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El purito de Basagoiti

El purito de Basagoiti

sábado 22 de octubre de 2011, 13:22h
Lo diré sin circunloquios: si hay un político al que respete y en el que confíe plenamente, ese es Antonio Basagoiti. La fotografía que acabo de ver, en la que el líder del Partido Popular en el País Vasco se fuma uno de sus habituales puritos sentado tranquilamente en una acera vale más que mil palabras: ha querido transmitir el sosiego que el anuncio del fin de sus actos terroristas por parte de ETA produce en la población española en general, en la vasca en particular --miles de personas celebraron con champán el comunicado de la banda-y en las conciencias de quienes se la han jugado para que esto sea posible de manera muy especial. Basagoiti es uno de ellos. El lehendakari Patxi López, otra figura a quien reconozco que admiro, es otro. Y tantos concejales anónimos, periodistas, jueces, policías, ertzianas. Bravo.
 
Ha sido una semana histórica que ahora habrá que gestionar con responsabilidad, con flexibilidad y con inteligencia. Los gritos intransigentes de algunos que hablan de "concesiones" (?) a una ETA que "marca la hoja de ruta"(¿¿??) no pueden ser los que prevalezcan frente a los mensajes tranquilos y constructivos de Zapatero y Rubalcaba, que han estado en primera línea de este éxito, al menos en su recta final, pero también de Mariano Rajoy, que tengo la impresión de que, con sus silencios, con su calma, con su apoyo desde la sombra, embridando a los halcones, ha colaborado al éxito mucho más de lo que muchos piensan y de lo que él mismo quiere hacer pensar. Así que unas cuantas excepciones a la alegría general, que tengo para mí que buscan hacerse un hueco protagónico en el conjunto de voces de alegría más que otra cosa, no van a empañar hoy el contento.
 
Están las víctimas, de acuerdo. Tienen sentimientos encontrados. Entiendo que les parezca insuficiente ese comunicado cicatero, algo miserable, de la banda olvidando el dolor que ha causado. A mí también me parece insuficiente, pero, al tiempo, lo juzgo un inmenso avance. Otras víctimas, y estoy pensando en la hija del inolvidable Ernest Lluch, no esconden su dolor, pero admiten que no son ellas las que deben dictar las leyes y los pasos a dar. Y, por cierto, ¿cuáles son ahora los pasos a dar?
 
Vuelvo con Basagoiti para citar una frase suya reciente: "Mariano Rajoy no tiene pensado que su Gobierno hable con ETA". Sí, todos damos por sentado que el próximo Gobierno lo encabezará Mariano Rajoy -no sería justo ni lógico que el paso dado por ETA, que ya estaba descontado por los españoles, supusiera un vuelco en lo que dicen las encuestas, por más que haya que reconocer a Rubalcaba su brillante gestión en Interior--; por eso nos preguntamos cómo administrará Rajoy esta victoria de la democracia, esta derrota inapelable de la banda del horror. Porque la cosa, claro está, no ha acabado aquí.
 
En la boca hermética de Rajoy no creo que haya entrado jamás una mosca, de la misma manera que no ha salido nunca una declaración precipitada. Y, de la misma manera que tiene a sus colaboradores de los nervios, haciendo quinielas a ver quién será ministro y de qué, nos tiene a todos inquietos por saber, más allá del breve comunicado que nos leyó hace tres días, qué piensa hacer con el inmenso legado de ser el primer gobernante en casi medio siglo sin estar atenazado por el agobio de los asesinos terroristas de ETA. Ignoro si tendrá que hablar con lo que reste de la banda, que no debe ser más allá de medio centenar de fanáticos atemorizados, sin dinero ni ideales ya. Probablemente, el propio Rajoy lo ignora, y por eso, seguro de su victoria en las urnas, deja pasar el tiempo, a ver qué va ocurriendo.
 
Porque hay muchas cosas por suceder en este terreno y en muchos otros: por ejemplo:¿dónde está Josu Ternera, que algo debe de haber tenido que ver con el comunicado del jueves? O también ¿qué hacer con el encarcelado Otegi, a quien los suyos, gracias a nuestros errores, quieren convertir en una especie de Nelson Mandela? Son muchas las voces alejadas del abertzalismo extremista que consideran que Arnaldo Otegi debe salir, ley en mano, de la prisión.
 
Claro, no espere usted que Mariano Rajoy Brey se suelte ahora, cuando falta menos de un mes para las elecciones, a hablar de todas estas cosas; rompería una pauta de cautelas que le ha sido muy rentable. Así que tendremos que aprender a convivir en las próximas semanas con algunas incertidumbres, con el debate. Pero, por primera vez en mucho tiempo, los españoles, agobiados por la economía -que esa es otra--, por la crisis de tantas instituciones, por tantas incertidumbres en el horizonte, por primera vez, decía, vamos a aprender a vivir también con la esperanza. Fumándonos despreocupadamente un simbólico purito sin tener que volver la cabeza atrás.
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