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Todos somos el pequeño Nicolás

Todos somos el pequeño Nicolás

martes 21 de octubre de 2014, 18:20h
Este país es de cuento, pero no de cuento de Caperucita, Cenicienta o de Blancanieves, que acaban bien comiendo perdices los buenos y pagando sus fechorías los malos, sino de película de terror en la que el mal siempre gana mientras las buenas personas se quedan con cara de tonto contemplando como las engañan. No me extraña que la novela picaresca sea un invento español. Aquí llevamos siglos repitiendo la historia de Rinconete y Cortadillo, del Lazarillo de Tornes y del Guzmán de Alfarache sin que nadie se asombre lo más mínimo. Entra dentro de nuestra tradición literaria más clásica. Aquí, en esta patria de tantas sensibilidades y reivindicaciones nacionalistas, tenemos algo en común catalanes, vascos, andaluces, gallegos, castellanos, aragoneses, extremeños o canarios, y es que los desahogados, los pillos, los espabilados, los sinvergüenzas, los mangantes siempre se salen con la suya ante el silencio cómplice de las autoridades y el encubrimiento de las diversas fuerzas políticas, mientras el pueblo, los ciudadanos y ciudadanas, que dicen algunos, se limita a ver el Sálvame y concienciarse con las fingidas y rentabilísimas peleas de Isabelita Pantoja y su novio, de la familia de los Jesulines y la Princesa del Pueblo, Belén Estéban, o de la cuñada de Rocío Jurado y su marido, Amador Mohedano. Verdaderamente ejemplar. Así nos va.

En los últimos años los rinconetes de ocasión están proliferando como setas en otoño en toda la geografía nacional animados por un sistema político que.les facilita sus turbias operaciones y les alienta a enriquecerse ilegalmente y por una justicia que se siente remisa a quitarse la venda que tapa sus ojos. Desde los Pujol a los Rato pasando por toda la cuadrilla de las tarjetas "negras" de Caja Madrid, los Guerrero y los Lanzas de los EREs fraudulentos, los Ojeda de los falsos cursos de formación, los Pastrana y Fernández de las facturas falsas de la UGT y así hasta una larguísima lista de próceres que han aprovechado las facilidades que da el sistema para llenarse los bolsillos con dinero ajeno, aquí quien no se ha hecho de oro en pocos años es porque era tonto. El colmo de la picaresca hispana lo acaba de protagonizar el ya famoso "pequeño Nicolás", un adelantado exquisito de nuestra mejor raza del pícaro. El jovencito, supuestamente de Nuevas Generaciones del PP, que conseguía escoltas policiales, amistades poderosas, reuniones con ministros y ex presidentes del Gobierno e invitaciones a actos tan restringidos como la ceremonia y posterior recepción en la coronación del Rey Felipe VI. Todo un récord con sólo veinte años. Eso del "pequeño Nicolás", cuyo nombre completo es Francisco Nicolás Gómez-Iglesias lo reflejas en una película de Berlanga, de Almodóvar o de Santiago Segura y te tachan de cuentista y fantasioso. Aquí, sin embargo, la realidad supera cualquier fantasía novelada. Las novelas picarescas del siglo XVI no son ahora cuestión de autores imaginativos apuntados a una moda pasajera, sino algo muy habitual, una noticia diaria en cualquier medio de comunicación.

Pero no nos engañemos, que eso es lo que quieren hacernos creer algunos políticos. Todos somos en cierta manera unos "pequeños Nicolases". Los nuevos pícaros no son, como decía algún miembro del PSOE, creo que Manuel Chaves,"cuatro golfos" que se aprovechan del sistema, sino el producto lógico y natural de una forma de hacer política en la que la honradez y el trabajo apenas cuentan y en el que los propios partidos han propiciado oscuros manejos de comisionismo para financiarse ilegalmente. Aquí abajo, en este sur del sur que es Sevilla, al que viene Jordi Ébola con el secretario general de ERC, Oriol Junqueras, para demostrarle a sus incondicionales del resto de España en Salvados que no hay anticatalanismo, la incansable juez Mercedes Alaya es de las escasas personas que está tratando de desvelar las interioridades de un sistema que ha expoliado las arcas andaluzas. Por ello ha preguntado a los socialistas si el partido se financió con fondos de la Junta. Y, claro, el PSOE ha montado en cólera (no podía ser de otra forma) y, en lugar de negarlo rotúndamente, ha presentado una queja ante el Consejo General del Poder Judicial por dañar la imagen del partido (?). Y es que entre fantasmas, pícaros, ladrones y salvapatrias, vamos aviados.      
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