Urge una respuesta sindical
jueves 24 de julio de 2014, 09:37h
Los datos de creación de empleo vuelven a ser alentadores
una vez más, según los datos de la encuesta de Población Activa hechos públicos
esta mañana. Obviamente, aquel puesto de trabajo fijo, inmóvil, que duraba toda
la vida, ya prácticamente no existe. ¿De dónde salen, entonces, esos
trescientos mil parados menos este trimestre? Quienes se niegan a ver progresos
en el sistema dirán que ha sido la estacionalidad, la contratación temporal por
las vacaciones, la que ha marcado este buen dato. Lo cierto es que, cifras en
mano, el análisis a hacer ha de ser mucho más profundo.
Porque el abaratamiento en el régimen de autónomos, las
facilidades para el emprendimiento, están liderando un cambio de tendencia. Y
de mentalidades, lo que es mucho más importante. Cierto que este nuevo panorama
tiene puntos importantes cuestionables: la precariedad en el empleo es un
lastre moral para la persona, un factor de desequilibrio para su vida privada y
profesional. Pero aferrarse a esto para negar los aspectos positivos de la
evolución resulta, a nuestro entender, equivocado. Y, sobre todo, inútil,
porque lo cierto es que aquellos viejos, buenos tiempos no volverán. O no
volverán fácilmente. Profundizar en una línea de mayor seguridad para los autónomos,
que tienen que ver sus derechos equiparados con quienes habitan en el régimen
general, debería ser la receta.
Es algo en lo que entendemos que deben meditar los
sindicatos españoles, anclados muchas veces en un pasado que no se compadece ya
con la realidad actual. Claro que defendemos la necesidad de unas
organizaciones de los trabajadores fuertes e influyentes. Pero parece una
evidencia que esos sindicatos que se llamaron 'de clase' necesitan
una urgente revisión, regeneración y, casi, una refundación. No hablamos de
ciertos escándalos localizados en torno a la formación o a la financiación de
alguna central; eso es algo que habrán de sustanciar los propios responsables
sindicales, alguno de los cuales lleva ya, acaso, demasiado tiempo en el cargo.
Hablamos precisamente de mentalidades; de esa 'revolución emprendedora'
que no ha calado en los sindicatos, a los que la palabra 'emprendedor'
parece provocarles erisipela.
No puede ser que los sindicatos se configuren como el
estamento más anclado en lo pretérito. Bien está, faltaría más, que defiendan
el empleo, su calidad y su estabilidad. Pero no pueden situarse de espaldas a
unas nuevas tendencias que irrumpen en toda Europa, para no hablar ya de los
Estados Unidos y de algunos países latinoamericanos que han invertido el signo
de su marcha económica; al fin y al cabo, hace menos de una década España era
país inversor en América Latina, y ahora inversores de algunos países, México
por ejemplo, irrumpen incluso en los más importantes medios de comunicación
españoles.
La reacción de los sindicatos no puede seguir siendo la de
referirse a estos datos del INE o de la
EPA como indicadores de que la calidad del empleo desciende,
como la de la patronal no puede seguir siendo la repetición monótona de la
receta de que hay que abaratar salarios -ya están suficientemente baratos
para una mayoría de la población-y despidos. Hay que poner en marcha políticas
activas de creación de empleo. Y bajar las cuotas de los trabajadores autónomos
y seguir eliminando barreras -especialmente burocráticas-para la
creación de empresas son dos pasos muy significativos que, hay que reconocerlo,
ha dado el Gobierno. Aunque de manera a nuestro entender incompleta, tímida y
algo vacilante. Y, por cierto, apuntándose tantos --¿verdad, ministra Báñez?-que
más bien corresponden al conjunto de una población que ha sabido, está
sabiendo, sortear una crisis pavorosa con dignidad y espíritu de sacrificio.
Y recuerde, por cierto, el Gobierno satisfecho y escasamente
autocrítico que aún quedan al menos cinco millones de parados reales, al menos
otros tantos de trabajadores que son menos que mileuristas, que reclaman un
lugar a este sol que parece surgir de entre la bruma. Ojala lo tengan presentes
todas las partes cuando, la semana próxima, en la serie de importantes
encuentros que se ha marcado, a marchas forzadas y para concluir el curso, el
presidente Rajoy, se reúnan los líderes sindicales y patronales con el
Ejecutivo: ni más ni menos, hacen falta unos nuevos pactos de La Moncloa que consoliden el
cambio de tendencia y fijen los parámetros de esa 'revolución mental'
que ha de ser más justa, más constante.