Hace poco todos nos hemos puesto a
aplaudir por los maravillosos datos de las exportaciones de Castilla-La Mancha.
Y con razón, ya que es uno de los pocos datos económicos de los que se puede
estar orgullosos hoy día pero sí, hay un pero.
La dirección territorial del Instituto de
Comercio Exterior (ICEX) en Castilla-La Mancha, que comanda Pedro Antonio
Morejón, revelaba recientemente que las exportaciones de Castilla-La Mancha
rebasaron la notable cifra de 3.000 millones de euros hasta el mes de
septiembre, casi un 7 por ciento más de lo que se consiguió el año pasado. Con
razón todos miran a este indicativo como la tabla de salvación de la economía,
también por el orgullo de decir que lo nuestro gusta fuera, por aquello de
hacer patria. Y es verdad, gusta mucho el vino, que es uno de los principales
productos que se llevan a otros países. Exportamos mucho en el sector de
Bebidas, Otros bienes de Equipo o Plásticos.
Pero aquí nos olvidamos de otros bienes
que también estamos exportando y que son de vital importancia también para
nuestra economía: el capital humano. Y aquí está el pero, porque esos son los
bienes que no deberíamos exportar. Según datos del Instituto Nacional de
Estadística (INE), sólo en la primera mitad de este año se estimó una migración
al extranjero de 7.900 personas desde Castilla-La Mancha. Imagínense la de
potencial que puede haber en esa cifra. Personas con amplia experiencia,
conocimientos consolidados, jóvenes sobradamente formados. No sé si estamos
ante la temida fuga de cerebros, pero lo que es seguro es que estamos ante una
pérdida de talento que, como se ha demostrado, una vez que arraiga fuera, ese
talento no vuelve. Es una inversión en conocimiento que es muy difícil que
retorne.
La falta de oportunidades laborales aquí
está prácticamente echando a los jóvenes a otros países que sí tienen algo
mejor que ofrecerles. Las previsiones del INE sobre la proyección de la
población a corto plazo indican que se perderá un 10 por ciento más de
población este año que el anterior. Un éxodo como antes se había dado. Unas
exportaciones por tanto, que también nos van a dejar un saldo negativo en la
balanza de pagos pero, que en este caso, darán un desequilibrio que nos puede
salir muy caro.