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Rajoy y el síndrome de Estocolmo

Rajoy y el síndrome de Estocolmo

miércoles 13 de junio de 2012, 19:06h
El secuestrador tiene que ser inflexible para someter al secuestrado. Son técnicas psicológicas perversas que buscan domeñar la voluntad del retenido. Todo está estudiado. Los vietnamitas, durante la cruel guerra que asoló el país, teorizaron y desarrollaron estas técnicas de control de la voluntad. Los pilotos americanos tuvieron que ocultar su admiración por sus secuestradores cuando fueron liberados.
   
La democracia española está secuestrada. Y la técnica es más raciones de control, de desprecio a la transparencia y de ignorar cualquier reclamo de la ciudadanía.
   
El dogma es sencillamente que "el gobierno hace lo que tiene que hacer". Ese blindaje primitivo es un frontón contra el que rebota cualquier intento de racionalizar el debate.
   
Los ejemplos no sirven porque es una constante en los comportamientos públicos. La consecuencia es un desapego creciente de los ciudadanos hacia las instituciones y los partidos. El cansancio transforma la posibilidad de rebeldía en sumisión: objetivo cumplido.


La imagen de la reina Isabel II proyectada sobre el peñón de Gibraltar es un símbolo de esta nueva decadencia española. No se tiene en cuenta a nuestro país en el mundo. Repsol fue expropiada y las amenazas del Gobierno se han quedado en respuesta de bravucón apendejado. Europa nos mantiene fuera de los circuitos de influencia porque Rajoy no ha sido capaz de abrirse un hueco.
   
El secuestro está en un punto en que los secuestrados ya estamos domeñados: se puede hacer con nosotros lo que Europa y Rajoy quieran.

Solo resisten los mineros, en un gesto de dignidad emocionante. Están solos y bloqueados informativamente. Y el Gobierno consumará su destrucción solo porque no puede tolerar que haya un secuestrado insumiso. Podrá cundir el ejemplo.


El bloqueo a la democracia se consuma en la impunidad de los poderosos. Desde Carlos Dívar a Rodrigo Rato. El PP aplica el yunque a cualquier intento de conocer la verdad. Las palabras toman una dimensión esencial porque recuperar la realidad de los conceptos podría impedir el control de la población. Por eso Esperanza Aguirre ha prohibido utilizar "rescate" en la televisión madrileña.


Los secuestradores también son prisioneros, pero ellos todavía no los saben. Están tan atados a la propaganda que ya no recuerdan lo que es política. Rajoy pasará como una anécdota dramática que dejará a España como un solar. Luego ingresará en el Consejo de Estado y recuperara su plaza de registrador de la propiedad. Los ciudadanos necesitaremos tratamiento para liberarnos del síndrome de Estocolmo. Porque no nos podemos permitir amar a quien nos están torturando.
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