jueves 29 de enero de 2015, 00:02h
Bueno sería que cada partido acampara en su espacio
correspondiente y los artistas invitados a la contienda se presentaran al
electorado con la cara descubierta. No será así. En España va a comenzar un
fastuoso baile de máscaras y cada cual se ha buscado ya la careta que oculte a
los demás su verdadera identidad. Ajustada la mueca de cartón al rostro que les
delata, ensayan los pasos de danza y los movimientos que precisarán para
singularizarse en la coreografía general. En la intimidad de la alcoba
cualquier cabriola es posible, incluso aquella que se intenta con una pareja
aún invisible. Frente al espejo cuadran todas las posturas aprendidas y el
cuerpo flota sobre la tarima como si no pesara. Todo es posible entre las
cuatro paredes del improvisado estudio donde se entrenan los bailarines, pero
nada será igual cuando comience el sarao.
Allá por la primavera, cuando se abra la gala política de
danzantes enmascarados, un tropezón que altere el compás de los pies, un
pisotón desafortunado, un giro más amplio de lo deseado, cualquier torpeza que
descomponga la figura, dejará en evidencia al simulador. Susana Díaz
comparecerá en la charada tapándose el gesto, involucrada como parece en
maniobras orquestales tan sutiles como acompasadas. No sabemos todavía si la
señora quiere mantenerse donde está o emboscarse en la sombra y asaltar después
la diligencia de Pedro Sánchez. Jaleada por los suyos, que son muchos más de
los que a simple vista se ven, practica la carambola a tres bandas. Ganamos las
andaluzas. Tac. Mi partido pierde las elecciones locales y regionales. Tac.
Reclamada por la militancia ocupo por aclamación la secretaría general. Tac.
Recuperada la hegemonía de las izquierdas, me enfrento al PP y me busco la vida
para afincarme en la Moncloa. Tac y Tac.
Así las cosas yo recomendaría a Sánchez un antifaz escueto
que nos permita reconocerle entre tantos contrincantes, internos y externos,
que quieren tumbarlo en la pista. Hágalo
de una vez señor Sánchez y así sabremos todos a qué sector social pretende
representar el PSOE renovado. Aclárese y díganos si la fuerza que usted
encabeza es un partido socialdemócrata moderno y avanzado, con un proyecto de
cambio sensato que se enfrente a las injusticias y desigualdades que dinamitan
nuestra cohesión social, capaz de sumar todo el voto progresista que anda
perdido por ahí y dispuesto por último a gobernar apoyado en una mayoría suficiente.
Plántese firme bajo el sol y marque el ritmo a los que bailan a su alrededor,
porque la vuelta al socialismo radical, marxista y rupturista, estatalista y
unificador, anticlerical y republicano ya tiene suficientes abanderados.
En el salón aparecerá repentinamente Pablo Iglesias,
convertido en el figurón de la fiesta, camuflado en su doppia faccia, la mascarilla veneciana que une la risa y el llanto
en la misma expresión. Cuando mire con el ojo izquierdo a los indignados
enseñará el relieve revolucionario y cuando gire la cabeza mostrará a la
multitud el lado reformista del maquillaje. En realidad, a Iglesias le gustaría
disfrazarse de Felipe González y repetir la estrategia que le llevó a la
presidencia del gobierno. Colocándose una peluca de pelo fosco y negro que
disimule su coleta, espera meter en el saco el voto de toda la izquierda.
Rajoy lo tiene más difícil, cargado como va por la vida con
las consecuencias de la depresión social. Vestido de pierrot, la cara
enharinada y un casquete negro sobre la incipiente tonsura, intentará engatusar
de nuevo a su esquiva colombina de la mayoría natural. Requerido por Aznar,
danzará en el espacio más centrado de la sala y repetirá las galanuras de
antaño. Aupado sobre la recuperación económica, pedirá a los músicos que toquen
para él alguna marcha triunfal, pero sobre su sombra brincará un arlequín
juguetón, que tocará en cada salto la campanilla de la contabilidad opaca que
ideó para el PP.
Bueno sería que los conservadores se colocaran en el centro
derecha, los socialistas en el centro izquierda y la izquierda en la banda
opuesta, pero nada de eso es posible en un baile de máscaras.