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Queremos un Gobierno que no nos mienta

Queremos un Gobierno que no nos mienta

domingo 01 de febrero de 2015, 09:36h
Imagino que se acordarán de la frase que se hizo popular tras el atentado de Atocha del 11-M de 2004 en Madrid, ya saben, aquella de "queremos un Gobierno que no nos mienta" que las malas lenguas atribuyeron a Alfredo Pérez Rubalcaba y que circuló por sms en todos los móviles de España y posteriormente amplificaron los voceros mediáticos del PSOE. Entonces no estaban tan de moda las actuales redes sociales y bastó con que algunos medios la repitiesen sin cesar para que prendiera en unas masas dispuestas a creerse cualquier cosa que les alejara de miedo al terrorismo yihadista. Aquella frase, que de por sí no aportaba nada en una campaña electoral, (todos sabemos que los gobiernos, como todos los políticos mienten en sus programas) repetida hasta la saciedad y amplificada por los mensajes de telefonía móvil, caló entre el personal y logró el desgraciado milagro de darle la victoria al PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente más nefasto que ha sufrido España en los últimos treinta años. 


El ejemplo absolutamente goebbeliano de que una mentira repetida miles de veces puede convertirse en verdad debería de servirle al PP para enfocar las diversas campañas electorales con las que se tiene que enfrentar en los próximos meses. No suele tener suerte este partido en su relación con los medios de comunicación a los que nunca ha sabido utilizar en su favor. Por ello convendría aconsejarle a sus expertos como el ínclito Pedro Arriola que fuesen unificando ideas para mandar mensajes unívocos y directos a los electores que puedan convertirse en verdaderos lemas de campaña muy útiles a la hora de que las consignas calen entre los ciudadanos. Mensajes que les recuerden a los españoles que Zapatero y los suyos hundieron al país en el caos, y que la (mala) experiencia podría volver a repetirse con el nuevo líder Pedro Zapatero Sánchez


El primer asalto electoral va a tener lugar el próximo 22 de marzo en Andalucía y es aquí donde la frase de Rubalcaba puede aplicarse con mayor precisión. "Queremos un Gobierno que no nos mienta" hay que gritarle `por activa y pasiva a la superpresidenta Susana Díaz. Porque lo único que está medianamente claro es que Supersusana ha mentido, ha engañado a todos los andaluces, y de camino, a buena parte de los españoles. Ni ha creado puestos de trabajo como prometió, ni ha hecho nada contra la corrupción institucional de los EREs y los cursos de formación como aseguró en diversos foros, ni ha mejorado en nada el bienestar de sus súbditos como dijo en su toma de posesión, ni ha roto con IULV-CA por la "inestabilidad" del Ejecutivo sino por puros y torticeros intereses personales. Es que, en en año y medio que lleva en el puesto, apenas si se ha movido. Por no aprobar no ha aprobado mas que dos de las veintiuna leyes que pactó con su socio de gobierno. Susana ha sido, desde que Pepe Griñán le dejara en herencia el sillón de San Telmo, una especie de presidenta de pasarela, una maniquí que se ha paseado por media España y parte de Europa y África repitiendo frases vacías de contenido y alejadas de la cruda realidad de su tierra.


En los mítines de esta campaña que comienza en pocos días, todos los dirigentes populares deberían de repetir la frase de Rubalcaba aplicada a Supersusana, "no queremos un Gobierno que nos mienta", a ver si el mensaje cala entre los electores andaluces y le abre los ojos a la realidad. El PSOE lleva más de treinta años gobernando Andalucía, y Andalucía lleva más de treinta años liderando el paro, el fracaso escolar y el subdesarrollo de España. Va siendo hora de que otras fuerzas tengan la oportunidad de demostrarnos que este pueblo tiene derecho a salir del pozo al que parece condenado. Y eso sólo está en manos de los propios andaluces.


P.D.- Acaba de dejarnos el compañero Juan Teba, un ejemplo de periodismo comprometido con el que compartí, junto a nuestro común amigo Pepe Guzmán, excelentes momentos risas, cinismo y de lucidez inteligente y generosa. Tenía el número 14 de la APS. Yo tengo el 15. Su ausencia me  ha hecho subir un puesto en el escalafón de antigüedad en la Asociación de la Prensa. No sabes como lo siento, Juan. Descansa en paz.
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