decir) en Sevilla el pasado mes de agosto mientras sus compañeros de bancadas tomaban el sol en la playa.
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